Muere la única superviviente de las hermanas Mirabal, mártires del tirano Trujillo

El cuádruple crimen despertó las conciencias dentro y fuera de la República Dominicana. De hecho, al dictador le pagaron con la misma moneda y fue asesinado seis meses después por sus propios colaboradores. En recuerdo de las tres heroínas, la ONU estableció el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

«Dedé» dedicó su vida a preservar la memoria de las tres hermanas y a educar a sus seis huérfanos junto a sus tres hijos. Sin odio. «Se me ha ofendido duro, pero he perdonado. De no haberlo hecho, no hubiera podido vivir y crear un hogar estable. Mi gran logro ha sido ver a esta familia unida, sin rencor. Mis hijos tienen el alma sana, no envenenada. Mi veneno lo controlo gracias a la fe cristiana», confesó a este periódico en junio de 1996. Su hijo Jaime David Fernández Mirabal, hoy ministro de Deportes de la República Dominicana, acababa de ganar las elecciones como candidato a la vicepresidencia. En tándem con el expresidente Leonel Fernández.

«Dedé» Mirabal educó a sus «nueve hijos» en la casa familiar de Ojo de Agua (provincia de Salcedo, hoy renombrada Hermanas Mirabal), donde ella había nacido en 1925. Su padre, Enrique Mirabal, era un próspero empresario que perdió casi toda su fortuna con la dictadura de Trujillo. Las cuatro hermanas estudiaron en el internado de unas religiosas españolas en La Vega.

El pasado domingo, Bélgica Adela Mirabal no pudo superar los problemas respiratorios y murió a los 88 años en un hospital de Santo Domingo. Sus allegados la recuerdan como una mujer «sencilla» y a la vez «extraordinaria». «Era sinónimo de amor, dulzura, fuerza y temple. Fue ejemplo de madre para todas las madres», señaló la vicepresidenta Margarita Cedeño en su cuenta de twitter.

Hasta el final de sus días conservó una memoria envidiable, como cuando rememoró a ABC el vil asesinato de sus hermanas al volver a casa de su madre, después de visitar en la cárcel a los maridos de dos de ellas.

Minerva y su esposo, Manuel Tavárez, y María Teresa y su marido, Leandro Guzmán, fueron miembros activos de la resistencia. Nunca fueron comunistas, subrayó Guzmán, sino luchadoras por la libertad. Patria y su esposo, Pedro González, permitían que su casa fuera centro de reuniones y almacén de armas.

Comenzaba a anochecer en la tortuosa carretera entre Puerto Plata y Salcedo cuando agentes del temido Servicio de Inteligencia Militar (SIM) detuvieron el vehículo que conducía Rufino de la Cruz. Trujillo ordenó que pareciera un accidente. Pero estaba claro que fueron apaleados y degollados antes de lanzar el coche por un precipicio.