¿Una española en Downing Street?

Mientras Samantha Cameron ha comenzado a protagonizar actos públicos, siguiendo los pasos de Sarah Brown, Míriam González (a diferencia de sus contrincantes, ha mantenido la costumbre española de preservar su apellido original), de 41 años, prefiere quedarse un paso atrás. Pero ello no significa que no esté en plena campaña, junto a su marido, como en la conferencia del partido del pasado domingo.

En Brujas

«Adelante, yo te apoyo», le dijo Míriam a Nick cuando éste optó a tomar las riendas de su partido en 2007. «Siendo la hija de un político, sabía lo que me esperaba», ha comentado en referencia a su padre, José Antonio González Caviedes, que fue alcalde de Olmedo y senador de la UCD y del PP, fallecido en accidente de tráfico en 1996. El matrimonio se conoció en Brujas, cuando ambos estaban haciendo un posgrado en el Colegio Español. La castellana había estudiado previamente Derecho en Valladolid. El británico era antropólogo, de padre medio ruso y madre holandesa. Nick Clegg, que ya entonces tenía inquietudes políticas, hablaba inglés, francés, alemán, holandés y un poco de ruso y pronto se lanzaría a aprender también español. «Estaba claro que iba a terminar en política», dice de su marido, con el que se casó en 2000, «pero no me importaba, porque es un mundo que a mí siempre me atrajo».

Además de experiencia política propia, pues entre 1999 y 2004 Míriam trabajó en Bruselas en el gabinete del comisario Chris Patten, la española ha demostrado saber moverse entre las minas de la política británica. Al poco de ascender su marido a líder liberal-demócrata se produjo la primera crisis mediática, que ella capeó bien. Una revista masculina había preguntado a Clegg con cuántas mujeres se había acostado antes de casarse, y él respondió que «con no más de treinta». «Era una respuesta chistosa a una pregunta un poco descarada», justificó luego ella. «Fue sacada de contexto y extralimitada, probablemente con intención política. No creo que el asunto hubiera tenido la más mínima importancia en España. Y no creo que debiera haberlo tenido aquí».

La gurú de bebés

La última sobreexposición ante la prensa ocurrió en enero, cuando los Clegg se vieron enfrentados a la gurú británica en materia de bebés, Gina Ford, después de que el líder político considerara «absolutamente sin sentido» aplicar a rajatabla las estrictas órdenes de su libro. La cuestión es que Miguel, de diez meses y el menor de los tres hijos del matrimonio (los tres tienen el nombre en castellano), se había puesto a llorar en medio de la noche. Nick se había levantado tres veces y, sin saber ya qué hacer, su mujer le sugirió que consultara lo que aconseja Gina Ford. «¿Qué dice el libro?», le preguntó. Y el político explotó: «Basta, tenemos que acabar con esto. He subcontratado mis instintos paternales a ese libro».

Tras pasar por el Parlamento Europeo, Clegg fue elegido diputado en 2005. Con la mudanza a Londres, su mujer trabajó en el Foreign Office y luego pasó a un bufete de la City especializado en comercio, en el que sigue trabajando.