Coronel González Elul: «En quince meses no podemos preparar a los somalíes para que tengan un Estado fuerte»

—¿Diría que se puede hablar de éxito hasta ahora?

—Sobre los objetivos inicialmente marcados, sí. Eran ambiciosos y no solo se han alcanzado: se han superado.

—¿Cúales son esos objetivos?

—Formar una estructura de mando y control del Ejército somalí, es decir, jóvenes oficiales y suboficiales. A los suboficiales se les ha dado una formación adicional en otras especialidades: minas y artefactos explosivos, primeros auxilios, telecomunicaciones, combate en zonas urbanizadas, o módulos de infantería más específicos. Finalmente, hemos configurado pequeñas unidades de unos 30 hombres, que es el producto que hemos entregado al Gobierno de transición somalí.

—¿Puede un Ejército bien formado hacer de Somalia un estado fuerte?

—Para que un país avance, el primer paso es establecer unos mínimos de seguridad. Hasta que no se establezcan la ley y el orden, que es lo que pretendemos que devuelvan a Somalia estos soldados, no hay nada que hacer en el resto de áreas.

—¿Cuántos pasos faltan por dar hasta convertirlo en un país seguro?

—Es es un proceso a largo plazo. Hay que cambiar la propia idiosincrasia del pueblo somalí: las instituciones y los gobiernos —que son muy frágiles—, la estructura de tribus, las pocas costumbres democráticas... Todo eso no se mejora en quince meses.

—¿Estas tropas han recibido también formación para tratar con la población civil?

—Hay una parte de entrenamiento sobre derechos humanos, la ley de los conflictos armados y el trato con la población civil. E igualdad de género, muy importante en una sociedad islámica profunda como la somalí.

—¿Esta política de ordenar misiones de formación de soldados en países conflictivos, irá a más frente a la de intervención de tropas extranjeras?

—En África, yo creo que sí. Las labores militares, sobre todo las de la UE, van ir más por el entrenamiento para ayudar a construir capacidades, y que los propios países puedan hacerse en el futuro con el control de sus operaciones. Es el repetido dicho de «soluciones africanas para problemas africanos».

—En Somalia piensan, según los periodistas que informan desde la zona, que las tropas de la Unión Africana están un tanto limitadas para controlar la situación...

—Pero en los últimos días hemos visto que Al Shabab —la rama somalí de Al Qaida— ha abandonado Mogadiscio, así que han ganado terreno. Eso va a permitir que el Gobierno pueda extender su esfera de actuación, y que las ONG y organismos internacionales puedan inyectar más ayuda.

—¿Y los datos que dicen que Al Shabab sigue controlando un 70 por ciento del territorio?

—Desde Mogadiscio será más fácil extenderse a otras regiones. De todos modos, no creo que sea un 70 por ciento. Van decreciendo bastante.

—¿Cómo se puede combatir a Al Shabab, una organización con más poder que el propio Gobierno somalí?

—Ese es un problema global. Afecta a Somalia, pero tampoco se ha solucionado en Afganistán. Es muy fácil hacer el mal. No se necesitan grandes números para poder poner a un Gobierno en jaque. Arreglarlo requiere mucho tiempo y negociaciones, pero la base es siempre tener unas fuerzas armadas bien organizadas y consolidadas. Y a partir de ahí, ganar terreno.

—¿Cree que existe simpatía de los somalíes hacia los islamistas?

—No lo creo. La población se ve muchas veces forzada a seguir las órdenes de los que dominan su región, ya sean un clan, una tribu o un grupo terrorista. No por simpatía, sino por pura supervivencia.