La revolución olvidada de los Borbones que engrandeció, todavía más, el Imperio español
Rafael Torres y Jordi Bru presentan su nuevo ensayo histórico de la mano del Instituto de Historia y Cultura Militar
La batalla que frenó el avance musulmán en Europa: «Está olvidada, pero fue tan importante como Lepanto»

Fotomontaje de la obra 'La Real Armada'
No tendrá puerto, pero Madrid emana esta semana ese característico olor a sal marina y a madera decimonónica. Ayer, el catedrático en Historia Rafael Torres y el fotógrafo Jordi Bru presentaron en la capital su nuevo ensayo histórico, 'La Armada Real' (Desperta Ferro), en ... el Salón de Actos del Cuartel General de la Armada. Y lo hicieron de la mano de Jesús García Calero, director de ABC Cultural y jefe del área de Cultura de ABC, y del capitán de navío José Ramón Vallespín, director del Departamento de Estudios de Investigación del Instituto de Historia y Cultura Naval.
Del primero al último, todos los ponentes han subrayado la importancia de la obra. Un libro pionero, en palabras de Vallespín, a la hora de «difundir la historia naval de España» de una manera diferente: a través de textos y fotocomposiciones capaces de trasladar al lector a los buques que dominaron los mares durante el siglo XVIII. «Acercamos la historia de la Real Armada al lector a través de instantáneas hechas sin inteligencia artificial. Yo elaboro mis escenas mediante capas y capas de elementos fotografiados de forma previa», explica Bru a ABC.
La vida a bordo, el sistema de combate... Aunque la obra analiza todas estas facetas, su objetivo último es demostrar que el artista tras la colosal obra que supuso la creación de la Real Armada fue la misma sociedad. «El libro no se adentra solo en el momento culminante de la Armada, también demuestra que fue el mayor esfuerzo colectivo que hicieron los españoles en toda su historia. Hubiera sido imposible sostener la fabricación, el mantenimiento y la innovación constante sin una red humana tejida por tres generaciones», explicó García Calero. El director de ABC Cultura subrayó también que la obra trasciende «lo náutico o lo militar» para exponer «un paisaje cultural».
Torres insistió en esa idea: «La historia de la Real Armada no fue solo la de una batalla o la de un marino. Lo importante es que, en el siglo XVIII, su época de mayor esplendor, hubo un esfuerzo colectivo detrás». Y con nombres y apellidos: tejedoras, carpinteros, leñadores... Todas estas personas anónimas colaboraban en los arsenales para mantener los mejores navíos de su era.
Cinco preguntas a Rafael Torres
–Afirman que la 'Armada Real' esconde otra visión de la historia...
Hasta ahora, la historia de la Armada eran la de personajes concretos como Patiño y el Marqués de la Ensenada. A partir de ahí parecía que los barcos se hacían solos y que, cuando había una derrota, era por culpa de los marineros. No se entendía cómo era posible que, de la nada, España llegase a tener la segunda flota más grande del mundo. Imagina lo que eso implicaría a escala actual. Eso lo lograron cuatro generaciones de españoles en la península, México, Filipinas...
Queríamos hacer un recorrido completo a través de la sociedad. Desde la tala de los árboles, a la construcción en los astilleros, la salida de los navíos y la llegada de los marinos a puerto con sus familias. Eso, y huir de esa imagen de hagiografía, de ese gobernante visionario que decía 'hágase'. La cosa era más compleja. Los que hicieron posible esto fueron miles de personas repartidas por todo el Imperio español.
–¿Cómo fue el cambio del 'modelo antiguo' de los Austrias al nuevo sistema de los Borbones?
Era descentralizado. Cada vez que necesitaban defensa naval en alguna parte del imperio, construían una escuadra que operaba de forma exclusiva en una zona: Flandes, Italia... Lo que se hizo a partir de la llegada de los Borbones fue crear un sistema nuevo. Se centralizó todo y se creó una sola armada, la Real Armada. A partir de ahí se unificó todo: la formación de los oficiales, los abastecimientos, la logística. De tal manera que, si dos buques navegaban de Cádiz a Veracruz, las almohadas medían lo mismo, las balas pesaban lo mismo, el calibre era igual... Las medicinas que se utilizaban en La Habana eran las mismas que en la península. Se buscaba conectar un imperio que seguía creciendo.
–Sorprende, y más, cuando se suele creer que el Imperio estaba en declive.
Uno de los mitos más extendidos es que el Imperio inició su decadencia tras la llegada Felipe II. La realidad es que se alcanzó el máximo de extensión territorial durante el siglo XVIII, y gracias al apoyo de la nueva flota. De hecho, se consiguió cuando la Armada estaba en su cenit. En 1793 fue cuando se desmontó.
–Hablan también del método de construcción español, revolucionario para la época.
España consiguió tener su propio método de construcción y por eso llegó a estar en vanguardia de de la construcción naval. Más del 90% de todos los buques de la Armada estaban hechos en astilleros españoles. Eso no ha ocurrido nunca, ni siquiera en la época de los Austrias. Y eso tuvo una repercusión inmediata. Si tú controlabas la construcción, si la hacías dentro de tu economía, todo lo que significara construir un buque terminaba repercutiendo en oportunidades de negocio para la propia sociedad española, mexicana, cubana o filipina.
–¿Cómo es posible que, tras esa gran revolución, España decayera en el siglo XIX?
El gran talón de Aquiles que tuvo España, y no lo pudo resolver jamás, fue la falta de hombres. El problema fue que el Imperio no contaba con una marina mercante potente. De haberla tenido, habría contado con muchos marineros desempleados en época de guerra; personas bregadas que podrían haberse embarcado en la Real Armada. Es algo que hacían los ingleses. Cuando había una guerra, todos aquellos marineros acostumbrados al mar eran reclutados. España mantuvo como pudo una marina más o menos profesional, y usó a soldados del ejército que no habían pisado jamás un buque para reforzarla en época de crisis. Aquello fue un problema severo.