¿Por qué no se atreve Europa a sancionar a Rusia?

Francia ya ha advertido que su contrato de venta de navíos de guerra a Rusia es intocable, algo que ha producido más de un roce con el Reino Unido y con otros países pequeños de la Unión. París perderá mucho dinero si se rompe el contrato, deberá pagar una multa a Moscú, y además Rusia está capacitada para construir esos navíos si fallan los franceses. Por otra parte, París participa en tres importantes contratos rusos para el suministro de vehículos blindados a la India, así como los cazas Su-30MKI y MiG-29K. Las cacareadas sanciones europeas contra Rusia en el comercio bélico son en realidad intrascendentes. Moscú, segundo exportador mundial de armas después de EE.UU., tiene mercados mucho más interesantes que el europeo.

En el terreno estrictamente comercial, la dependencia energética con Rusia complica mucho la adopción de sanciones a nivel europeo. Hoy por hoy, Europa no puede prescindir de la energía rusa ni siquiera temporalmente, o bajar el precio del petróleo y el gas, como se hizo en 1980 cuando las tropas soviéticas invadieron Afganistán. Los combustibles, en especial el gas, son el principal producto importado por la Unión Europea. La UE exporta a Rusia sobre todo tecnología, maquinaria, vehículos y bienes de consumo.

Pueden producirse más medidas simbólicas -por ejemplo, trabas a la concesión de visados para una lista amplia de personajes políticos o empresariales rusos- pero no es previsible que la presión de Europa sobre Rusia cristalice en sanciones económicas serias.