¿Qué se espera de Xi Jinping, el nuevo hombre fuerte de China?
Los retos que tiene son muchos y difíciles: la desaceleración de la economía, la corrupción, la contaminación y las demandas de mayor libertad que exige la población
pablo m. díez
Tras diez años en el cargo, Xi Jinping ha relevado a Hu Jintao como secretario general del Partido Comunista de China y, a partir del próximo mes de marzo, dirigirá el destino de la nación más poblada del planeta durante la próxima década. ... Su nombramiento no sólo afecta a sus 1.350 millones de compatriotas, sino al resto de este mundo globalizado que, para bien o para mal, está cambiando a marchas agigantadas por el auge imparable de China.
Al término del reciente Congreso del Partido , su nueva cúpula compareció ante la Prensa nacional e internacional en el Salón Oriental del Gran Palacio del Pueblo, un imponente edificio de estilo soviético enclavado en plena plaza de Tiananmen, junto a la entrada a la Ciudad Prohibida de Pekín y el mausoleo del «padre de la patria», Mao Zedong. 63 años después de que el «Gran Timonel» declarara, desde ese mismo lugar, que el pueblo chino se había levantado, la «Quinta Generación» de dirigentes comunistas se disponía a tomar el relevo en la segunda potencia del mundo.
Uno tras otro, los siete miembros del Comité Permanente del Politburó , el órgano de máximo poder en el país, aparecían de detrás de un biombo decorado con una pintura de grullas y, distribuyéndose a ambos lados según el orden de su jerarquía, se plantaban ante cientos de periodistas, que llevaban esperándolos casi una hora. En el centro, ante un mural con un paisaje de la Gran Muralla, destacaba Xi Jinping, quien sucederá a Hu Jintao como presidente de China en marzo, durante la reunión de la Asamblea Nacional Popular , el Parlamento orgánico del autoritario régimen chino.
Era la misma escenografía de siempre, el mismo salón, los mismos trajes oscuros con corbata roja y los mismos tintes en el pelo para teñir las canas de los veteranos mandatarios, pero algo había cambiado. Respondiendo con una amplia sonrisa a los aplausos que le dispensaban los siempre serviles periodistas chinos, Xi Jinping saludaba con la mano y hasta se disculpaba por su retraso, algo impensable en su antecesor, el hierático Hu Jintao . Luego, tan relajado que incluso llegó a acodarse sobre el atril desde el que hablaba, pasó a enumerar los grandes retos a los que se enfrenta: la desaceleración de la economía nacional por la crisis, las crecientes desigualdades que ha traído el frenético desarrollismo chino, la corrupción generalizada entre las autoridades, la contaminación y las cada vez mayores demandas de derechos , de momento más sociales que políticos .
Aparte de sus nuevas formas, ¿qué se puede esperar de Xi Jinping? «Es más próximo a la gente y más emotivo que Hu Jintao, que era demasiado rígido y no expresaba ningún sentimiento», explica a ABC desde Taiwán el profesor David Huang, exviceministro del Consejo de Asuntos con China continental y miembro de la Academia Sínica . Aunque este experto cree que «Xi Jinping tiene un estilo propio», aclara que «su liderazgo será colectivo y tendrá que consultar sus decisiones con los otros seis miembros del Comité Permanente, entre los que hay cinco aliados del expresidente Jiang Zemin. Por ese motivo, le resultará difícil emprender reformas económicas, al menos durante los dos primeros años , y por supuesto no habrá ninguna apertura política».
Moverse con cautela
Nacido hace 59 años en Pekín, a Xi Jinping se le conoce como uno de los «principitos» del régimen porque su padre, Xi Zhongxun, luchó junto a Mao Zedong en la guerra civil (1945-49) y llegó a ocupar altos cargos en el nuevo Estado comunista. Sin embargo, pronto descubrió que el poder también puede ser muy peligroso en China porque su progenitor fue purgado durante la «Revolución Cultural» (1966-76) y él acabó trabajando en el campo en la provincia agrícola de Shaanxi cuando era sólo un adolescente. «Lo que sufrió en aquella época le hará ser más cauto. Sabe cómo funciona el sistema y que el poder puede perderse de un día para otro en China», advierte David Huang.
Tras licenciarse en Ingeniería Química por la prestigiosa Universidad de Tsinghua en 1979 , cuando Deng Xiaoping empezaba a abrir el país al capitalismo , su padre aprovechó que había sido rehabilitado para ayudarle a escalar posiciones en el régimen. Con la consigna del desarrollo económico , contribuyó a la industrialización de las provincias costeras de Fujian y Zhejiang , que albergan buena parte de las cadenas de montaje de la «fábrica global» junto a Cantón (Guangdong) . Gracias a sus éxitos, reemplazó en 2006 a Chen Liangyu, el influyente secretario local de Shanghái defenestrado por corrupción. A partir de ahí, su ascenso fue meteórico y en octubre de 2007, con motivo del anterior Congreso del Partido Comunista, entró en el todopoderoso Comité Permanente del Politburó . Un año después, pasó una crucial prueba de fuego al encargarse con éxito de la organización y seguridad de los J uegos Olímpicos de Pekín .
Casado en segundas nupcias con Peng Liyuan, una famosa cantante que pertenece al Ejército, tiene una hija, Xi Mingze , que estudia en Harvard bajo un nombre falso . Curiosamente, allí se ha licenciado este año Bo Guagua , el hijo de Bo Xilai , el popular dirigente defenestrado por corrupción cuya esposa asesinó al socio británico que les ayudaba a evadir su fortuna. Debido a la lucha de poder que este caso ha desatado entre las distintas facciones del Partido Comunista, la familia de Xi Jinping también se ha visto salpicada en los últimos meses por la sospecha , sobre todo cuando Bloomberg reveló en junio que su fortuna ascendía a más de 300 millones de euros . Otro ejemplo más de que, en China, el poder político y económico van de la mano y es imposible hacer negocios sin «guanxi» (contactos) con las autoridades o sus parientes.
«Hay muchos intereses creados que sueñan con un futuro glorioso para China que exige el control autoritario del Partido Comunista, lo que hace improbable que desaparezcan los problemas internos que atenazan al país y preocupan a sus vecinos», resume Edward Friedman , profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Wisconsin-Madison . Olvidando a los reformistas, el régimen chino intenta lavarse la cara con las nuevas formas de Xi Jinping, pero en realidad no parece más que un mero maquillaje con el que enmascarar su continuismo.
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