Los «lobos solitarios» como el de Toulouse amenazan los Juegos de Londres 2012
Este tipo de terrorista que opera de forma aislada y espontánea es la principal pesadilla de los servicios de seguridad británicos
borja bergareche
Solo una característica de los «lobos solitarios» como el islamista que ha aterrorizado Francia durante una semana tranquilizaba a las fuerzas de seguridad: que debido a su impericia y falta de preparación, suelen cometer fallos antes o en el momento de cometer un ataque. Por ... eso, la frialdad y profesionalidad con la que Mohamed Merah , un francés de origen argelino de 23 años, asesinó a tres militares galos y, días después, causó una masacre en una escuela judía de Toulouse han provocado escalofríos en los servicios policiales británicos a apenas cuatro meses del inicio de las Olimpiadas de Londres.
El director del MI5 les considera como la principal amenaza terrorista
Este mismo martes, el director del servicio de inteligencia interior (MI5), Jonathan Evans, tomó la medida «poco habitual» –según « The Daily Telegraph »– de informar al gobierno en pleno, y no solo a los miembros del Consejo de Seguridad Nacional, sobre las amenazas terroristas que pueden ensombrecer los Juegos de Londres. Y a la cabeza, según ya reconoció en su día Scotland Yard, situó este perfil que los expertos califican de «lobo solitario» .
La casuística indica que este tipo de amenaza puede surgir en un entorno de extrema derecha, como el noruego Anders Breivik. Pero los servicios de seguridad están cada vez más preocupados por la emergencia de un «lobo islamista». Se trata siempre de individuos aislados, radicalizados en Internet, difíciles de detectar porque no frecuentan –en la versión islamista– los círculos de socialización habitual del yihadismo. Su peligrosidad radica en que actúan de forma espontánea, fuera de las cadenas de mando de organizaciones conocidas por la Policía o de las terminales regionales de Al Qaida. Los desequilibrados mentales conformarían un tercer tipo, individuos paranoicos u obsesionados, por ejemplo, con la Reina de Inglaterra.
Los servicios secretos británicos tienen a medio millar de agentes rastreando cualquier indicio que pudiera sugerir la existencia de un «lobo-solitario», una cifra que aumentará a medida que se acerquen las Olimpiadas. Además, Reino Unido está sometiendo a una intensa presión a sus aliados y vecinos, incluido España, para que estén alerta ante cualquier movimiento sospechoso.
Antecedentes en Reino Unido
El Reino Unido ha conocido al menos tres casos así en los últimos años. Roshonara Choudhry, nacida en Londres en 1989, apuñaló dos veces en el abdomen con un cuchillo al diputado Stephen Timms en mayo de 2010, en plena campaña electoral. Dijo actuar a modo de castigo por la guerra de Irak. Andrew Ibrahim, un converso al Islam nacido en Bristol en 1989, fue detenido en 2009 por posesión de explosivos y preparación de actos de terrorismo después de estudiar en Internet cómo hacer un cinturón suicida.
Nicky Reilly, por su parte, otro converso nacido en Plymouth, fracasó en su intento de atentado suicida en un restaurante de Exeter en mayo de 2008. La bomba casera que había fabricado solo explotó parcialmente cuando intentó volarse en los baños del Giraffe Café.
Los sucesivos golpes a Al Qaida desde los atentados del 11-S lograron una progresiva desactivación, primero, de la llamada «segunda generación» yihadista –grupos como el responsable de los atentados de 2001 en EE.UU., con comunicación directa con Bin Laden–, y también de lo que los expertos denominan la «tercera generación» del yihadismo global, en la que cabe encuadrar a los responsable del 11-M en Madrid o de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres. Grupos radicalizados y formados en la Europa occidental, y no «made in Afganistán» como sus antecesores, que seguían instrucciones de representantes regionales en contacto con las estructuras centrales de Al Qaida en la frontera afgano-paquistaní.
«Hemos pasado de un terrorismo centralizado a uno auto-iniciado», según una experta
Los «lobos solitarios» serían el legado residual –pero letal, como hemos visto en Francia– de una Al Qaida muy disminuida tras una década de acoso militar y policial, que culminó con la eliminación de Osama Bin Laden en mayo del año pasado. Una diáspora de aspirantes a terroristas, algunos –como Merah– «excedentes» de las «guerras santas» de Irak, Afganistán, y ahora Somalia, con suficientes niveles de acceso a material ideológico y logístico como para causar daños importantes.
«Hemos asistido a un cambio del terrorismo dirigido de forma centralizada al auto-iniciado», explica Anna Murison, experta en islamismo de Executive Analysis, una consultoría de seguridad y riesgos con sede en la City londinense. «Los antecedentes en EE.UU., incluso en Reino Unido, indican que suelen tener capacidades bajas, y que Al Qaida tiene muchas dificultades a la hora de reclutar directamente porque su red está muy infiltrada», asegura. « Pero basta un solo terrorista para cometer un atentado, recordemos al noruego Breivik ».
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