La Unión Europea se planta ante el obstruccionismo de Reino Unido

A fuerza de negarse a discutir, el británico ni siquiera ha logrado incluir sus exigencias respecto a la reforma y la revisión de las competencias de la UE en el programa de orientación de la legislatura que los líderes estudiaron en la cena informal que celebraron en el museo de la I Guerra Mundial. El párrafo pensado inicialmente para complacer a Cameron ha sido incluso retocado en la dirección contraria. El primer proyecto de conclusiones afirmaba: «En consonancia con los principios de subsidiariedad y proporcionalidad, la Unión ha de concentrar su acción en los ámbitos en los que realmente puede marcar la diferencia. Debe abstenerse de actuar cuando los Estados miembros pueden lograr mejor los mismos objetivos». Pero en las nuevas conclusiones se ha eliminado la expresión «abstenerse de usar sus competencias», que era un guiño a quienes piden que Bruselas devuelva parte de sus poderes a los gobiernos nacionales. En materia de libre circulación, otro de los asuntos en los que Londres quería señales fuertes, la cumbre se limitará a indicar que es necesario «preservar» ese derecho de los ciudadanos europeos «de los abusos» de los sistemas de protección social, pero sin ninguna mención a un mayor control en las fronteras interiores.

Aunque en la cena no se tenía que tomar ninguna decisión (fue una cita informal y además no estaban presentes todos los primeros ministros) se esperaba que el presidente del Consejo, Herman van Rompuy, hiciese un último intento para convencer a Cameron de que renuncie en el último momento a exigir una votación en la reunión de hoy en Bruselas, teniendo en cuenta que la perdería y que solo serviría para ahondar su aislamiento.

Sin embargo, el propio Cameron dijo ayer en Bruselas que está decidido a ir al voto porque cree que «es importante que la gente sepa que yo hago lo que digo». Y aunque ha excluido también cualquier reacción rupturista por su parte, ha insistido en que cree que los demás miembros del Consejo «cometen un error» al aceptar el proceso de vincular el resultado de las elecciones europeas al nombramiento del presidente de la Comisión.

El líder británico está decidido a convertir esta derrota en «el primer paso de una larga campaña para lograr reformas en la Unión Europea y una mejor posición de Gran Bretaña» que muy probablemente le llevará al crucial referéndum de 2017. Una vez perdidos los apoyos de los primeros ministros de Suecia, Fredrik Reinfeldt, y de Holanda, Mark Rutte, que se habían aliado con Cameron en su operación para impedir la designación de Juncker, el único sostén explícito del británico era ayer el nuevo primer ministro finlandés Alexander Stubb, quien cree que si se le encomienda a la nueva Comisión un programa de liberalización económica «los británicos no deberían sentirse como perdedores».