Quién es quién en Azawad

La creación de un nuevo Estado al norte de Malí amenaza con abrir un nuevo horizonte ideológico en la región. Sobre todo, ante las intenciones reales de sus líderes

EDUARDO S. MOLANO

“Corán y Suna como fuentes del derecho”. El mantra parece claro. Las implicaciones reales de citar a los textos del Islam, no tanto.

La generación espontánea, esta semana, de un nuevo Estado al norte de Malí por parte de los rebeldes laicos del Movimiento ... Nacional por la Liberación de Azawad (MNLA) y los islamistas de Ansar Dine amenaza con abrir un nuevo horizonte ideológico en la región. Sobre todo, ante las intenciones reales de sus ejecutores.

Pese a que ambas facciones siempre han evitado realizar cualquier mención específica sobre la participación (o no) en el futuro Gobierno de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), la biografía afectiva de Iyad Ag Ghaly, líder de Ansar Dine, no deja ningún lugar a la duda .

Ya a finales del marzo, tras la conquista de la ciudad de Tombuctú, este líder islamista tuareg (apodado “el león del desierto”) invitaba a una reunión de alto nivel a tres prominentes caudillos de AQMI -Mokhtar Belmojtar, Abou Zéid, y Yahya Abou Al Hammam- para analizar la configuración ideológica de la próxima administración.

El historial de los implicados no era menor. Según denuncia el “think tank” estadounidense Jamestown Foundation, el primero de ellos -apodado “Belaouar” o “de un solo ojo”-, fue el encargado directo de realizar, a comienzos de año, una adquisición de armamento a gran escala procedente del conflicto de Libia, precisamente, para dinamitar el Sahel.

Ya por entonces, Belmojtar dirigía uno de los principales batallones de AQMI en la franja de desierto que se extiende entre Argelia, Chad, Níger, Malí y Mauritania, donde sus hombres mantienen como rehenes a varios ciudadanos europeos .

“A pesar de los esfuerzos (de las democracias regionales) para controlar sus fronteras, grandes cantidades de armas y municiones de los arsenales libios fueron introducidos de contrabando en la región”, denunciaba un informe realizado por un panel de control de Naciones Unidas. En él se detalla todo tipo de material de guerra, de granadas a misiles antiaéreos. “Las armas fueron desviadas por ex combatientes libios, tanto regulares del Ejército como mercenarios que combatieron en nombre de Muammar Gadafi”, añadía el informe.

Amistades peligrosas

Mientras, y a pesar de las acusaciones, el líder de Ansar Dine (y a la postre futuro jefe de Gobierno del nuevo Estado), tan solo otorga la callada por respuesta sobre la escasa idoneidad de sus amistades.

Quizá nada queda ya de la habitual dialéctica pacifista de este paladín local, quien hace tan solo una década servía de enlace habitual entre los servicios secretos occidentales y la red terrorista de Bin Laden para poner fin a la oleada de secuestros que sufría la región.

En aquellos años, y antes de que un viaje a Pakistán descubriera su verdadera “fe”, la cantinela de Iyad Ag Ghaly era bien diferente: “No no soy partidario de la independencia (del norte de Malí). Lo que quiero es la sharia para mi pueblo”, aseguraba.

Sin embargo, y pese a la virulencia de las amistades de este nuevo Estado (o quizá por ello), su reconocimiento internacional parece tan solo una utopía .

Los precedentes juegan en su contra. A mediados de 1991, Somaliland se independizaba de forma unilateral de la metrópolis Somalia tras la caída del dictador Siad Barre. Desde entonces, este país “de facto” -situado al norte de su ex Gobierno- goza de total autonomía internacional (diferente capital, diferente presidente, diferente moneda, diferente visado), pese a que, en la actualidad, tan solo se encuentre “reconocido” por potencias regionales como Etiopía o Yibuti.

El lenguaje, eso sí, era bien diferente.

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