«El valido más brillante de Castilla terminó ejecutado por el rey al que sirvió fielmente»
Fernando Nadal novela en 'La daga del rey' la vida de don Álvaro de Luna, mano derecha del monarca Juan II
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Iniciar sesiónEl canto de cisne del que fuera la mano derecha de Juan II no fue en el lecho ni en una heroica batalla. Don Álvaro de Luna dio el salto al más allá desde el cadalso un 2 de junio de 1453, y lo ... hizo por decapitación. Así lo desvela a ABC Fernando Nadal, bregado periodista que pasó cuatro décadas en prensa antes de dedicarse a la divulgación y la escritura de todo lo que suene a medieval: «Su trágico final, ejecutado por orden del mismo rey al que sirvió fielmente, refleja la compleja naturaleza de su figura: un hombre que combinó el servicio leal a la corona con una avaricia personal que finalmente contribuyó a su caída».
La imagen de la decapitación es tan estremecedora que Nadal decidió arrancar con ella su nueva novela histórica: 'La daga del rey. Álvaro de Luna, el monarca sin corona' (La Esfera de los Libros). Una obra ágil pero documentada en la que recorre, de extremo a extremo, la vida del valido de Juan II. Desde su enfrentamiento de bruces contra la nobleza de la época para arrebatarles el poder –germen de su leyenda negra– hasta su caída en desgracia tras haberse convertido en el Condestable de Su Majestad. Hoy, le preguntamos por todo ello.
-¿Qué es lo que más le atrajo de Álvaro de Luna?
La figura de don Álvaro de Luna encarna a la perfección las contradicciones y tensiones de la época que le tocó vivir. Su ascenso desde la baja nobleza hasta convertirse en el hombre más poderoso de Castilla -solo por detrás del rey-, seguido de su caída en desgracia y su ejecución pública a los 63 años, configura un arco narrativo fascinante. Su historia, además, me permitió adentrarme en temas universales como la codicia, la lealtad, la traición, el amor y la guerra.
Asimismo, la relación del protagonista de 'La daga del rey' con don Juan II me brindó la oportunidad de explorar la complejidad del poder y la naturaleza humana. La proximidad del soberano a su valido, el rechazo que De Luna suscitaba entre los grandes, las continuas intrigas en las que se vio afectado y las tensiones con las dos esposas del monarca conforman un entramado de relaciones personales y políticas que enriquecen la construcción de personajes y el desarrollo de conflictos dramáticos.
-Afirma Francisco de Paula que Juan II «enfermaba» si se le privaba de la compañía de Álvaro de Luna. ¿Cómo pudieron forjar ambos esta curiosa relación?
Francisco de Paula, destacado empresario y figura cultural, dejó constancia de esta afirmación en un texto de mediados del siglo XIX. Sin embargo, es probable que De Paula simplemente recogiera las calumnias difundidas por los numerosos enemigos de don Álvaro de Luna. Los cronistas afines a sus adversarios sugirieron que la intensa relación entre el príncipe de Asturias y quien fuera su paje se debía a un supuesto hechizo que obnubilaba la mente del joven heredero, llegando incluso a propagar rumores sobre presuntas conductas sexuales inapropiadas.
Sin embargo, más allá de las interpretaciones tendenciosas, todo indica que la estrecha vinculación del príncipe con don Álvaro se basaba en un profundo lazo emocional. Como sucede con cualquier niño criado entre privilegios en la corte, alejado de la realidad exterior y con todos sus caprichos satisfechos, el joven sucesor al trono mostraba su disgusto cuando no tenía cerca a quien se había convertido en objeto de su confianza y afecto.
-El golpe de Tordesillas, en el que el infante don Enrique de Aragón tomó como rehén a Juan II, de solo 15 años, fue uno de los episodios más destacados en la vida de Álvaro de Luna, quien defendió al monarca. ¿Fue este acontecimiento el que le catapultó hasta el poder político?
Aunque la relación entre ambos era muy sólida, cultivada metódicamente por De Luna desde que el príncipe tenía tres años, su valiente plan de liberación 12 años después intensificó la admiración del joven rey y estableció los cimientos del creciente poder político y económico de su servidor. Sin embargo, más allá de estas acciones concretas, lo verdaderamente determinante en su ascenso fue la estrategia que desplegó desde su llegada a la corte: ganarse la confianza absoluta del príncipe -posterior rey-, mantener un estricto control sobre su entorno para alejar a posibles rivales y convertirse en figura indispensable. Esto le permitió obtener cuanto anhelaba: poder, prestigio y riquezas.
La daga del Rey
- Editorial La Esfera de los Libros
-¿Han provocado sus intentos de quitar poder a la nobleza el que le persiga cierta leyenda negra? No parece extraño que fuera muy mal visto en la época.
La leyenda negra sobre Álvaro de Luna está estrechamente vinculada a su enfrentamiento con los grandes de Castilla. Sus esfuerzos por fortalecer el poder real a expensas de los privilegios nobiliarios le granjearon poderosos enemigos que contribuyeron a difamar su imagen. Esta hostilidad se reflejó en las crónicas de la época, muchas escritas por autores afines a la nobleza, que lo retrataron como un manipulador ambicioso y cruel. No es sorprendente que fuera mal visto en su tiempo, pues sus políticas centralizadoras amenazaban directamente los intereses de una clase aristocrática acostumbrada a ejercer un poder casi ilimitado. Sin embargo, esta visión negativa debe entenderse en el contexto de una lucha política donde la propaganda y la difamación eran armas tan importantes como las espadas.
-¿Quién era Álvaro de Luna, un personaje avaricioso que anhelaba estar cerca del poder, un fiel servidor de su monarca, o ambas cosas?
Don Álvaro de Luna fue una figura compleja que encarnó tanto la lealtad como la ambición política. Como condestable de Castilla y favorito de don Juan II, demostró una extraordinaria capacidad para gobernar y una indudable lealtad a la corona, defendiendo la autoridad real frente a la nobleza rebelde durante décadas. Sin embargo, también acumuló un inmenso poder personal y riquezas considerables, lo que despertó envidias y muchas enemistades entre los magnates.
-Lo define como «el valido más brillante que tuvo un rey de Castilla»...
Se le considera el valido más brillante de Castilla por su excepcional habilidad política y administrativa, su papel en el fortalecimiento del poder real, y su capacidad para mantener la estabilidad del reino durante largos períodos, a pesar de las constantes intrigas nobiliarias. Su trágico final, ejecutado por orden del mismo rey al que sirvió fielmente, refleja la compleja naturaleza de su figura: un hombre que combinó el servicio leal a la corona con una avaricia personal que finalmente contribuyó a su caída.
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-¿Cuál es el mito más extendido que existe sobre este personaje? Usted muestra varios en su obra.
El mito más extendido sobre Álvaro de Luna es que fue simplemente un personaje codicioso y manipulador que controlaba a un rey débil para su beneficio personal. Esta visión simplista ignora la complejidad de su figura histórica. En realidad, aunque ciertamente acumuló gran poder y riqueza, también fue un administrador brillante y un fiel defensor de la autoridad real frente a una nobleza rebelde. Su caída y ejecución final también han sido mitificadas, presentándose a menudo como el simple resultado de su ambición desmedida, cuando en realidad fue consecuencia de complejas intrigas políticas y de la voluble naturaleza de las relaciones de poder en la corte castellana.
-¿Cómo terminó repudiado y apartado por el mismo monarca al que había defendido?
Dado que el relato comienza con la decapitación de don Álvaro en la Plaza Mayor de Valladolid el 2 de junio de 1453, la gran pregunta que plantea la novela es qué hizo De Luna para acabar humillado de manera tan indigna y por qué el rey firmó la sentencia de muerte de su único amigo y protector. La respuesta se encuentra en las páginas de 'La daga del rey. Álvaro de Luna, el monarca sin corona', publicada por La Esfera de los Libros, así que lo mejor es buscarla ahí.
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