Santos apuesta por permitir que las FARC participen en la vida política del país

En vistas a que las negociaciones para poner fin a 52 años de conflicto comenzarán el 8 de octubre en Oslo (Noruega), Santos ha reafirmado su intención de aplazar un alto el fuego hasta que se alcance un acuerdo final aunque la guerrilla aboga por una tregua. «Si veo que no hay progreso, que simplemente están tratando de ganar tiempo, voy a ponerme de pie y seguir trabajando como de costumbre. Y es por eso que no hay alto el fuego, sin disminución de nuestras operaciones militares y mi agenda de gobierno continua como estaba hasta entonces», ha defendido el mandatario colombiano. Sectores de la oposición, con el expresidente Álvaro Uribe —con quien estuvo como ministro de Defensa— a la cabeza, han reprochado que el proceso de paz iniciado suponga tender la mano a las FARC, dándoles un balón de oxígeno cuando más atenazados les tiene el Ejército y la Policía colombiana.

«Sabía que si no les pega duro, nunca los llevaría a una mesa de negociaciones», ha dicho Santos, «hacer la guerra es mucho más fácil que hacer la paz». « Algunas personas piensan que la paz puede lograrse matando al último miembro de las FARC y eso no es posible», ha sentenciado Santos. Las condiciones actuales son las «adecuadas» para dar a este conflicto una «salida negociada», ha agregado. Santos ha supeditado el éxito de las negociaciones a una agenda «corta» y «pragmática» que no redunde en las raíces del conflicto para evitar divergencias insalvables. Las negociaciones de paz entre las FARC y las autoridades colombianas se han producido de forma puntual desde 1980, el último de ellos fue en 2002, lanzado por el otrora presidente de Colombia, Andrés Pastrana.