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Daesh mata al menos a 31 personas en Bruselas

Dos atentados coordinados contra el aeropuerto y una estación de metro llevan el terror a la capital europea

Recuerdio a las víctimas de los atentados REUTERS

ENRIQUE SERBETO

Cuando entró en la sala de prensa del sótano de la sede de la presidencia del Gobierno belga, el primer ministro Charles Michel tenía marcada en su rostro la pesadumbre del que estaba siendo uno de los días más terribles de su vida. En la puerta del edificio, a diferencia de lo que es habitual, no estaba la Policía militar, sino que la vigilancia la habían asumido agentes de las fuerzas especiales armados hasta los dientes y cubiertos con pasamontañas, señal evidente del grado de alerta.

Las dos veces que compareció lo hizo junto al fiscal general, Frédéric Van Leeuw; el ministro del Interior, Jean Jambon; el de Asuntos Exteriores, Didier Reynders y la de Sanidad Maggie de Block. Pero le tocó a Michel pronunciar las palabras más duras: «Hoy es un día negro para Bélgica, ha sucedido lo que nos temíamos». En esos momentos, poco antes del mediodía, ni siquiera se había podido establecer el número de víctimas de la bomba en la estación de metro de Maelbeek, a escasos 600 metros de allí.

Aunque insistía en asegurar que su prioridad era tratar de salvar al mayor número de heridos, a nadie le hacía falta una confirmación oficial de ningún tipo para saber que se trataba de un atentado yihadista y que estaba relacionado con la detención el pasado viernes de Salah Abdeslam , uno de los autores de la matanza de Paris del 13 de noviembre , es decir, que los atentados de ayer en Bruselas -al menos de 31 muertos y 187 heridos- han sido probablemente una venganza de las redes terroristas infiltradas en Bélgica.

Cuando se hizo pública la reivindicación por parte del Daesh (el mal llamado Estado Islámico) ya no cabía ninguna duda. A primera hora de la tarde ya se habían desvelado también algunas filmaciones de las cámaras de seguridad de los tres autores del atentado del aeropuerto, uno de los cuales habría sobrevivido y estaba siendo intensamente buscado.

Línea de salida

De alguna manera, estos atentados significan volver a la línea de salida, con los servicios de seguridad belgas nuevamente a la caza de un fugitivo, con la diferencia de que en este caso todavía no se conoce ni el nombre ni el origen del nuevo «enemigo público numero uno». Pero el riesgo está lejos de haberse conjurado. La Policía llevó a cabo a lo largo del día nuevos registros en toda la ciudad, sobre todo en los lugares donde estuvo buscando a Abdeslam, y en uno de los registros en el barrio de Schaarbek se encontraron más armas, una bomba lista para ser utilizada y otra bandera de Daesh, señales inequívocas de que el atentado estaba siendo preparado desde hace tiempo.

Y la bandera de Daesh no era algo carente de significado. El fiscal insistía que no se puede hablar todavía de una relación entre estos atentados y los de París. Pero Daesh quiere que se sepa que sí. «Combatientes del Estado Islámico (Daesh) han llevado a cabo una serie de atentados con cinturones de explosivos y otros artefactos este martes, tomando como objetivo un aeropuerto y una estación de metro en el centro de Bruselas, capital de Bélgica, un país que participa en la coalición internacional contra el Estado Islámico» afirmó la agencia Aamaq, a la que se considera como portavoz de este grupo de fanáticos asesinos que controla algunas zonas de Siria e Irak. «Dichos combatientes -seguía el comunicado- han hecho fuego en el interior del aeropuerto de Zaventem , antes de que varios de ellos hicieran estallar sus cinturones de explosivos, mientras que otro mártir hizo explotar su cinturón explosivo en la estación de metro de Maelbeek». Si realmente conocían los planes de los terroristas o se limitaron a repetir lo que contaban los medios de comunicación no es lo más importante. Lo único evidente es que el grupo terrorista más terrible del yihadismo islámico está detrás de este ataque.

El primer atentado fue en la zona de entrada del aeropuerto donde se encuentran los mostradores de embarque. Los terroristas se suicidaron en las proximidades del mostrador de Américan Airlines, pero en realidad fue en un área de paso, frente al mostrador de información, no lejos de la puerta por la que muy probablemente entraron con sus cargas mortíferas. El fiscal federal Van Leeuw no tardó en reconocer oficialmente que al menos una de las dos explosiones fue obra de un terrorista suicida, luego admitió que los suicidas eran dos. Algunos pasajeros que estaban cerca revelaron después que lo primero que escucharon fueron algunos disparos, gritos en árabe y la terrible detonación. Y después una segunda.

Cámaras de seguridad

La Policía difundió a través de la agencia belga las imágenes de las cámaras de seguridad en las que se pueden ver a tres personas que empujan carros de maletas y que se cree que son los autores del atentado. Se les ve transportando unas maletas negras en la zona de facturación de la zona de salidas. Dos llevan ropa negra y pantalones beige y un guante en la mano izquierda, lo que se considera una señal de que podrían estar ocultando los detonadores. El tercero luce una barba recortada pero el rostro lo oculta bajo un sombrero. Los servicios de seguridad esperan que haya quien pueda identificar a estos individuos, o al menos al que se cree que sigue vivo y está huyendo. La Policía encontró a mediodía una tercera bomba sin explotar en el aeropuerto, después de haber llegado a la zona cero con infinitas precauciones, teniendo en cuenta que todo el espacio estaba lleno de maletas abandonadas y potencialmente sospechosas, porque los miles de pasajeros habían sido evacuados a toda prisa. De hecho, los artificieros del Ejército hicieron explotar muchas de esas maletas sospechosas por temor a que hubiera aún más bombas.

Marc Decramer, administrador del hospital universitario Gasthuisberg de Lovaina, señaló que la mayoría de las víctimas que atendieron allí presentaban heridas que indican que las bombas contenían tornillos. Una fuente hospitalaria citada por la agencia de noticias Belga aseguró, por su lado, que casi todos los heridos atendidos sufrieron fracturas, quemaduras y graves cortes provocados por objetos metálicos.

En la estación de metro de Maelbeek la explosión se produjo media hora más tarde. El metro es un lugar específico para hacer daño a mucha gente y la estación fue elegida sin duda por su proximidad específica a las instituciones europeas. Las primeras imágenes eran confusas y no lograban ilustrar la gravedad de los efectos de esa bomba. El diario «Le Soir» fue el primero en poner en su edición electrónica una fotografía que revelaba que la explosión se había producido en el interior de un vagón. «En Maelbeek, la situación es muy complicada», confirmaba un miembro del Gobierno belga antes incluso de que se supiera el número de víctimas. La estación tiene sus principales salidas en la despejada Calle de la Ley y debajo de un puente que la atraviesa, en las proximidades de las principales sedes comunitarias. Los responsables europeos decidieron reducir el número de reuniones y mantener a todos los funcionarios en el interior de los edificios oficiales, para reducir su exposición a posibles peligros. Fuera, las operaciones de evacuación de los heridos duraron más de 4 horas y el trasiego de ambulancias fue interminable.

Si se confirma todo lo que se deduce de esta sucesión de señales, se puede suponer que hay terroristas que han sobrevivido a los ataques y que estarían en estos momentos huyendo y tratando de ocultarse en el enjambre de complicidades que le sirvió a Abdeslam para esconderse durante cuatro meses.

Alerta máxima

El organismo encargado de determinar la amenaza terrorista elevó el grado de alerta al máximo nivel (4 de 4) y el Gobierno ha decretado tres días de luto nacional . «Es un momento de tragedia y es importante estar unidos y ser solidarios, porque estamos determinados a hacer frente a esta situación» dijo Michel en la comparecencia retransmitida por televisión a todo el país.

Horas antes, el lunes por la tarde, los fiscales de Bélgica, Van Leeuw, y Francia Francois Molins, habían comparecido juntos en Bruselas para mostrar la determinación de los dos países de seguir cooperando en materia de lucha antiterrorista con la idea de desentrañar por completo la madeja de complicidades y de redes de apoyo que hicieron posibles los atentados. «Hemos podido descifrar muchas piezas pero todavía estamos lejos de haber completado el rompecabezas», dijo el fiscal Van Leeuw que apuntaba a la posibilidad de que si Abdeslam, el superviviente de los ataques de París «decide colaborar y nos da informaciones podremos arrojar una luz diferente sobre el caso y aclarar algunas zonas grises».

Las zonas grises se convertirían en bombas ayer por la mañana. La sucesión de los ataques fue elegida con una perversidad inesperada, porque el grueso de las ambulancias disponibles en Bruselas para el plan de catástrofes fue enviado al aeropuerto, de modo que cuando se produjo el atentado del metro, la ciudad no disponía casi de vehículos. Los que estaban en Zaventem no podían circular con fluidez en medio de un monumental atasco de las principales arterias. Las autoridades tuvieron que pedir ayuda a las provincias limítrofes para que enviasen sus ambulancias a Bruselas, para poder trasladar los heridos a la quincena de hospitales por los que fueron distribuidos.

Plaza de la Bolsa

Cuando caía la noche, cientos de personas empezaron a concentrarse de forma espontánea en la plaza de la Bolsa, un lugar emblemático donde los bruselense suelen acudir en caso de grandes acontecimientos, ya sean victorias deportivas o momentos de gran recogimiento. El de ayer ha sido sin duda uno de esos momentos graves, en los que los ciudadanos de este país y los miles de europeos de otras nacionalidades expresaron una tristeza sin límites. Esa plaza no está muy lejos del barrio de Molenbeek, donde nació y vivió Salah Abdeslam y donde hay una numerosa comunidad musulmana. Los belgas habían descubierto en noviembre con no poca amargura que desde ese barrio se habían planeado los crímenes.

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