Santos visita a los batallones colombianos para enseñar a los militares «a hablar de paz»

Hablándoles en un tono paternal, el presidente Santos, que fue ministro de Defensa estrella en la anterior administración con el expresidente Uribe , pues logró debilitar buena parte de la cúpula de las FARC al eliminar a varios de sus líderes, prometió que les aumentará el salario a soldados y policías y que «si se acaba la guerra, los miembros de la Fuerza Pública serán veteranos de este conflicto y verán recompensado su sacrificio». Los soldados lo entienden. Hace dos años que los unos y los otros están negociando los cinco puntos centrales de una ambiciosa agenda de paz .

Pero en la práctica, aplicar lo acordado no es fácil y mucho menos cuando se está negociando todavía en medio del conflicto. Los unos y los otros llevan más de 50 años matándose . En Colombia son más de cinco millones de víctimas. Se habla de perdón, de olvido, de reparación, de inclusión. Las víctimas han viajado a La Habana, un acto que en tres rondas de negociaciones históricas jamás se había producido.

Sin embargo esta semana, cuando se retomaron las negociaciones en Cuba , se presentó un nuevo cruce de declaraciones. El jefe rebelde Pablo Catatumbo afirmó que si el gobierno está en proceso de estudiar la desmovilización y la entrega de armas de la guerrilla, ellos van a «estudiar el regreso de la fuerza militar a su rol constitucional de guarnecer nuestras fronteras, el desmonte de los batallones de contrainsurgencia (...), la reducción del pie de fuerza y la insinuación de algunas reformas profundas en su doctrina militar».

La respuesta fue inmediata. Santos, quien estará toda esta semana haciendo pedagogía sobre el proceso de paz en las bases militares, les pidió a los soldados intensificar la ofensiva militar para «lograr el fin del conflicto lo más pronto posible».

Paradójicamente, mientras ocurría esta «mostrada de dientes», las Naciones Unidas avanzaban en la selección de las nuevas doce víctimas que viajarán a La Habana el próximo 10 de septiembre. Aunque no se sabe quiénes irán, lo que sí se sabe es que los frutos de la primera visita ya se pueden observar, por ejemplo, en la carta de Constanza Turbay, en la que afirma que su encuentro con sus victimarios le ha permitido ir sanando heridas. Turbay perdió a toda su familia asesinada por las FARC.