Los damnificados del terremoto de Van, Turquía, cien días en huelga de hambre
La mayoría de los afectados por el seísmo de 2008 en Turquía han sido realojados, pero queda un centenar de familias que exigen una solución
Los damnificados del terremoto de Van, Turquía, cien días en huelga de hambre
«Muchas de las familias que viven aquí no tienen ningún miembro que pueda trabajar. Los adultos que hay en estos alojamientos son, o bien gente con enfermedades, o bien con un certificado de discapacidad. Así que si vamos a un lugar donde paguemos una ... renta, nuestros problemas no se terminarán», se queja Ali Ahi, que ejerce de portavoz del grupo de damnificados por el terremoto que hace dos años sacudió la ciudad turca de Van, y que continúan viviendo en contenedores. «Hemos iniciado una huelga de hambre para encontrar una solución permanente», declara Ahi al diario «Hürriyet Daily News».
El terremoto fue el peor acaecido en Turquía desde 1999, y aunque el grado de devastación estuvo lejos del de aquel año, provocó más de seiscientos muertos y cuatro mil heridos. Pero los peores números fueron los de los desplazados: el seísmo, de 7’2 en la escala Richter, dejó a más de 60.000 personas sin hogar. Al menos 11.232 casas resultaron afectadas, más de la mitad de las cuales quedaron inhabitables.
Muchos de estos damnificados fueron alojados temporalmente en contenedores distribuidos por 34 campamentos, y posteriormente la constructora estatal TOKI les proporcionó un total de 15.000 nuevas viviendas. Sin embargo, estas fueron distribuidas por sorteo, y, por diferentes razones, más de un centenar de familias no pudieron acceder a ellas, por lo que siguen viviendo en las precarias construcciones de plástico y metal.
Corte de electricidad
Sin embargo, hace dos meses, las autoridades municipales les instaron a marcharse, con la intención de desmantelar definitivamente el campo de desplazados. Los afectados se negaron, por lo que se les cortó el suministro eléctrico. Como respuesta, y ante la perspectiva de las duras temperaturas invernales, estas familias iniciaron una huelga de hambre que ahora ha cumplido cien días.
«Vivimos aquí en condiciones muy pobres. Nuestros hijos están enfermos, no hemos tenido electricidad por 108 días. No podemos poner estufas en los contenedores», protesta Ahi. «Los funcionarios públicos tienen que responsabilizarse por el puñado de gente que vive aquí. ¿Es tan difícil?», dice.
Tanto los locales como muchos activistas de derechos humanos consideran que el comportamiento de las autoridades se debe a que los damnificados son kurdos, por lo que no hay verdadero interés en resolver su problema. «Tenemos 110 contenedores aquí, lo que supone unos cuatrocientos supervivientes. La mayoría están desempleados o son ancianos. Algunos han perdido a los miembros de su familia», relataba recientemente el político Cevahir Yigit Böke, representante en Van del partido HDK, de base kurda.
Derecho a tres años más
«Legalmente, tienen derecho a residir en estos sitios prefabricados durante cinco años, pero están siendo sujetos a una política opresiva. Están intentando que abandonen el lugar, pero los supervivientes siguen viviendo aquí porque no tienen donde ir», protestó Böke en declaraciones al portal «Bianet».
En agosto, algunos de los residentes ya intentaron iniciar una huelga de hambre a modo de protesta. Después de que uno de ellos lo anunciase públicamente, «un oficial de policía le amenazó con una pistola. Fuimos al lugar para ver si las alegaciones eran verdaderas, pero, en lugar de responder a nuestras preguntas, la policía nos detuvo», denuncia Böke. La huelga duró un par de meses, pero no prosperó, por lo que ahora los damnificados están de nuevo tratando de llamar la atención de las autoridades.
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