CHINA
El gurú de la élite china se fuga a Hong Kong
Tras asesorar a las principales figuras de China, el maestro de «qigong» Wang Lin huye a Hong Kong al ser acusado de fraude
PABLO M. DÍEZ
Para asesorar a algunas de las principales personalidades de China, el gurú Wang Lin ha tenido bastante poco ojo a la hora de adivinar su propio futuro. Hasta hace pocas semanas, artistas, magnates y políticos acudían en busca de consejo a la consulta de este ... reputado maestro de «qigong», una técnica tradicional de meditación y relajación en la que algunos ven poderes sobrenaturales. Pero, desde que el periódico «Noticias de Pekín» denunció a finales del mes pasado que todo era un fraude, el doctor Wang Lin ha sido crucificado por los medios chinos y se ha visto obligado a refugiarse en Hong Kong, donde tiene permiso de residencia desde 1995, ante el temor a ser detenido. De hecho, la Policía ya lo está investigando por siete supuestos delitos: pago de sobornos, posesión de armas, evasión fiscal, apuestas ilegales, ejercicio de la medicina sin licencia, fraude y bigamia.
A sus 61 años, su caída en desgracia empezó a fraguarse cuando, recientemente, adquirió cierta notoriedad pública por haberse reunido con Jack Ma, uno de los empresarios más ricos de China desde que fundó el popular portal de internet Alibaba. A raíz de las fotos de aquel encuentro, se supo que el maestro Wang Lin también había asesorado a Liu Zhijun, antiguo ministro de Ferrocarriles condenado por corrupción, y a otros políticos del régimen chino, así como a estrellas del cine como Jet Li. Entre sus poderes, alardeaba de resucitar a serpientes decapitadas y de transportar objetos con la mente, mientras que citaba como logros haber sanado al difunto dictador de Indonesia, Suharto, y haber recibido 70 ofertas de la codiciada «tarjeta verde» para trasladarse a trabajar a Estados Unidos.
Gracias a los consejos, amuletos y pócimas que repartía entre sus clientes, habría amasado una fortuna que incluye una mansión de cinco plantas, un Rolls-Royce y tres Hummers. Pero ni todo el oro del mundo ha podido salvarle de la caza de brujas – de brujos en este caso – que ha lanzado el autoritario régimen de Pekín a través de los medios de comunicación que controla la propaganda. La televisión estatal CCTV lo ha llamado «vulgar mago que engaña a los famosos» y el Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista, lo ha acusado de propagar «opio espiritual» entre sus cuadros más crédulos .
¿Un charlatán o una víctima política?
Aunque las autoridades insisten en que sólo pretenden acabar con las supersticiones en las que creen buena parte de los chinos, el maestro Wang Lin se declara víctima de una venganza política. En una entrevista con «The New York Times» , asegura que está siendo perseguido por una disputa empresarial en Pingxiang, su localidad natal en la sureña provincia de Jiangxi, y hasta se llega a comparar con el «topo» de la CIA Edward Snowden.
«Si vuelvo a China, me arrestarán seguro«, explicó al citado periódico Wang Lin, quien reiteró su inocencia y recordó que «siempre he sido muy discreto y nunca me he promocionado, pero ahora parece que los medios pueden tratarme como a un criminal y decir lo que quieran sobre mí».
Ciertas o no, las graves acusaciones sobre el doctor Wang Lin vuelven a poner de manifiesto los peligros de la fama en China y los oscuros tejemanejes que rodean a sus dirigentes, que recurren en muchas ocasiones a adivinos o maestros de «feng shui» como si fueran antiguos emperadores en busca de los astros propicios o una intercesión divina. Además, esta campaña criminaliza de nuevo al «qigong», la filosofía en la que se basa el perseguido culto «Falun Gong», y deja claro que el Partido Comunista no va a permitir que ninguna creencia, ya sea religiosa o política, le haga sombra.
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