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Europa pierde el control contra el terror

En un continente inundado de refugiados, la población ha llegado al hartazgo de sus líderes

Asistentes al homenaje en Saint-Etienne-du-Rouvray al sacerdote Jacques Hammel, asesinado por yihadistas en la localidad AFP
Hermann Tertsch

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«Tengo miedo. Quiero que se vuelvan a sus países. Ya no salgo de casa porque tengo miedo siempre a que cualquiera de ellos nos haga daño». Quien así habla es una señora que fue vecina de Mohammed Daleel, el joven sirio que se voló por los aires a la puerta de un café en la pequeña localidad bávara de Ansbach ... . Le ayudó mucho cuando llegó. Le acompañó al médico, a hacer trámites. Ella siempre había ayudado a refugiados e inmigrantes. Siempre creyó que los alemanes se lo deben a los demás. Compartía la célebre frase de la canciller Merkel: «Lo vamos a conseguir». Porque Alemania es rica y generosa, podrá integrar a todos los que llegaban a sus fronteras pidiendo socorro. En ella, como en tantos, parece latir el deseo de compensar con un alarde de bondad el alarde de maldad que lastra la historia alemana del siglo XX. Ahora ya no cree en ello. La bomba lo ha cambiado todo. En los últimos meses Mohammed salía poco de su habitación en una residencia en la que viven muchos como él. «Tenía un portátil nuevo y no se movía de él». Allí conectó con Daesh . Donde recibió instrucciones para su bomba. La vecina se siente traicionada. Como los que acogieron al joven afgano que atentó en Würzburg. También grabó un vídeo y se jactó de ir a matar a quienes le acogieron. ¿Llegaron con órdenes? ¿Las recibieron aquí? ¿Eran depresivos o inestables antes? ¿Qué mas da?

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