cronología de la derrota de un líder

Las fuerzas vivas «tories» visualizan hoy la capitulación europea de David Cameron

El «premier» aparenta «calma» ante el esperado voto hoy de un centenar de diputados conservadores en contra del programa legislativo de su propio gobierno por su tibieza ante la UE

Las fuerzas vivas «tories» visualizan hoy la capitulación europea de David Cameron abc

borja bergareche

Un estudio presentado este martes augura que David Cameron presidirá la legislatura con más rebeliones parlamentarias desde 1945. Se estima que 148 de los 306 diputados obtenidos por los conservadores en mayo de 2010 han votado ya en contra de las indicaciones de sus ... jefes de filas . Y, en un signo más profundo de la debilidad del «premier», 90 de esos «rebeldes» conservadores son parlamentarios primerizos de la cosecha de 2010, de quienes se espera una mayor fidelidad al jefe que les «fichó». Pero el 85% de la generación parlamentaria de 2o10 ha votado ya alguna vez en su contra.

Cameron tiene un serio problema de lealtad entre los suyosCameron es un líder político con un serio problema de lealtad entre los suyos. Según el tradicional estudio de la universidad de Nottingham, los parlamentarios conservadores se apartaron de su partido en un 28% de las votaciones en los primeros dos años de la legislatura (2010-2012), por un 19% en el último año. Si persiste esta indisciplina, que se extiende a liberales y laboristas, «esta legislatura tiene visos de convertirse en la más rebelde desde 1945», dice el análisis .

En el lenguaje de las pesadillas de Cameron, rebeldía parlamentaria equivale a protestas en forma de voto de unas bases parlamentarias determinadas a obtener un referéndum cuanto antes sobre la pertenencia a la UE y, en el caso de muchos de ellos, una oportunidad de dar una histórica patada a Bruselas. Según un sondeo reciente, el 60% de los miembros del Partido Conservador votaría abandonar la Unión Europea si la consulta se produjera hoy. Sin matices. Sin ambajes.

Es el caldo de cultivo, convertido en lodazal político en el último año para Cameron, que sirve de contexto al esperado apoyo hoy de un centenar largo de diputados «tories» a una enmienda crítica con el discurso de la Reina en el que anunció, la semana pasada, la agenda legislativa del gobierno por el próximo año. Los rebeldes euroescépticos están molestos por la ausencia, entre las quince leyes adelantadas , de una sobre el referéndum europeo .

Hay que remontarse a una escaramuza de tono menor en las filas laboristas tras la Segunda Guerra Mundial para encontrar un precedente de diputados del gobierno criticando así los planes legislativos del Ejecutivo. Esta visualización de la imposición de sus designios sobre su jefe será el colofón final después de que, solo 24 horas antes, el gobierno presentara un proyecto de ley sobre la consulta, a pesar de anteriores anuncios de Cameron de que no sería necesario.

Cronología de una capitulación

La estrategia europea de Cameron en los últimos doce meses es la historia de una capitulación en toda regla a manos de los suyos.

Julio de 2012: «mediante referéndum o elecciones generales» . La señal de alarma cundió en julio del año pasado, cuando el líder «tory» dejó caer en una entrevista en la BBC que «para que haya un nuevo acuerdo sobre la UE se necesita un consenso, ya sea a través de referéndum o de elecciones generales», declaró en el programa de Andrew Marr. Su titubeo l e ganó una carta de un centenar de diputados conservadores en que le exigían una ley de referéndum que pusiera en marcha la mecánica consultiva de inmediato. Cameron se vio así forzado a aclarar su opinión sobre el tema en un artículo en «The Sunday Telegraph» la semana siguiente. «Para mi, las dos palabras "Europa" y "referéndum" pueden ir juntas», dijo entonces, pero «en el momento adecuado», matizó acto seguido. Demasiados matices para los euroescépticos, que siguieron empujando a su líder hacia sus posiciones.

Octubre de 2012: «el referéndum es lo más claro» . En la conferencia anual de su partido en Birmingham, Cameron aprovechó su cumpleaños para intentar despejar dudas. A la hora de bendecir el nuevo marco de relaciones sobre Europa que -eso sí- siempre ha tenido en mente, el líder conservador se lanzaba por fin a defender la conveniencia de celebrar una consulta . «El referéndum es obviamente la manera más limpia, clara y simple de hacerlo», dijo entonces. Pero sus resistencias intelectuales e ideológicos a los planteamientos rupturistas de muchos de los suyos le llevaban a resistirse todavía a una consulta simple entre permanecer en la UE o abandonarla. «Siempre me he opuesto a un referendo de dentro/fuera porque no estoy a favor de irme ni estoy satisfecho con el estatus quo, quiero cambiar el estatus quo, y siempre hemos dicho que, una vez logremos ese acuerdo nuevo [con la UE], necesitará ser convalidado», explicó en una entrevista en la radio.

Enero de 2013: «simple alternativa de quedarse o salirse» . Primero doblegaron sus dudas ante la celebración misma de una consulta. Y, para cuando por fin Cameron pronunció en enero un esperado discurso sobre Europa, a la manera de Thatcher en Brujas en 1988 o Blair en Varsovia en 2003, le habían impuesto además la modalidad de la pregunta: dentro o fuera, y punto. Aunque iba a pronunciarlo en el continente -en Amsterdam, según se anunció-, Cameron se conformó al final con anunciar desde la City londinense y tras varios retrasos que el Partido Conservador se presentará a las elecciones de 2015 pidiendo «el mandato del pueblo británico para negociar unas nuevas relaciones con nuestros socios europeos en la próxima legislatura». Y acto seguido, la concesión a las fieras: «Y cuando hayamos negociado este nuevo acuerdo, ofreceremos a los británicos un referéndum con una simple alternativa de quedarse o salirse; quedarse en la UE en estos nuevos términos o abandonarla». Una promesa fechada: la consulta sería «antes de que termine 2017». Donde dije digo, digo Diego.

Mayo de 2013: una ley para apuntalar la claudicación. Tras el discurso de enero, percibido como una victoria de las bases conservadoras, la agenda euroescéptica no estaba, sin embargo, completada. No habían desaparecido las dudas sobre su jefe, percibido como apático en sus instintos conservadores y casado en realidad, por el acuerdo de coalición, con el líder liberal, el europeísta confeso Nick Clegg. En su discurso de enero Cameron había rechazado explícitamente la aprobación de una ley sobre la consulta, tal y como le exigían que hiciera varios grupos de diputados. «Si es elegido un gobierno conservador en 2015, introduciremos la legislación necesaria para aprobarla a finales de ese año», dijo entonces. A la determinada presión de los suyos había que sumar en estos meses el ascenso electoral del UKIP de Nigel Farage, quien se hizo con el 24% de los votos en las elecciones municipales del pasado día 5. Hasta que, este martes, Cameron completaba su viraje poniendo sobre la mesa la ley de referéndum que no quería hasta finales de 2015.

Una ley de referéndum de 490 palabras

Según el breve texto de 490 palabras presentado ayer por William Hague, ministro de Exteriores, los conservadores quieren preguntar esto a los británicos: «¿Cree usted que el Reino Unido debería seguir siendo un miembro de la Unión Europea?». El borrador de ley , que será introducido en la cámara probablemente este jueves por un diputado individual y no por el gobierno, ha tenido que ser redactado por el aparato «tory» y no por funcionarios de Downing Street al no contar con la venia de los socios liberales y europeístas de Cameron. Y, aún habiendo arrancado al primer ministro un anclaje legal para su promesa de referéndum, algunas voces se quejaban ayer de la formulación «positiva» de la pregunta.

«El debate sobre la UE se debe al acto de liderazgo que asumí», cree Cameron«La razón por la que tenemos este debate [sobre la pertenencia británica a Europa] se debe al acto de liderazgo que asumí al decir que es el momento de que Gran Bretaña renegocie su relación [con la UE], intente cambiar Europa y realice un referéndum para ese cambio», afirmaba este martes, de viaje en Estados Unidos, el primer ministro británico, debidamente ajustado el discurso a unas circunstancias en realidad impuestas.

La medida, que podría haber sido adoptada a la carrera en los últimos días, es interpretada como un intento del gobierno de calmar las apetencias rebeldes de las bases euroescépticas del partido, aspecto negado por el ministro de Exteriores, William Hague, encargado de presentar el proyecto legislativo. «Cuando se aclare el panorama, una cosa quedará clara en el momento de producirse este voto», aseguraba Hague este martes: «que el Partido Conservador está comprometido con esta política, mientras otros partidos están plantándole cara o no saben qué hacer».

A pesar de las confesiones de fe euroescéptica -genuina en Hague, impostada en sus últimas consecuencias en Cameron-, se espera que un centenar largo de diputados «tories» aprueben hoy una enmienda crítica con el programa legislativo de su propio gobierno, presentado en la Cámara por la Reina Isabel II la semana pasada. Se quejarán así de la ausencia de una ley sobre el referéndum europeo entre las quince anunciadas por la soberana. Cameron se ha mostrado «tranquilo» ante una votación que, como insistía ayer, «no es un voto contra el Discurso de la Reina». Pero pocos le creen.

Los sondeos, UKIP y el partido en contra

«Europa es la manifestación de un desorden más profundo en el Partido Conservador, muchos diputados tories han renunciado a ser leales a Cameron» , escribía Tim Montgomerie, un influyente analista conservador, el martes en «The Times». Los estrategas de Downing Street insinúan estos días que la dirección conservadora quiere usar este voto para marcar diferencias con sus socios liberales y el proyecto de ley para obligar a retratarse a los laboristas, encantados con las cuitas internas en el adversario. Pero las últimas horas han sido un maratón de voces «tories» empujando a Cameron hacia la consecuencia última, para algunos inevitable, de su conversión forzosa en estos doce meses: el abandono de la UE.

A menos siete ministros de su actual gabinete -incluidos los titulares de Educación y Defensa , Michael Gove y Philip Hammond- y tres influyentes ex ministros conservadores -Nigel Lawson, Norman Lamont y Michael Portillo- han defendido en los últimos días salirse de la UE si Reino Unido no logra arrancar los poderes y las reformas que ha prometido Cameron. Los sondeos les dan la razón. Y tamizan voces de compromiso con Europa como las del histórico Michael Heseltine, Malcolm Rifkind o el ministro sin cartera Ken Clarke. Según uno de la empresa YouGov para «The Sunday Times», el 47% de los británicos votaría por abandonar la UE si el referéndum se produjera mañana , por un 30% que prefiere permanecer dentro.

Un sondeo publicado este martes por « The Guardian » contiene cifras algo dispares, y refleja una caída de cuatro puntos entre los británicos que votarían «con toda seguridad» por la salida de la UE (32%), frente a un porcentaje estable de un 22% de encuestados que erteza votarían con a favor de seguir en Europa. El 11% apoyaría «probablemente» la retirada, una caída de cuatro puntos sobre el mes pasado, frente a un estable 18% que apoyaría probablemente la permanencia. Pero la encuesta del diario progresista trae malas noticias para Cameron en el sondeo de intención de voto. A la derecha de su partido, «The Guardian» confirmaba el ascenso del UKIP, que pasa del 9% al 18% en intención de voto, por 34% de los laboristas y 28% de apoyo a los conservadores . Ambas formaciones pierden cuatro puntos cada una, igual que los liberales, que se quedan en un 11%.

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