El Ejército vuelve a demostrar quién manda en Egipto
Los militares se presentan como defensores de la «voluntad del pueblo»
PAULA ROSAS
El Ejército egipcio, una de las instituciones más respetadas en el país, ha vuelto a convertirse en el gran demiurgo de la política egipcia , erigiéndose como defensor de la «voluntad del pueblo» y árbitro del polarizado e irreconciliable panorama político egipcio. La imagen de ... la institución ha experimentado una recuperación exprés. Si hace poco más de un año cientos de miles rechazaban en la plaza Tahrir a la junta militar, cuyo gobierno se prolongó durante 18 meses, ayer la mayoría de los manifestantes, como durante la revolución de 2011, volvieron a recibir a los tanques en este ágora con vítores y aplausos.
Las Fuerzas Armadas insisten en que su intención no es regresar a la primera fila de la política y miles de egipcios, muchos de los cuales se opusieron a la junta militar, han abrazado con confianza esta intervención.
No parece, sin embargo, que la ideología haya sido un factor determinante en la actuación de las Fuerzas Armadas.
Los militares y los Hermanos Musulmanes, enemigos acérrimos durante los últimos sesenta años , habían aprendido a convivir juntos desde la caída del expresidente Hosni Mubarak . Aunque tuvieron sus desencuentros, el pragmatismo se impuso entre los Hermanos Musulmanes y el Ejército: la Constitución, que se aprobó a finales del año pasado, redactada en su mayoría por islamistas, garantizaba la independencia de las Fuerzas Armadas, que no necesitan rendir cuentas al poder civil electo y que disponen de casi completa autonomía para gestionar su presupuesto y sus intereses.
Incapacidad de Mursi
Sin embargo, la situación cada vez más explosiva en las calles y la incapacidad del presidente Mohamed Mursi y su gobierno para rebajar la tensión y llegar a acuerdos con la oposición, han acabado por forzar su intervención. El motivo principal es el temor a que un estallido de violencia termine afectando también a la propia institución militar.
No cabe duda de que «el Ejército optará en todo momento por respaldar sus propios intereses» y que, por lo tanto,la institución finalmente se pondría «de parte del grupo que terminara siendo más grande», señala Ziad Akl Musa, analista del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos Al Ahram.
Los militares han sabido actuar con sutileza para que no parezca que el golpe ha sido obra exclusiva suya. Pero queda por ver hasta donde están dispuestos a mantener su vigilancia sobre el nuevo régimen del país.
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