La derecha portuguesa lucha por no entonar un fado
Rui Rio ha ido creciendo en intención de voto y las elecciones generales de hoy muestran una dura pugna con los socialistas
El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa , lo dejó claro cuando convocó las elecciones generales anticipadas hace un par de meses: «Las legislativas constituyen el único camino para terminar con la incertidumbre». Y el día D ha llegado, justo cuando se cumplen ... siete años de Gobierno socialista y determinados sectores abogan por un cambio.
Nunca antes en los más de 47 años de democracia, que van desde la Revolución de los Claveles hasta hoy, se habían tumbado unos Presupuestos Generales y ahí quedó sembrada la semilla de los comicios precipitados. No había otra solución que disolver la Asamblea de la República y ver la evolución de los acontecimientos, ya que los comunistas y el Bloco de Esquerda (equivalente a Unidas Podemos) no dieron su brazo a torcer y se hicieron añicos las cenizas de la ‘geringonça’ (que no coalición), vigente entre 2015 y 2019 con el apoyo de esas dos mismas formaciones.
En los últimos días, la crispación se podía cortar en el ambiente. Las espadas están en alto en la arena política portuguesa, que lleva semanas en campaña, después de que la Navidad estuviera marcada por las apelaciones a los votantes, sobre todo debido el arranque al aluvión de debates televisivos entre los candidatos.
Nada menos que 36 enfrentamientos dialécticos en las diferentes cadenas, con varios días salpicados por tres de ellos a lo largo de la tarde-noche y Chega , partido similar a Vox, dando la nota con propuestas mucho más extravagantes que sus ‘hermanos’ españoles.
Pero fue el día de cierre de las actividades cuando se precipitó el carrusel de porcentajes, con los dos principales líderes clausurando sus arengas a escasos metros de distancia.
En medio de las multitudes, Antonio Costa eligió el corazón del Chiado para jalear a las hordas socialistas, mientras que Rui Rio le dio la réplica ante la marea naranja del PSD junto al emblemático Arco de Rua Augusta, en la Baixa.
Era una doble comparecencia marcada por los sondeos postreros, que arrojaban un 35% de los votos para el PS y un 33% para los moderados. La sorpresa, por tanto, es posible y todas las opciones parecen estar abiertas.
Chega, a lo Vox
Y la lucha por el tercer puesto también se va estrechando, con el Bloco de Esquerda rondando la barrera del 6%, al igual que Iniciativa Liberal y los omnipresentes Chega, cuyo líder, André Ventura , está captando adeptos por el flanco derecho entre los simpatizantes del PSD decepcionados con la estrategia nada beligerante de Rui Rio . Un populista empedernido, capaz de reconocer que no estaba vacunado y señalado como «mal ejemplo para los portugueses» por esta circunstancia. Para cortar una posible cascada de reacciones en contra, ya ha prometido: «Me vacunaré próximamente». Ahí se quedó su aviso antes del estallido del ‘caso Djokovic’.
Mientras los socialistas siguen encomendándose al actual primer ministro, Antonio Costa , el principal emblema de la oposición no ha dado el salto a mudar de rostro visible y continúa en manos de un Rui Rio que ha mostrado (una vez más) su perfil aparentemente tibio en los debates donde se le ha podido ver.
Tanto es así que ya anunció su disponibilidad a pactar con su gran rival socialista con tal de «garantizar la gobernabilidad» del país. De modo que muchos portugueses no entienden cómo es posible que desvele una carta de semejante calibre antes de las elecciones.
El crítico Paulo Rangel estuvo a punto de desalojarlo de la cúpula del PSD, pero finalmente Rio se rehizo y venció en las primarias de la formación, celebradas a comienzos del mes de diciembre. Salió reforzado y su idea de reunificar la derecha está dando sus frutos, a juzgar por lo que ind
No obstante, los conservadores portugueses están temerosos del avance de Chega y también de la irrupción de Iniciativa Liberal (IL), gracias a la labor desempeñada por Joao Cotrim de Figueiredo.
Tanto este último como Ventura no dudan en alzar su voz para denunciar la anestesia política a la que somete el Gobierno socialista a la población lusa… pues desde que alcanzaron el poder a final de 2015 tapan los numerosos problemas de verdad con declaraciones institucionales falsamente idílicas que dibujan una suerte de país irreal.
Con todo, Rui Rio se beneficia de las intenciones del voto moderado y del relativo desgaste de Costa por la gestión de la pandemia del coronavirus, no tan errática como la de España pero cada vez más discutida por su falta de resultados.
Estas elecciones se realizan en una franja de tiempo que no es la ideal para la derecha portuguesa. Cree en la perspectiva de una victoria pero que sigue dependiendo más de los deméritos ajenos que de los aciertos propios. «Solo hace seis meses, pocos acreditaban que podía materializarse desbancar a Antonio Costa», declara el analista Nuno Gouveia a este periódico.
El mismo experto argumenta: «Después de la salida de Passos Coelho del liderazgo del PSD, la derecha no ha dejado de sumergirse en un proceso de reconfiguración y las elecciones que se avecinan representarán la confirmación en este sentido».
Si Rui Rio vence, continuará su labor. Si pierde, su futuro político se complica bastante. No hay vuelta atrás para su destino.