Kenia
La Policía keniana detiene a miles de personas acusadas de terrorismo
Entre los apresados, la mayoría de origen somalí, se encuentran mujeres y niños. Algunas voces alertan denuncia lo que consideran un exceso de las autoridades
EDUARDO S. MOLANO
En virtud de la reciente (y represiva) campaña iniciada por el Gobierno de Kenia para acabar con el islamismo radical, en la última semana, al menos dos mil personas han sido arrestadas en en el país africano y conducidas a diversas estaciones de Policía, así ... como al estadio Kasarani de la capital, Nairobi, convertido ahora en un improvisado campo de detención. La mayoría de los encarcelados son residentes del barrio de Eastleigh, hogar de 350.000 personas, principalmente, de origen somalí, lo que ha provocado la preocupación de la la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados .
Las redadas comenzaban el pasado 2 de abril, dos días después de que seis personas fallecieran en una explosión en el suburbio, caldo de cultivo, según la Policía keniana, del islamismo radical que opera en la región. Y la represión ha sido atroz.
Entre los arrestados se encuentran decenas de mujeres y niños, según aseguran a este diario familiares de los afectados. «Es solo una excusa para echarnos del barrio. Se basa más en un componente étnico, que de seguridad. No todos los somalíes somos terroristas», denuncia a ABC Abukar Jamal, residente en el asentamiento.
Las cifras reales también siembran la polémica. Mientras que el embajador de Somalia en Nairobi, Ali Americo, asegura que son ya cerca de dos mil detenidos, diversas asociaciones locales hablan ya de hasta cuatro mil.
«(Las detenciones de Kasarani) demuestran una actitud xenófoba», destaca a este diario Al Amin Kimathi, quien preside el foro musulmán de los Derechos Humanos de Kenia. «Sin una sola prueba, se está culpabilizando a todos los refugiados somalíes de los ataques terroristas en el país», añade.
Kimathi sabe de lo que habla. En septiembre de 2010, este musulmán que roza la cincuentena fue detenido por la Policía de la vecina Uganda acusado de orquestar los atentados ocurridos dos meses antes en la capital del país, Kampala. En la acción armada (sobre la que pende la autoría de la milicia somalí Al Shabab) fallecieron 74 personas. Ninguna prueba demostró su participación en los hechos.
Alertado por las familias de las víctimas, Kimathi había denunciado solo unos días antes la desaparición de ciudadanos de origen somalí en Uganda. Conforme a sus investigaciones, tras los atentados de Kampala y en solo una semana, al menos 30 personas fueron interrogadas de forma ilegal por agentes del FBI en prisiones secretas de Etiopía, Uganda y Somalia.
¿Cierre de los campos de refugiados?
Mientras, en la región, se sucede la represión contra el colectivo religioso bajo la excusa del terrorismo.
En los últimos meses, el Gobierno de Kenia apela por el cierre de los campos de refugiados de sus fronteras (en especial referencia a Dadaab, considerado el mayor centro de este tipo en el mundo), por motivos de seguridad
Para Ndung'u Gethenji, director de la comisión de defensa del Parlamento, «algunas de esas instalaciones están siendo utilizadas como campos de entrenamiento (terroristas)».
De igual modo, Gethenji asegura que el Gobierno keniano tiene que replantearse «su hospitalidad en apoyo de los campos de refugiados» dentro de las fronteras del país. Sus palabras hacían referencia a la crisis del centro comercial Westgate , cuyo asedio por presuntos simpatizantes de la milicia islamista de Al Shabab se cobró la vida de al menos 72 personas, entre ellas 5 terroristas.
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