Ruanda recuerda el genocidio

La ONU conmemoró ayer en su sede de Nairobi el aniversario de las matanzas, conmemoración a la que asistieron ocho supervivientes y el embajador ruandés en Kenia, William Kayonga. Kayonga insistió en que "prevenir el genocidio es una responsabilidad colectiva".

En el acto se recordó la brutalidad de un conflicto que, en palabras del embajador Kayonga, quiso acabar con los tutsis "de hoy y los de mañana". El embajador ruandés se refería a las consecuencias a largo plazo del genocidio, como son los c ontagios de VIH mediante violaciones sistemáticas a las mujeres tutsis y los centenares de huérfanos y niños perdidos .

Una de las víctimas, Alphonsine Uwamariya, presente en la ceremonia, dijo haber sido violada e infectada por hombres de la milicia hutu "Interahamwe" ("Los que cazan juntos" en idioma kinyarwanda), "que me forzaron a acostarme con generales y rebeldes".

Kayonga anunció que, en beneficio de los huérfanos del genocidio, las víctimas en la diáspora han comenzado a reunir fondos y ya han recaudado 50.000 dólares. Por su parte, Kagame reunió hoy a más de 20.000 personas en la colina de Nyanza, en Kigali, donde cerca de 5.000 personas fueron masacradas cuatro días después de que el contingente belga de la Misión de Asistencia de la ONU en Ruanda (UNAMIR) se retirara del país.

"Su retirada fue un signo de cobardía. Ni siquiera esperaron a que se disparara un solo tiro. Nosotros no somos cobardes. Ellos (la Comunidad Internacional) son parte de la historia y de las raíces del genocidio", declaró Kagame a los miles de asistentes.

Kigali ha acusado en repetidas ocasiones a la Comunidad Internacional de no hacer lo suficiente para detener a los culpables del genocidio y a algunas naciones, en particular Francia, de no reconocer su papel en la facilitación de los crímenes.

La ONU arremetió hace un par de semanas contra Kenia por no colaborar en la detención de uno de los máximos cerebros del genocidio, Felicien Kabuga , copropietario de la radio ruandesa "Mil Colinas", desde la que se instigaron las matanzas, de quien se sospecha se oculta en este país gracias a sus vínculos con ex altos cargos políticos.

El 6 de abril de 1994, el avión del entonces presidente ruandés, Juvenal Habyarimana, de la etnia hutu, fue derribado cerca del aeropuerto de Kigali cuando éste regresaba con su homólogo burundés, Cyprien Ntaryamira, de una reunión en Arusha, Tanzania, para aproximar posturas con los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés (FPR) que dirigía Kagame.

El asesinato de Habyarimana, cuya autoría nunca fue esclarecida, sirvió como pretexto a los hutus extremistas para emprender la matanza de los tutsis, a quienes acusaron de asesinar al presidente.

Durante cerca de cien días, entre 800.000 y un millón de tutsis y hutus moderados (según distintas versiones) f ueron asesinados por la milicia "Interahamwe", el Ejército y la propia población civil, incitada por los extremistas.

El objetivo de los militantes hutus era la exterminación de los tutsis, a quienes se referían como "cucarachas" de las que era "necesario deshacerse". Las matanzas terminaron en julio de 1994, cuando tomó el poder el FPR, actualmente convertido en partido político y que gobierna el país, en el que ya no existe la diferenciación racial de hutu o tutsi en los carnés de identidad de sus habitantes.

Kagame también encabezó ayer un simbólico funeral de los restos de las víctimas y subrayó que "la vida debe continuar; tenemos que construir un futuro mejor. Hemos logrado ya un significativo y tremendo progreso".