Los ascetas de la lucha libre
El «kushti» es una milenaria disciplina con la que los niños de la India, más que gloria deportiva, buscan una vía de escape de la pobreza
jaime león
Comienza el combate. Los dos jóvenes cubiertos de tierra entrelazan sus brazos y tratan de derribar al contrario. Sus cuerpos dan con el suelo. Se retuercen por la arena del cuadrilátero. Otros luchadores cubiertos apenas con taparrabos siguen la pelea. Finalmente, uno de los luchadores ... inmoviliza a su oponente con la espalda tocando el suelo. Victoria. Los dos enclenques adolescentes salen del cuadrilátero, cubiertos de arena, sudorosos y sin aliento. Con el ««kushti»», la milenaria y ascética lucha india, estos niños más que gloria deportiva buscan una vía de escape de la pobreza.
El «kushti» es un estilo de lucha libre parecido a la internacional que se libra en un cuadrilátero de arena. Sus orígenes se remontan a la antigua Persia hace más de 3.000 años, aunque su formato actual procede de los tiempos del Imperio Mughal en el subcontinente en el siglo XVI. Se práctica en la India, Pakistán e Irán. En sus inicios las luchas eran a muerte.
Los luchadores siguen una estricta disciplina que requiere fortaleza física y moral. Una renuncia al mundo material similar a la de los religiosos hindúes. Son célibes, vegetarianos y no pueden probar el alcohol ni el tabaco. Ascetas de la lucha libre.
«El sexo les distraería», afirma Maha Singh Rao, entrenador de la prestigiosa «akhara» –gimnasio– Guru Hanuman de Nueva Delhi. «Es un deporte tan físico como mental. Necesitan tener la mente limpia», señala el responsable de este centro abierto desde 1928.
En la «akhara» Guru Hanuman se entrenan 150 jóvenes de todo el país con edades entre los 11 y los 30 años. De ellos, 62 viven en las humildes instalaciones. Solo unos 20 acuden al colegio. Todos proceden de familias pobres del campo. Esperan que el deporte les saque de la penuria económica.
«Quiero ser policía»
¿Quieres ser como Sushil Kumar que ganó una medalla de bronce en los Juegos de Pekín de 2008? «Yo quiero ser policía», afirma Singh Chanan, de 18 años. Llegó a la «akhara» con 15 años procedente de Hyderabad. Le trajeron sus padres agricultores. «Si eres un buen luchador el Gobierno te da trabajo». Su héroe no es el medallista olímpico, sino otros compañeros de la «akhara» que han conseguido trabajos gubernamentales.
En la tercera economía asiática el deporte no está profesionalizado. El Estado reserva puestos en la policía, el Ejército y los ferrocarriles para sus deportistas.
Para alcanzar su sueño de conseguir un trabajo –o una medalla–, los chavales se someten a una dura disciplina. El día comienza a las 4.30 de la mañana. Hora y media de carrera. Seguido de abdominales y flexiones. Después el desayuno. Ellos mismos se preparan sus comidas: zumo, frutas, almendras molidas, leche y mantequilla clarificada. Tras recuperar fuerzas, practican combates de 20 minutos. Después cuerdas y pesas, que parecen sacadas de un circo. A las 9.30 preparan el almuerzo. Entre las 12.30 y las 15.30 tienen tiempo libre. Tras ello, más ejercicios físicos y lucha hasta las 19.30. Cena. A las 10.30 están en la cama. Solo descansan los domingos.
El entrenamiento sigue técnicas poco modernas. Parte del ejercicio físico consiste en remover la tierra del cuadrilátero con una azada. Un compañero tirando de un bloque de hormigón vuelve a aplanar la tierra. Después, otro luchador volverá a removerla con la azada. Un ejercicio repetido hasta el infinito.
El reconocimiento no es suficiente
El «kushti» no vive su mejor época. Aunque es popular en los pueblos y en el norte del país no goza de la importancia de antaño cuando los antiguos majarajás financiaban este deporte. Se estima que hoy existen unos 15.000 luchadores. El Gobierno indio trata de que los mejores luchadores cambien la tierra por la lona y la versión india por la lucha libre olímpica. La popularidad del cricket, que más que un deporte es una religión, también ha hecho mella en el exigente «kushti».
La «akhara» Guru Hanuman –financiada con donaciones– cuenta con una lona desde 1975, aunque los luchadores practican más en la arena. La lona es también donde duermen la mayoría de ellos.
Dos luchadores musculados, con las orejas deformadas por los mordiscos y los tirones, se preparan para saltar al cuadrilátero tal como lo han hecho otros luchadores desde hace cientos de años. Pero en la nueva India el reconocimiento no es suficiente. Quieren salir de la pobreza.
Los ascetas de la lucha libre
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete