Cameron promete que habrá referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea

Todo comenzó en enero de 2013. Presionado por el ala más euroescéptica de los «tories», Cameron prometió una consulta para antes de 2017. La sombra de los eurófobos de Nigel Farage también planeó sobre su decisión. El primer ministro no podía permitir que este partido, campeón del repudio a Bruselas, le arrebatara a parte de sus votantes. Una amenaza hoy desaparecida, ya que el UKIP tan solo ha obtenido un escaño en el Parlamento y su líder ha dimitido.

Tal y como expuso Cameron en 2013, su objetivo era replantear la relación de su país con la Unión Europea, de la que forma parte de 1973. Lo cierto es que Reino Unido ya posee un estatus especial en ella, dado que no tiene el euro y tampoco pertenece a Schengen, el espacio sin fronteras interiores formado por 22 países.

Para el primer ministro, el nuevo vínculo debía tener al «Mercado Común en el corazón», y repatriar muchas de las competencias delegadas en Bruselas. «Cuando hayamos negociado este nuevo acuerdo, ofreceremos a los británicos un reférendum con una simple alternativa de salirse o quedarse», explicó entonces. Otras peticiones de reforma afectaban a cuestiones vinculadas a la política exterior, a la Política Agraria Común (PAC) y a la política energética.

Con esas cartas sobre la mesa, Cameron solo puso una condición para celebrar el referéndum: que los británicos le reeligieran en las elecciones de mayo de 2015. Un requisito cumplido con creces, dado que los conservadores obtuvieron la mayoría absoluta en los comicios celebrados ayer.