Los ciudadanos europeos apoyan a Ucrania, pero no quieren enviar armas

Más de la mitad de los europeos, un 58 %, apoyan a Ucrania incluso si mantener esa postura significara llegar a un conflicto continuado con Rusia. De hecho, un 68% de los ciudadanos comunitarios encuestados estaría de acuerdo en aumentar el apoyo económico a Ucrania, y un 61% opina que deberían imponerse mayores sanciones económicas a Rusia . Sin embargo, tan sólo el 25 % de los ciudadanos europeos aceptarían que la UE enviara material y equipamiento militar al país, según unos datos recogidos por el estudio Transatlantic Trends en junio de 2014 y y que incluyen a diez países de la Unión Europea (entre ellos España), Estados Unidos, Turquía y Rusia.

Tampoco parecen muy dispuestos a que la Unión Europea permita a Ucrania su entrada en la OTAN , (46%), una postura que dista de la que mantienen los ciudadanos estadounidenses, quienes en un 68% estarían de acuerdo en ofrecer al gobierno ucraniano entrar en la Alianza. Más abiertos se muestran los europeos a una posible entrada de Ucrania en la UE, una posibilidad con la que el 52 % se mostraría gustoso.

La crisis de Ucrania, cuyo nudo se centra en la división de los propios ciudadanos ucranianos entre los que prefieren orbitar en torno a Rusia y los que quieren acercarse a la Unión Europea, ha despeñado en las encuestas de opinión pública las imágenes positivas de uno y otro bando.

En Europa, el 68% de los ciudadanos tienen una imagen desfavorable o muy desfavorable de Rusia, una opinión que se ha visto reflejada en entre los rusos, quienes tienen, en un 52 %, una imagen negativa de la Unión Europea.

Y en Estados Unidos, el tercero en discordia, la opinión negativa que los ciudadanos tienen de Rusia es del 71%. Sin embargo, por mucho que los estadounidenses censuren la actitud internacional de Rusia en un 71%, los rusos no se quedan atrás, y un 72 % tienen una imagen negativa o muy negativa de Estados Unidos. Estas cifras han subido vertiginosamente, pues en 2012 sólo en 41% de los rusos tenían una imagen desfavorable del país del otro lado del Atlántico.