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Pakistán no perdona a Asia Bibi

Dos años después de su condena a la horca por blasfemar contra el Profeta, Asia Bibi sigue entre rejas esperando que se cumpla la sentencia. Sus familiares siguen siendo los únicos cristianos de la aldea

MIKEL AYESTARÁN

Rizwan ofrece un vaso de agua a los recién llegados. Hace mucho calor. Mi traductor lo coge inmediatamente y se lo bebe de un trago. «¿Qué haces, estás loco? ¿Eres musulmán? Es el vaso de un cristiano», exclama la multitud que se ha dado cita ... junto a la puerta azul de la única familia cristiana que queda en Itanwali, una polvorienta, pequeña y miserable aldea en el corazón del Punyab. Rizwan grita para que se aparten los curiosos y abre la puerta de su vivienda de adobe al periodista extranjero y su traductor. Aquí sobreviven los parientes de Asia Bibi, la joven que desde hace dos años permanece entre rejas condenada a la horca por blasfemar. Pese a que abogados y activistas de derechos humanos consultados en Islamabad y Lahore aseguraban que la familia se había visto obligada a trasladarse a Lahore «por motivos de seguridad», la hermana, Najwa, y los cuñados, junto a un buen número de sobrinos, permanecen en la aldea donde aseguran que no tienen ningún problema. «La propia Asia confesó ante nosotros y ante todo el pueblo su pecado, está claro que pronunció esas palabras y sólo Dios le puede proteger ahora», asegura su hermana, de luto porque hace quince días murió su hijo de apenas tres meses. Unas palabras que para Ali Dayan Hasan, representante de Human Rights Watch se explican debido «al grado de extrema pobreza de la familia. Viven rodeados de la gente que ha enviado a la horca a Asia, pero no tienen otro remedio que seguir allí».

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