Al Assad, los crímenes impunes de otro dictador victorioso
Con la emblemática ciudad de Homs recién conquistada, el régimen sirio va camino de ganar la guerra civil. Como hiciera su padre, el presidente sirio se mantiene en el poder a sangre y fuego
Al Assad, los crímenes impunes de otro dictador victorioso
El pasado dos de mayo, una caravana de siete autobuses con los últimos 300 combatientes de la oposición al régimen de Bachar Al Assad abandonaban la derruida ciudad de Homs . Tras la rendición de los rebeldes, las fuerzas gubernamentales tenían así vía libre para ... adueñarse de una población que han asediado y castigado sin piedad durante dos años. Mucho han cambiado las cosas desde que, en marzo de 2011, Homs se convirtiera en el escenario de las protestas de la juventud siria contra la dictadura, en la esperanza de hacer triunfar en su país los mismos aires de cambio que habían barrido a déspotas tan duraderos como Gadafi en Libia, Mubarak en Egipto o Ben Alí en Túnez. Pero con Al Assad fue diferente. Como confirman los últimos acontecimientos, ahora es él quien vuelve a tener la sartén por el mango y, ahora sí, la agencia de noticias oficial a su servicio puede clamar con razón que «la victoria está cerca».
Lejos quedan ya el verano pasado, en el que un ataque de Estados Unidos como represalia al uso de armas químicas contra la población civil parecía inminente. La Administración Obama finalmente no dio el paso y optó por buscar un entendimiento con Rusia, gran valedora de Al Assad, que se plasmó en un acuerdo para la destrucción de su arsenal químico. Dicho acuerdo, a la postre, no se ha cumplido más que parcialmente y en la práctica ha servido para conjurar la amenaza de una intervención militar occidental como la que derrocó a Gadafi que pendía sobre el gobernante alauí.
Al Assad sigue en el poder y los sirios martirizados por una guerra en la que, como han puesto de manifiesto numerosos observadores independientes, ninguno de los contendientes muestra respeto alguno por los derechos humanos. En palabras de Yves Daccord, director del Comité Internacional de la Cruz Roja, «lo peor es que en Siria ya nadie tiene esperanza». Todos los que podían huir lo han hecho ya y se estiman en unos 150.000 los muertos por el conflicto.
Tras los pasos de su padre
En su estrategia de sangrienta represión de la insurgencia, Al Assad no hace sino repetir el patrón seguido por su padre, Hafez Al Assad, que lo precedió al mando del país y que también aplastó por la vía de las armas una insurrección islamista. Hafez tuvo su Homs en la ciudad de Hama , arrasada por las bombas en 1982 tras un asedio que se cobró miles de vidas.
En la guerra actual de Bachar, las atrocidades se suceden. Aunque, tras las amenazas de Washington, accedió a deshacerse de su armamento no convencional, entidades como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos denuncian que el régimen persiste en sus bombardeos con barriles de petróleo sobre objetivos civiles, con especial encarnizamiento sobre Alepo, donde son frecuentes estos ataques y su rastro de cadáveres en el centro de la ciudad. Por otra parte, un informe internacional elaborado por juristas expertos en crímenes contra la humanidad detalló la tortura y «matanza sistemática» de más de once mil detenidos a manos de las autoridades.
Pero ninguno de esos testimonios del horror ha frenado la sangría. Las negociaciones auspiciadas por la ONU en Ginebra fracasaron sin paliativos y la diplomacia norteamericana sigue recorriendo su bucle de condenas al dictador y llamadas estériles al cese de la violencia. Esta misma semana, Obama reiteró en Washington ante Ahmad Jarba, líder de la coalición que pretende agrupar a las heterogéneas fuerzas de la oposición, que la única solución para Siria pasa por la salida de Al Assad y el inicio de una transición política. Mientras tanto, los combates continúan, las fuerzas gubernamentales prosiguen su avance y el presidente sirio se prepara para las elecciones presidenciales que ha convocado para el próximo 3 de junio y en las que la maquinaria oficial le asegura la victoria.
Ver comentarios