Los ucranianos confían en que las presidenciales sean el punto de partida hacia el final de la crisis

Todos parecen ser conscientes de la importancia de los comicios presidenciales como punto de partida hacia el final de la crisis . Al mismo tiempo, no se percibe regocijo ninguno porque la recuperación se divisa como algo muy lejano. La grave situación económica que atraviesa Ucrania, la amenaza de desintegración aún latente, la violencia en Donetsk y Lugansk , la profunda reforma que necesita el Estado, la lucha contra la corrupción y el futuro de las relaciones con Rusia son algunos de los principales desafíos.

En medio de un paisaje de desolación, con el pavimento desprovisto de adoquines, la sede de los sindicatos chamuscada por el incendio que la destruyó en una de las cargas policiales y rodeados de hileras de neumáticos, Valentín, Yuri, Vladímir y Mijaíl departen mientras fuman cigarrillos. «No nos iremos de aquí mientras los responsables de las muertes habidas y los ladrones que han esquilmado el país no estén en la cárcel», comenta Valentín. Todos ellos proceden de distintas partes de Ucrania, pero ahora se han instalado en Kiev. Salvo Mijaíl, que es ruso y pernocta en una de las tiendas, los demás viven en casas de amigos o en locales habilitados por la organización del Maidán para el medio millar escaso de activistas que aún no han vuelto a sus casas o se han enrolado en la Guardia Nacional.

Yuri, que es militante de la organización ultranacionalista Spilna Sprava (Causa Común) y va vestido con un uniforme de camuflaje, señala que «ahora no podemos exigir mucho a este Gobierno porque es provisional. Cuando sea elegido un nuevo presidente y forme Gabinete, veremos qué decisiones toman. Si no se cumplen las exigencias por las que comenzamos esta revolución, sobre todo acabar con la corrupción y democratizar el país, esta plaza volverá a llenarse de gente».

«Sabemos que un país que se encuentra en la situación de Ucrania no puede cambiar radicalmente en unos meses, pero necesitamos ver pronto signos de que los nuevos dirigentes emprenden el camino correcto», afirma Mijáil. Todos se han hecho a la idea de que el próximo jefe del Estado será muy probablemente el magnate, Piotr Poroshenko, algo que no les causa entusiasmo, pero tampoco rechazo. «Los políticos y los medios de comunicación nos lo han metido por los ojos. Parece que la gente no tenemos otra alternativa que votar a Poroshenko», se lamenta Vladímir.

Evgueni Kurmashov, experto del instituto de estudios políticos y sociología «Gorshenin» de Kiev, admite que «la precaria situación en la que se encuentra Ucrania aconseja dotarse de un presidente lo antes posible y no esperar tres semanas más a una segunda vuelta electoral. A juzgar por los sondeos, la población lo ha comprendido así».

Las encuestas conceden a Poroshenko entre el 45% y el 55% de los sufragios. Para ser elegido en primera vuelta hace falta obtener el 50% de los votos más uno. Sin embargo, la segunda en liza, la ex primera ministra, Julia Timoshenko , no pasa del 15%. Serguéi Tiguipko, antiguo hombre del depuesto Yanukóvich, lograría solamente un 7%. El resto de los candidatos quedarían por debajo del 5%.

Kurmashov cree que la ventaja de Poroshenko «se debe a una conjunción de circunstancias favorables para él más allá de sus méritos». El politólogo hace referencia el desgaste que sufre Timoshenko y al hecho de que dos de las principales figuras que dirigieron el Maidán, el actual primer ministro, Arseni Yatseniuk, y el boxeador Vitali Klichkó, no sean candidatos a la Presidencia. El empresario, según Kurmashov, «ha actuado además con acierto, estando visible en momentos clave, ayudando a la revuelta, y huyendo del protagonismo en la tribuna del Maidán». Otra cosa, subraya el especialista, «es lo que pase después, si es elegido, cuando tome las riendas del país. Se enfrenta a una situación extraordinaria con menos poderes de los que tenía Yanukóvich»