La UE pone su interés económico por delante del castigo a Rusia

En efecto, el debate sobre las nuevas sanciones y la eventualidad de pasar a la «tercera fase» que serían medidas de impacto en las relaciones económicas con Rusia ha vuelto a poner en evidencia la división entre los Veintiocho, que aparentemente valoran más las consecuencias económicas que estas medidas tendrían en la propia UE, cuya economía depende en más de un 30% del gas ruso, que de la situación creada con la violación de la integridad territorial de Ucrania.

Hoy por la mañana se va a firmar el acuerdo de asociación con este país en sus aspectos políticos, lo que envía una señal política muy clara de que se pretende anclar a Kiev en la esfera de influencia europea, y a partir de ahora el verdadero problema será la gestión de la asistencia financiera que se necesitará para evitar que se hunda en la quiebra. De alguna manera, se podría interpretar que La UE y Rusia se han repartido Ucrania.

Los nuevos nombres, una docena, se sumarán a los 21 que ya fueron incluidos en la lista el pasado lunes, entre los que se encontraban el comandante de la flota rusa en el Mar Negro y el primer ministro de Crimea. Ahora se han añadido algunos nombres que ya figuraban en la lista de sancionados por la Administración norteamericana.

A la cabeza de los países que destacaron ayer nuevamente por la propuesta de sanciones más importantes estaba la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, que ya ha hablado de preparar «un embargo de armas, porque Rusia todavía nos está amenazando con fuerza militar». Otros, como presidente francés, Francois Hollande, ha apoyado la idea de «preparar» eventuales sanciones, para «mantener la presión».