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Por qué palestinos e israelíes se disputan los lugares santos de Jerusalén

La nueva ola de tensión entre ambas comunidades tiene como foco principal la zona conocida como la explanada de las mezquitas, sagrada tanto para el islam como para el judaísmo

Por qué palestinos e israelíes se disputan los lugares santos de Jerusalén

guillermo d. olmo

La reciente ola de tensión que se vive en Jerusalén entre israelíes y palestinos tiene uno de sus focos principales en la zona conocida como la Explanada de las Mezquitas. Aunque, por supuesto, no es esta la única causa de los nuevos episodios violentos que se están registrando en la milenaria ciudad, la hipersensibilidad religiosa en torno a este corazón histórico es una de las aristas más delicadas de un conflicto siempre a punto de reactivarse.

Los palestinos continúan descontentos porque Israel prosigue con su política de colonización y construcción de asentamientos en Cisjordania y en Jersualén Este pese a las reiteradas condenas de la comunidad internacional . Además, todavía están recientes las heridas de la guerra estival en Gaza, en la que el Ejército israelí causó numerosas víctimas en la población civil.

A esto se ha sumado ahora la querella en torno al área histórica de Jerusalén que los israelíes conocen como el Monte del Templo y los musulmanes como al-Haram al-Sharif. El islam considera la mezquita de Al Aqsa, sita en la explanada que aquí se ubica, su tercer lugar sagrado, por detrás de la Meca y Medina. También aquí se levanta el Domo de la Roca, desde donde el islam sostiene que el profeta ascendió a los cielos tras haber sido trasladado hasta allí desde la Meca por un ángel. Aquí se ubicaba la roca donde Abraham se propuso sacrificar a su hijo según el relato bíblico.

El judaísmo por su parte sostiene que allí se alzaba el segundo Templo, destruido por el emperador romano Tito hace 2.000 años. Los judíos pueden visitar el lugar, pero no orar en él, aunque lo hacen en uno de los muros laterales, el de las Lamentaciones. Precisamente, el Muro de las Lamentaciones debe su nombre a que es ahí donde los judíos lamentan la destrucción de ese templo mítico.

De la gestión del área sagrada para los musulmanes se ocupa un comité de esta confesión, mientras que del control del acceso se ocupan los isralíes desde la guerra de los Seis Días, en 1967, en la que ocuparon Jerusalén Este. Como medida de seguridad establecieron la prohibición de entrar a la parte de Al Aqsa a los no musulmanes.

Voces como la del rabino ultranacionalista Yehuda Glick, tiroteado la semana pasada por un terrorista palestino y que ahora se debate entre la vida y la muerte en un hospital, reclaman que los judíos puedan rezar en la zona vetada, algo que los mahometanos ven intolerable. En los últimos días se han producido enfrentamientos entre los seguidores de Glick que intentan acceder a la zona exclusivamente reservada a los musulmanes y los fieles de esta religión que allí se concentran. Estos incidentes han obligado a las autoridades israelíes a cerrar al público una zona que es uno de los principales reclamos turísticos de Jerusalén, una decisión que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, no dudó en calificar de «declaración de guerra». Sus contundentes palabras que dan idea de lo peliagudo que es este asunto.

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