Mykola Doroshko: «Si Putin invade Ucrania, lo hará por Bielorrusia»

Doroshjo menciona, desde la órbita ucraniana, las tres claves que podrían explicar la escalada de tensión con Rusia, que ha disparado recientemente las alarmas de Occidente. En primer lugar, el anhelo de Putin de conformar un imperio como la antigua Unión Soviética , rejuvenecida y fuerte, con capacidad de hacer frente a Europa y a Estados Unidos política y militarmente. «Rusia no puede construir nuevamente un imperio sin la unión de Ucrania», asegura el académico, que hace referencia a los otros países soviéticos que, a diferencia de Ucrania, quieren seguir siendo los «hermanos pequeños a quienes hay que cuidar».

Para ilustrar esta dependencia política y un tanto emocional de estos Estados, pone como ejemplo a los Gobiernos de Bielorrusia con Lukashenko y Kazajistán con Tokáyev, que en cuanto la población calienta las calles son los primeros en llamar a Moscú para que le preste su apoyo. Se refiere concretamente a las últimas protestas violentas en la ciudad kazají de Almatí, donde Rusia participó en la restauración del orden y la estabilización del país . «Ellos quieren vivir en el pasado y volver a ser lo que eran antes», exclama, convencido de que es imposible plantearse ahora mismo reconstruir un nuevo imperio ruso.

Tampoco pierde de vista la clave histórica, que es necesaria para explicar cualquier conflicto entre dos naciones. «Rusia se apropió de nuestra historia y del nombre de nuestro país y desde ese momento siempre ha creído que nosotros le pertenecemos», asegura el profesor, mientras enfatiza que Ucrania es una nación independiente desde 1991 y libre de decidir su destino. Lo que hoy se conoce como Kiev, en la mitad del siglo IX, bajo el dominio de los vikingos, se convirtió en la capital del primer estado eslavo oriental y tomó el nombre de Rus de Kiev. «Cuando Rusia ocupó con el ejército bolchevique nuestro territorio, nos robó nuestra identidad», prosigue, y recuerda que para Putin «somos una sola nación». Sin embargo, explica que la construcción del Imperio ruso fue posible porque «los habitantes de la Rus de Kiev no pudieron defender el país», al contrario de lo que sucede ahora.

Doroshjo también manifiesta el carácter europeísta de los ucranianos , que cada vez se desvinculan más de sus vecinos rusos, el claro motivo del malestar de Putin. «Querer entrar en la OTAN significa un problema para el presidente ruso, que no puede permitir que la Alianza Atlántica esté tan cerca de sus fronteras», asegura.

La idea de que Ucrania forme parte de Europa y que eso conlleve su integración a la OTAN perturba a Putin, que no esconde sus ambiciones expansionistas para construir un nuevo imperio bajo su dominio. Ya demostró hasta dónde está dispuesto a llegar cuando se anexionó la península de Crimea en 2014, después de un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional.

Preguntado sobre si cree en una posible invasión de Rusia a Ucrania, responde tajante que no. Sin embargo, hace algunas suposiciones: «De hacerlo, será después de los Juegos Olímpicos de invierno ». Para el experto, hay ciertos precedentes que se deben tomar en cuenta, como la la anexión de Crimea, que se produjo tras los Juegos de Invierno de Sochi, y la invasión a Osetia del sur y Abjasia, tras los Juegos Olímpicos de Pekín. Los próximos se celebrarán en la capital china entre el 4 y el 20 de febrero.

«Los soldados que Putin envió a Bielorrusia se van a quedar allí y el Kremlin no va a dar marcha atrás porque les interesa mantener vigilada a Ucrania », dice Doroshjo, que añade que el presidente ruso «necesita mostrar a su gente un trofeo» y, en caso de que no invada, será mostrar al mundo de una forma grotesca «los profundos lazos con el régimen de Lukashenko». En cuanto al apoyo mostrado por Occidente, valora la intervención de Biden, pero hace un inciso importante: «Si China decidiera invadir Taiwán, Rusia tendría la excusa perfecta para entrar en Ucrania y EE.UU. no podría ayudarnos».

Sobre la importancia del gas en la crisis, Doroshjo asegura que Rusia amenaza ahora que el gasoducto Nord Stream 2 está terminado , e insiste en que los rusos «no entrarán hasta que no consideren que están en riesgo sus intereses económicos».