Cae el dique de contención

Italia da por suspendido el Tratado firmado con Gadafi, fundamental para frenar la inmigración ilegal hacia la UE durante los últimos dos años

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Para contener la inmigración clandestina, Italia firmó con Libia, el 30 de agosto 2008, un Tratado de Amistad y Cooperación que, además de favorecer grandes inversiones, permitía devolver los inmigrantes capturados en sus aguas. ¿El resultado del acuerdo? La reducción de la inmigración desde Libia ... a Italia en un 65% y a Malta en un 98%, según datos comparativos de Frontex entre los nueve primeros meses de 2009 y 2010. Pues bien, ese dique de contención de la inmigración hacia el sur europeo acaba de caer.

Ayer Italia anunció la suspensión del acuerdo tal y como hizo saber el ministro italiano de Defensa, Ignazio La Russa: «De hecho, el tratado Italia-Libia no existe ya, no es operativo, está suspendido», afirmó La Russa. «Por ejemplo, los hombres de la Guardia de Finanzas que estaban en las lanchas para controlar lo que hacían los libios, que tenían el mando (en la vigilancia de las costas contra la inmigración ilegal), ahora están en nuestra embajada. Nosotros esperamos que el día de mañana haya un Estado libio en disposición de respetarlo», añadió.

Muamar Gadafi siempre utilizó la inmigración clandestina como arma para amenazar a Europa. En su último viaje a Italia causó indignación por sus excentricidades y su tono chantajista, advirtiendo que «Europa podría convertirse en África, en un nuevo continente negro» si Libia no recibía 5.000 millones de euros anuales como pago por sus gastos para contener la emigración clandestina.

Subsaharianos en Libia

Pasada la crisis tunecina, ahora Italia y toda la UE —sobre todo los países mediterráneos— observan con zozobra el vacío de poder creado en Libia y temen una avalancha de inmigrantes de dimensiones bíblicas. La Liga Árabe calcula que desde Libia pueden partir unas 300.000 personas los próximos meses. Más alarmantes son las estimaciones de la Agencia Europea para el Control de las Fronteras (Frontex): entre 500.000 y 1,5 millones de inmigrantes «se dirigirán a Italia, Malta y Grecia. Se trata de personas procedentes de países subsaharianos que trabajan en Libia y otros países del norte de Africa».

El análisis de Frontex confirma los peores presagios del gobierno italiano que habla de «éxodo bíblico». «Hay que evitar —añade el Gobierno— que Libia se transforme en un nuevo Afganistán o Somalia a dos pasos de nuestras costa». Además todas las alarmas han saltado con el caos en Libia porque «no existe ningún control en las fronteras ni se patrulla en las costas», explica el ministro del Interior italiano, Roberto Maroni, quien estima que unos 2.5 millones de subsaharianos trabajan en Libia y de ellos un 10-15% podría intentar escapar.

Todavía no han comenzado la llegada de embarcaciones procedentes de Libia. Hay que tener en cuenta que la inmigración clandestina está en manos de mafias —cobran entre 1.000 y 2.500 dólares por «el viaje de la esperanza»— cuya actividad se ha suspendido momentáneamente ante el caos imperante en el país. Para luchar contra esos criminales y afrontar la ola de ilegales, Italia considera que necesita la solidaridad de la Unión Europea.

En Bruselas, la petición del Gobierno italiano —con apoyo de España, Francia, Grecia, Malta y Chipre— para que los Veintisiete hagan frente al «riesgo de una emergencia migratoria de proporciones inimaginables» no fue bien acogida. Pretendía Italia un fondo de solidaridad de 100 millones de euros y una política de asilo que permitiera redistribuir los refugiados.

Los ministros de Alemania, Suecia, Finlandia, Austria y Bélgica consideran alarmistas las estimaciones de Italia sobre la llegada de inmigrantes. Europa, por tanto, minimiza y su solidaridad es vacilante, dejando a Italia y a los otros cinco países del sur frente a una amenaza que afecta a toda Europa, porque, como afirmó el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, España e Italia son «la puerta de Europa» y los prófugos «no vienen a Italia, vienen a Europa».

El proceso de Barcelona

«Esto que vemos ante nuestros ojos —escribe el sociólogo Khaled Fouad Allam (Universidad de Trieste) en “Il Sole 24 Ore”— es fruto del fracaso total del proceso de Barcelona que tendría que haber creado un espacio Euromediterráneo: hubo muchas promesas, pero muy pocas realizaciones concretas». «Lo más preocupante —añade el profesor Allam—, es que en Europa todas las políticas migratorias han sido nacionales y no comunitarias. Cada Estado interviene además en función de las condiciones del momento, con políticas coyunturales en lugar de estructurales». Y, ahora, el aluvión parece que se viene encima.

Desde el inicio de las revueltas en el Norte de África, a Italia han llegado 6.300 inmigrantes, de los que 6.200 son tunecinos. Actualmente quedan en la isla de Lampedusa unos 800. El resto ha sido distribuido en otros centros, fundamentalmente en Sicilia. Todos serán repatriados, salvo los que obtengan el derecho de asilo. Por ahora solo lo han solicitado 200 inmigrantes. Sin embargo, todo hace presagiar que lo peor está por llegar.

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