Gordon Brown, el líder que se quedó sin mensaje ante la crisis
En primavera, dentro de ocho meses, el Reino Unido habrá consolidado los brotes verdes de la recuperación económica, según las previsiones de los organismos internacionales. El 6 de mayo los británicos cambiarán de primer ministro, según la predicción unánime de las encuestas.
«Curiosamente, la ... mejora económica está perjudicando al Gobierno. Cuanto más optimista es la gente sobre la recuperación, peor están los laboristas en las encuestas», constata el profesor Patrick Dunleavy, especialista electoral de la London School of Economics (LSE).
Dunleavy explica sus datos mostrando un gráfico muy elocuente. Una línea muestra el estado de ánimo de la población en relación a la economía; la otra, la situación de Brown en las encuestas. En los primeros zarpazos de la crisis, la primera estaba por lo suelos, mientras que la segunda reflejaba la alta estima que aún se tenía al recien estrenado primer ministro. Hoy es al revés, con una población muy esperanzada sobre la evolución de la situación y un laborismo con el peor estado de salud demoscópico en cuarenta años (26 por ciento, frente al 43 por ciento de los «tories»).
«Las dos líneas se cruzaron el pasado mes de abril», dice Dunleavy. Una fecha que coincidió con la reunión del G-20 en Londres, momento de mayor esplendor mediático de Brown y que le llevó a presentarse como el «salvador del mundo» en un desliz que tuvo en el Parlamento.
Tony Travers, especialista en finanzas públicas de la LSE, reconoce que la izquierda británica se ha quedado sin mensaje en esta crisis. «Primero decían el lema de siempre de que los laboristas invierten mientras los conservadores recortan. Luego pasaron que los laboristas hacen recortes sensatos, mientras los conservadores recortan de modo salvaje». Pero también aquí se han quedado sin discurso, pues el plan de austeridad anunciado por los «tories» ha sido recibido con traquilidad por la ciudadanía.
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