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La dura Ley de Seguridad Nacional no aplaca las protestas de Hong Kong

En el 23.º aniversario de la devolución a China, decenas de miles de personas desafían la nueva regulación pese a la amenaza de cadena perpetua

Los disturbios dejan 370 detenidos, una decena de ellos por la recién aprobada ley, y siete policías heridos, uno apuñalado en un brazo

La Policía antidisturbios actúa en las protestas de Hong Kong EP
Pablo M. Díez

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Ni la prohibición de reuniones por el coronavirus ni la Ley de Seguridad Nacional impuesta por China, que amenaza con la cadena perpetua, aplacan las protestas de Hong Kong reclamando democracia. Desafiando la nueva regulación, decenas de miles de personas se echaron a las calles ayer, justo cuando se cumplían 23 años de la devolución a Pekín de esta antigua colonia británica.

Aunque la Policía había vetado la tradicional marcha del aniversario por el riesgo de contagio y los disturbios del año pasado, cuando fue asaltado el Parlamento local, la multitud ocupó el distrito comercial de Causeway Bay. Bajo una fuerte presencia policial, con 4.000 antidisturbios y su cañón de agua desplegado, no tardaron en estallar los incidentes, los insultos y las carreras.

En una nueva jornada de enfrentamientos que dejó siete agentes heridos, uno apuñalado en un brazo, los manifestantes jugaron al ratón y al gato por el centro de la isla y la Policía detuvo a 370 personas. Entre ellos figuran seis hombres y cuatro mujeres, una de ellas una chica de 15 años, como sospechosos de violar la Ley de Seguridad Nacional . Según publicitó la propia Policía en su cuenta de Twitter, el primer detenido por quebrantar esta legislación era un hombre que portaba una pancarta donde rezaba «Independencia de Hong Kong». Pero luego se descubrió que, dando buena cuenta del ingenio hongkonés, antes de dicha leyenda ponía en pequeñito «No a». Ahora está por ver si es acusado o no de secesión bajo la nueva ley, que prevé penas de entre tres años de cárcel y cadena perpetua para ese delito y los de subversión, terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras. Por otra parte, y según recogían las redes sociales, una mujer fue arrestada por llevar un cartel también a favor de la independencia y con las banderas de Estados Unidos y el Reino Unido. Será difícil que Hong Kong, una ciudad con una larga tradición liberal por su influencia occidental, renuncie de la noche a la mañana a su libertad de expresión y reunión.

Aunque el Gobierno local advirtió en un comunicado de que las proclamas a favor de la independencia pueden constituir un delito de secesión, los manifestantes no dejaron de cantarlas, pero sin ondear sus banderas. Quien sí estrenó cartel fue la Policía: uno donde avisaba a los manifestantes de que estaban participando en un acto y entonando unos eslóganes que estaban tipificados como «intentos de subversión y secesión». Como en protestas anteriores, jóvenes enmascarados y ataviados de negro montaron barricadas en llamas, rompieron baldosas del suelo y destrozaron escaparates de tiendas afines al régimen de Pekín. Para dispersar a la multitud, la Policía los bañó con su cañón de agua y con espray de pimienta y también lanzó gases lacrimógenos.

Entre las decenas de arrestados destacan varios diputados de la oposición, como Andrew Wan, presidente del Partido Democrático; Ray Chan y Tam Tak-chi, quien iba disfrazado con un uniforme antiguo de policía chino. «Estamos en las calles contra la Ley de Seguridad Nacional. Nunca nos rendiremos. Ahora no es el momento de renunciar », clamaba en Twitter el joven y combativo activista Joshua Wong, quien el día de antes había disuelto su partido Demosisto. A la vista de cómo se desarrolló el día, está claro que los manifestantes de Hong Kong no se han asustado ante las amenazas de Pekín.

Previamente, en el izado de la bandera para conmemorar la efeméride de la devolución, la jefa ejecutiva del Gobierno local, Carrie Lam, se congratuló de que «la promulgación de la Ley de Seguridad Nacional es un punto de inflexión para superar la actual parálisis y restaurar la estabilidad y el orden». En Pekín, el subdirector de la Oficina del Consejo de Estado para Asuntos de Hong Kong y Macao, Zhang Xiaoming, se defendió de las críticas extranjeras y aseguró que no será el fin de la fórmula «Un país, dos sistemas» . En teoría, este principio garantizaba la autonomía de esta excolonia hasta 2047, pero ha quedado en entredicho por la imposición de la ley sin pasar por el Parlamento local y sin que se supiera su contenido hasta su promulgación.

«Esta nueva ley tan dura está claramente destinada a intimidar y disuadir cualquier acción o declaración que pueda ofender al Partido Comunista de China. Su primer objetivo son los jóvenes manifestantes que apoyan la independencia o recurren a la violencia. El segundo: las ONG, medios y organizaciones foráneas que puedan infringir los intereses del régimen. Y el tercero son los activistas que tratan de conseguir el apoyo de gobiernos democráticos extranjeros», analiza para ABC el profesor Jean-Pierre Cabestan, politólogo de la Universidad Baptista de Hong Kong. Aunque destaca que Joshua Wong y otros activistas «han sido rápidos en disolver sus partidos políticos», cree que «los demócratas de Hong Kong seguirán luchando por la democracia y contra la invasión de sus libertades y su Estado de Derecho».

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