Raila Odinga se resiste a reconocer su derrota en las presidenciales kenianas

El recuerdo era ingrato. En 2007-2008, cerca de 1.300 personas perdieron la vida y cientos de miles fueron desplazadas durante la ola de violencia post electoral generada en el país africano.

El origen de estos disturbios se encontraba en las acusaciones de fraude emitidas por el propio Raila Odinga, contra el presidente, Mwai Kibaki, tras ser derrotado en unas elecciones en las que partía como favorito.

Sin embargo, en esta ocasión, Odinga ya ha pedido que sus palabras no sean interpretadas como un llamamiento a las protestas civiles.

«El Presidente del Tribunal Supremo nos ha dado su compromiso de que abrirán las puertas durante el fin de semana, así que nuestra petición será presentada en el plazo de siete días que marca la ley», reconocía el abogado Orengo.

El principal objeto de debate se centra en las dudas existentes sobre el registro electoral, «inflado» en algunas circunscripciones según el partido de Odinga, así como en el deficitario proceso de recuento: El martes 5 de marzo, tan solo 24 horas después del inicio del escrutinio, el equipo electoral admitía haber experimentado problemas con su sistema electrónico para la transmisión de los resultados presidenciales, lo que motivó un retraso en la publicación de los mismos.

Entonces comenzó un nuevo cómputo en el que delegados de las 290 regiones que componen el país (más la diáspora) viajaron a la capitalina Nairobi para procesar los datos.