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La hija de Mitterrand muestra en un libro las miserias internas del Elíseo

Mazarine Pingeot. ABC

PARÍS. La publicación de un libro de Mazarine Pingeot sobre su padre, François Mitterrand (1916-1996), desentierra heridas nacionales sin cicatrizar, cuenta por lo menudo el más íntimo de los secretos de Estado del último medio siglo, y deja al descubierto el inquietante funcionamiento de los poderosos resortes de la Presidencia de la República, utilizados sin pudor por un padre con pocos escrúpulos, con el fin de maquillar sus caprichos íntimos.

«Bouche cousue» («¡Punto en boca!», «¡A callar!», Ed. Flammarion) también se presenta como un escándalo publicitario. El editor ha concedido al semanario Le Nouvel Observateur la exclusiva de varios capítulos. El semanario tiene la «exclusiva». El editor es «pagado» con una portada. Y el resto de la prensa denuncia un «montaje», irritada por la maniobra publicitaria.

Mazarine Pingeot nació el 18 de diciembre de 1974. Su padre tenía 58 años. Su madre, Anne Pingeot, algo más joven, era la última amante oficial del futuro presidente, del que se conocían varias «aventuras» bien repertoriadas, padre de otros dos hijos, nacidos de su matrimonio con Danielle Gouze-Rénal, Danielle Mitterrand, con la que había contraído matrimonio en 1944.

Cariño, ironía y cierta distancia

Mazarine tenía seis años y medio cuando su padre llegó al Elíseo, el mes de mayo de 1981. Veintitrés años más tarde, Mazarine cuenta con cariño, ironía, respeto, admiración y cierta distancia la historia de sus relaciones secretas con un padre presidente de la República, que instala a su amante y a su hija en una residencia anexa a la residencia oficial del jefe del Estado, ocultando su existencia a su familia legal, aunque era conocida por algunos íntimos, uno de los cuales terminó suicidándose.

Mazarine cuenta pormenorizadamente grandes y pequeñas miserias, escenas de un vodevil que duró trece años y terminó en una tumba.

Mazarine emociona cuando recuerda a su madre llorando, el día del triunfo electoral de Mitterrand, relegada al puesto de amante impresentable. Y sorprende por su alegría indiferente ante los manejos de su padre, capaz de crear una célula «anti terrorista» cuyo primer fin fue espiar periodistas y chantajear a quienes pudieran revelar la existencia de una hija oculta. «Hija ilegítima de un hombre político», escribe Mazarine, maniobrando en «un avispero complicado», por donde pululan, policías, periodistas, políticos, esposa legítima, amante con chofer, cocineros que fingen no saber, guardaespaldas pagados por callar...

Catorce años junto al Elíseo

Mazarine cuenta como vivió catorce años junto al Elíseo, en una residencia oficial, entrando y saliendo a toda hora por la puerta trasera de la residencia del jefe del Estado, donde su padre engañaba a todo el mundo.

La mentira se prolongó hasta el 10 de noviembre de 1994, cuando el semanario Paris-Match reveló la existencia de Mazarine. A partir de ahí, la historia se precipita. Canceroso, Mitterrand se sabía condenado. La amante, la esposa, la hija y los hijos del mismo hombre con dos mujeres, solo se abrazaron, por vez primera, en el cementerio, ante la tumba. Difunto Mitterrand, sus hijos, su hija, su amante y su esposa volvieron a separarse. Hasta hoy.

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