Referéndum Escocia
«Queremos ser patriotas y escoceses, pero sin un Estado independiente», claman los orangistas
El ruidoso desfile de unos 15.000 miembros de la Orden de Orange por el centro de Edimburgo en favor del «no» incomoda a la campaña contra la secesión por su pasado sectario
borja bergareche
Las principales calles del centro de Edimburgo han estado cerradas al tráfico toda la mañana para dejar paso al incómodo desfile de miles de miembros de la Orden de Orange. Con el característico son de los tambores y flautas y las habituales enseñas protestantes y ... unionistas, la marcha ha situado por un día en el centro del debate escocés los últimos resquicios de las guerras religiosas de antaño. Los pubs de la Milla Real de la ciudad, ocupada por cientos de turistas, permanecían custodiados por porteros en alerta, mientras la policía ha mantenido un fuerte despliegue para evitar enfrentamientos.
Los pubs de la Milla Real estaban custodiados por porteros en alertaLas autoridades habían advertido a los comercios y pubs del centro de la ciudad que la manifestación podría derivar en enfrentamientos entre las hinchadas de los dos clubes locales que, en la segunda división del fútbol escocés, simbolizan aún los agravios históricos entre católicos y protestantes. Pero el desfile de 15.000 orangistas, según estimaciones de la policía local, no había generado altercados al mediodía.
«La fuerza de nuestra presencia hoy aquí demuestra nuestra grave preocupación por la amenaza inminente a la Unión que tanto apreciamos», ha dicho Edward Stevenson, el Gran Maestre de la Logia Orangista de Irlanda, con sede en Belfast, durante el mítin que han celebrado en un parque de la ciudad.
Trasfondo futbolístico
En un mar de banderas británicas y simbología unionista -el color naranja, los iconos de Guillermo de Orange, Martín Lutero o la Reina-, Stevenson ha reivindicado que "la fuerza de la Unión es que es posible ser escocés y patriota -al igual que inglés, galés y norirlandés- pero sin formar parte de un Estado independiente, las distintas capas de nuestra identidad nacional no pueden separarse".
La Policía se temía que los seguidores del Hibernian («Hibs» para los locales), fundado en 1875 por inmigrantes irlandeses en la ciudad, pudieran protagonizar incidentes con hinchas de su eterno rival, el Hearts, de lejana herencia protestante. En ayuda de estos podrían acudir seguidores radicales del Glasgow Rangers , que conforman el reducto más duro de la identidad protestante escocesa con dosis más o menos tamizadas de racismo anti-irlandés y, por extensión, anticatólico.
Los fans del «Hibs», como los del Celtics de Glasgow, se identifican por el color verde heredado de su vinculación con la minoría irlandesa y católica que emigró a Escocia huyendo de la Gran Hambruna en 1850. Se estima, de hecho, que casi un cuarto de los escoceses tiene orígenes irlandeses. Estos conforman el grueso del 16% de católicos practicantes que hay en Escocia en la actualidad, por un 32% de fieles presbiterianos de la mayoritaria Iglesia de Escocia.
Pero en Glasgow, la ciudad más poblada de Escocia con 600.000 habitantes, el porcentaje de católicos se eleva al 29% debido a la fuerte huella histórica de la inmigración irlandesa. Por eso, la rivalidad de las hinchadas más radicales del Rangers y del Celtics es el último reducto donde pervive el racismo anticatólico de los colonos protestantes, muchos de ellos escoceses, que el Imperio despachaba a imponer el orden en la vecina Irlanda.
Dados estos antecedentes, la marcha orangista en contra de la independencia resulta incómoda, en realidad, para las dos campañas en liza. La Orden de Orange fue fundada en el Ulster en 1795 como una fraternidad de defensa de la superioridad protestante en recuerdo del rey anglo-holandés Guillermo de Orange, que derrotó al católico Jaime II en 1690. En Escocia, surgió en 1798 por soldados que regresaban de combatir a rebeldes irlandeses, y tiene unos 50.000 miembros. Ha sido asociada tradicionalmente al Partido Conservador.
Marcha «sonora y orgullosa»
Los orangistas ya habían anunciado que sería una manifestación «sonora, orgullosa y ruidosa», según ha anunciado Ian Wilson, expresidente de la organización. «Edimburgo, ya llegamos bajando por la calle», advertía esta semana en Facebook la Banda de Flautas de Defensores de Orange de Glasgow. Pero su mensaje en defensa del Reino Unido no es bienvenido en la campaña «Mejor Juntos» , que se ha negado a aceptar a la Orden de Orange en su coalición por el «no».
Los orangistas, por su parte, les acusan de haber hecho una campaña demasiado «académica». Sin pasión... ni tambores ni flautas, es de suponer. La campaña por el «no» temen que el desfile de orgullo protestante que se espera hoy pueda empujar a ciertos votantes católicos, asociados generalmente al laborismo, hacia las filas del «sí».
Con los sondeos en un virtual empate, la campaña unionista ha observado con preocupación cómo aumentaba el porcentaje de exvotantes laboristas que se pasan a las filas independentistas. Según YouGov, un 35% de quienes votaron al Partido Laborista en 2011 defiende el «sí». En un escenario tan impredecible, cualquier factor descontrolado podría inclinar la balanza.
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