La desconfianza planea todavía sobre el patrimonio de Tombuctú

En declaraciones a los periodistas, Diadié aseguró que le «gustaría ser optimista, pero se trata de un futuro como el de cualquier Estado que tiene petróleo, gas natural o uranio, un futuro incierto».

Diadié es descendiente de un exiliado de Toledo en 1468 que se estableció en los alrededores del río Níger llevando consigo la valiosa biblioteca que hoy contiene 7.000 manuscritos de diversas épocas, algunos del siglo XII, vinculados a Al-Andalus.

Recientemente un grupo de españoles ha creado una iniciativa para salvaguardar el Fondo Kati. Sus fondos se encuentran en un lugar sobre el que Diadié prefiere no dar detalles por el momento.

En los manuscritos hay muchas referencias sobre presencia de andalusíes en la zona, códices, tratados científicos y, sobre todo, más de 5.000 valiosas anotaciones marginales que recogen la historia del clan familiar, además de una obra, el «Tarik-El-Fettash», escrita por Mahmud Kati entre el siglo XV y XVI, que está considerado uno de los primeros testimonios documentales sobre África desde el punto de vista de los africanos.

En abril de 2012, tras la caída de Tumbuctú en manos de los yihadistas, abandonó la ciudad dispersando gran parte del fondo para protegerlo, fondo que se encuentra «a buen recaudo», según ha asegurado a preguntas de los periodistas.

Sobre su situación personal, Ismael Diadié la califica como la de un desplazado, «no sé si refugiado de guerra, pero sí como la de las miles de personas que hemos tenido que dejar nuestro hogar», aunque espera volver una vez acabe el conflicto.

En este sentido ha señalado que es «de una familia más o menos nómada, hemos ido toreando con las grandes guerras del ser humano y ésta es una más».