Nuevas fugas en otra central nuclear tras el potente terremoto de Japón
El potente temblor deja cuatro muertos, más de 130 heridos, cuantiosos daños materiales y medio millón de casas sin electricidad en la costa noreste nipona
PABLO M. DÍEZ
Con la pesadilla de Fukushima aún amenazando al mundo, el potente terremoto del jueves por la noche provocó nuevas fugas radiactivas en otra central nuclear de la costa noreste de Japón. En la planta atómica de Onagawa, ubicada en la castigada prefectura de Miyagi, aparecieron ... filtraciones de agua en sus tres reactores. El agua rebosó de las piscinas donde se almacena el combustible usado, altamente radiactivo. Aunque su temperatura aumentó, los reactores están apagados desde el terremoto y el tsunami de hace un mes, que golpeó a la central con olas de 13 metros.
“Hemos detectado una pequeña subida de la radiación dentro del edificio del reactor y estamos intentando encontrar las fugas”, anunció ayer la empresa que gestiona dicha central, Tohoku Electric, que aseguró que “no ha habido cambios en la radiactividad fuera del reactor”. Según la compañía, dos de las tres líneas eléctricas que refrigeran los reactores se averiaron con el temblor, pero las piscinas de combustible se enfriaron con el sistema que funciona y además hay un generador de emergencia.
Este nuevo percance añade aún más incertidumbre a la dramática situación que vive el noreste de Japón, donde el seísmo de 7,1 grados dejó cuatro muertos, más de 130 heridos, cuantiosos daños materiales por destrozos, incendios y escapes de gas y, lo que es más importante, cuatro millones de casas sin electricidad. Anoche, ya sólo quedaba medio millón de hogares a oscuras, pero el terremoto ha vuelto a entorpecer la lenta vuelta a la normalidad tras el tsunami del 11 de marzo.
Sendai, una ciudad de un millón de habitantes cuyos alrededores fueron barridos por olas de diez metros, se sumía en la oscuridad con comercios cerrados y farolas apagadas . Como en los días posteriores al tsunami, volvían las colas a las gasolineras y en las tiendas se agotaban las botellas de agua y la comida precocinada.
“Justo cuando parecía volver la normalidad, tenemos otro gran terremoto… Esta pesadilla nunca va a terminar”, se quejaba Gan, un profesor de inglés.
El epicentro del terremoto estuvo localizado a sólo 20 kilómetros de la central de Onagawa, donde curiosamente se han cobijado varios cientos de damnificados a los que el tsunami dejó sin hogar. El temblor causó cuatro fallecidos, entre ellos una mujer de 63 años cuyo respirador artificial falló por falta de electricidad y dos ancianos hospitalizados. Esta nueva réplica del terremoto de hace un mes, la más fuerte del millar registradas hasta ahora, metió aún más miedo en el cuerpo al sufrido Japón.
Además, el seísmo obligó a evacuar a los trabajadores que intentan controlar la siniestrada central de Fukushima 1 , donde estaban inyectando nitrógeno en los reactores para impedir nuevas explosiones como las que destrozaron parte de la planta días después de que el tsunami la inundara el fatídico 11-M nipón. Los operarios ya han regresado a sus desesperadas tareas para enfriar los núcleos y prevenir más fugas radiactivas.
Mientras los héroes kamikazes de Fukushima luchan contra la radiación, cientos de agentes de Policía enfundados en trajes especiales rastrean el perímetro de 20 kilómetros evacuado alrededor de la central en busca de los cadáveres que dejó el tsunami. Se trata de una “zona muerta” que, tras ser devastada por la ola gigante, sus habitantes tuvieron que dejar a la carrera por las fugas radiactivas de la planta atómica. En este apocalíptico escenario de casas destrozadas o abandonadas, montañas de escombros y coches arrastrados por la corriente, frigoríficos con la comida pudriéndose en su interior y perros vagabundos, aún hay más de 3.000 personas que aún no han aparecido. Como a muchas de ellas se las tragó el mar al retirarse, las autoridades calculan que en esta área permanecen más de un millar de cadáveres que no pueden ser recogidos por sus altos niveles de contaminación. Antes de ser entregados a sus familiares o incinerados, deben ser debidamente limpiados.
En medio de tanta mala noticia, Toyota anunció que entre el 18 y el 27 de este mes reiniciará la producción de coches en sus fábricas , detenida hasta ahora por los apagones y el desabastecimiento de piezas. Nissan hará lo propio el lunes, si no lo impide otro terremoto o un nuevo escape radiactivo.
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