Erdogan refuerza los poderes de sus servicios secretos

La oposición le acusa de convertir Turquía en un «estado de los organismos de inteligencia»

Erdogan refuerza los poderes de sus servicios secretos AFP

DANIEL IRIARTE

La nueva ley de inteligencia turca, aprobada la semana pasada en el Parlamento turco, ha hecho saltar las alarmas de opositores y observadores, ante la considerable ampliación de poderes de unos servicios secretos supeditados al actual primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. Con la nueva legislación, ... los agentes del MIT (acrónimo de Milli Istihbarat Teskilati u Organización Nacional de Inteligencia) tendrán a su disposición toda la información disponible en instituciones, archivos y bancos, y se supeditarán a sus necesidades todos los recursos del estado.

El parlamentario Engin Altay, del opositor Partido Republicano Popular (CHP), ha asegurado en un debate que, con esta medida, el gobierno está creando su propio «estado profundo», un término que hace referencia al siniestro aparato de seguridad dedicado a la «guerra sucia» contra los considerados enemigos del estado durante el último medio siglo. «El MIT ha abandonado el trabajo de inteligencia extranjera y se dedica a la salvación del futuro de Erdogan», afirmó recientemente Altay.

La reforma capacita a los miembros del servicio de inteligencia a «contactar con organizaciones terroristas» en caso necesario, lo que da cobertura legal a las actuales negociaciones de paz con la guerrilla kurda del PKK , algo que hasta ahora, técnicamente, era un delito de acuerdo con la legislación antiterrorista de Turquía. Además, el MIT prepara la creación de una sección dedicada a lo que en la jerga del oficio se conoce como SIGINT, o inteligencia de señales (interceptación y escucha por medios electrónicos), que se basará en el modelo de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense.

Impunidad para los operativos

Pero uno de los aspectos más polémicos de la ley es que será casi imposible juzgar a un miembro de estos servicios. No solo hay una cláusula que estipula que para sentar a un operativo del MIT ante un tribunal es necesaria «la autorización expresa del presidente»; desde ahora, en caso de ser interceptado o cuestionado por la policía o los cuerpos de seguridad del estado, incluso cometiendo un acto ilícito, será suficiente con identificarse como personal de inteligencia para poder seguir adelante con la operación en marcha.

Hay pocas dudas de que este último punto está relacionado con un convoy de tres camiones interceptado por la Gendarmería en la provincia de Adana el pasado enero, que resultó ser un cargamento de armas escoltado por el MIT y destinado a la insurgencia siria. Este episodio y otros similares han sido parte de la despiadada guerra por el poder que libran el ejecutivo de Erdogan y el movimiento del teólogo Fethullah Gülen, que cuenta con millones de seguidores en el país, muchos de ellos en las fuerzas de seguridad y la judicatura.

El gobierno, de hecho, no oculta que su propósito es utilizar a los servicios de inteligencia en su enfrentamiento con los partidarios de Gülen , a quienes se culpa de las filtraciones de conversaciones telefónicas aparecidas en internet en los últimos meses, que implican a altos cargos del gobierno y personas del entorno de Erdogan en esquemas de corrupción y actividades ilícitas. También les acusan de ser los autores de la grabación de la reunión del Consejo Nacional de Seguridad en la que el jefe de la inteligencia turca, Hakan Fidan, discute con miembros del ejército y el Ministerio de Exteriores el lanzamiento de una operación militar en Siria .

Castigo a las filtraciones

La nueva legislación, de hecho, establece penas de entre 3 y 12 años de cárcel para quienes difundan información sobre el MIT. En el último año, este servicio de inteligencia ha intentado en al menos dos ocasiones iniciar acciones judiciales contra varios periodistas del diario Taraf por haber publicado información comprometedora para el organismo. Ante la imposibilidad de ser juzgado por un delito normal, uno de ellos, Mehmet Baransu, ha sido acusado de espionaje, un cargo algo difícil de probar.

Por ello, desde la semana pasada, este tipo de acciones han sido consideradas un delito específico. «Básicamente, en Turquía los ganadores del Premio Pulitzer pueden ser llevados a juicio con esta ley», comenta Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, al diario «Hürriyet Daily News».

El ex ministro de justicia Sakir Seker ha llegado a decir que «el MIT está a punto de convertirse en una temida organización de terror. Estamos a punto de convertirnos en un estado de la muhaberat», un vocablo de origen árabe que hace referencia a los represivos servicios secretos de la mayoría de países de Oriente Medio. «El MIT está hecho de un núcleo de opresión, poder y amenazas. El propósito es intimidar a todo aquel que se opona a él», ha afirmado Seker.

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