Este fue el emperador español que hizo realidad el deseo incumplido de Julio César
En la tercera parte de su saga sobre la Ciudad Eterna, Tom Holland analiza la figura de los diez grandes dignatarios que mantuvieron la anhelada 'pax romana'
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Lo dejó sobre blanco el cronista del siglo IV Aureliano Victor: «Ulpio Trajano fue el único que extendió el poder de Roma más allá del Danubio». Pero esa no fue la única gloria del emperador hispano; durante su reinado, entre el 98 y el ... 117 d.C., «se establecieron campamentos en los lugares más peligrosos», la Ciudad Eterna «mejoró y adornó espléndidamente el foro» y se alumbró «el correo público». Todo aquello le convirtió, como explica el doctor en Historia Tom Holland, en un líder que frisaba la perfección: «La palabra 'imperator' significaba autócrata, pero durante la República servía para referirse a los generales más exitosos. Él aunó ambos conceptos. Estoy convencido de que Trajano fue todo lo que a Julio César le hubiese gustado ser».
A Holland, el británico más expresivo que conozco, se le escapa una sonrisa que no esconde; sabe que le ha quedado una frase redonda y que sus palabras son miel para un interlocutor español. Sin embargo, conquistadas cual buen profesor la complicidad y la atención, centra su discurso en el meollo de su nuevo ensayo histórico, 'Pax' (Ático de los Libros), el tercero de su larga saga sobre el devenir de la Ciudad Eterna: «Trajano fue uno de los mayores exponentes de la 'pax', el extenso período de estabilidad que vivió el Imperio romano durante dos siglos tras el ascenso de Augusto en el 27 a.C.». Porque sí, por mucho que repliquen las películas, no todo fueron incursiones bárbaras y guerras civiles en la vieja Italia.
La ansiada paz
Enamorado como está de esta etapa al margen de los libros, no cuesta que Holland desempolve para la grabadora sus glorias. «Durante la 'pax', el estado romano conquistó y controló todo el Mediterráneo. Fue el único poder que lo consiguió en la historia y supuso un logro asombroso que no se ha vuelto a repetir en Europa», desvela. Mientras habla abre las manos, como si quisiera abarcar la ingente cantidad de territorios que agrupó bajo su cetro el 'aquila': Hispania, la Dacia, Britania, las Galias... «Como escribió el poeta Virgilio, era un imperio sin límites. Ellos se asignaron siempre el derecho de ir más allá de los territorios que se habían anexionado», añade.
Pero Holland no es un superventas y un 'podcaster' de éxito gracias a la fortuna; conoce a la perfección las teclas que debe acariciar para atraer al público y, tras un par de preguntas, reconduce la entrevista hacia esos tótems que a todos encandilan: el 'gladius' y el 'pilum' de rigor. «La 'pax' se logró a través del monopolio de la violencia. La gran novedad de aquella época es que las legiones pasaron de ser una milicia a un ejército profesional. Aquellos que detentaron el poder entendieron que, sin el control de los ejércitos, no se podía estabilizar el Imperio», explica. Fue una época en la que Roma no toleró que nadie se enfrentara a ella. «El ejemplo más claro fue Judea: sus ciudadanos se rebelaron y terminaron aplastados y borrados del mapa», sentencia.
Los elogios hacia aquella 'pax' continúan; seguridad económica, potencial militar, estabilidad en la poltrona durante dos siglos... Esta última característica, con salvedades; nadie es perfecto. «Tras la muerte de Nerón hubo un año de turbulencias políticas que se conoce como el de los cuatro emperadores», desvela Holland.
Nerón era el último que tenía la sangre de Augusto en sus venas, y eso, en palabras del británico, generó un problema en la sociedad: «Los romanos se plantearon qué sucedería: ¿volvería la república?, ¿quién debía ser el líder en caso de que el sistema se perpetuase? Ellos lo percibieron como el fin de la civilización, algo que podía ser apocalíptico». La llegada de Vespasiano, sin embargo, apaciguó las aguas del Tíber.
Gran Hispania
Una decena de emperadores perpetuaron la 'pax' de la que tanto habla Holland. Sin embargo, fue uno, e hispano, con el que alcanzó su cenit: Trajano, ese aristócrata alumbrado en la Bética andaluza allá por el 53 d.C. Él impulsó, por ejemplo, la ya pujante economía de la Ciudad Eterna. «Se desarrolló un mercado único que, unido a la destrucción de los piratas en el Mediterráneo, dio grandes beneficios. Un comerciante se ceñía siempre al mismo marco legal; daba igual que comprara una mercancía en una parte del Imperio romano y la vendiera en otro», sentencia el británico. Y echa mano de los datos para sustentar sus afirmaciones: «Se estima que, en la época de Trajano, los estándares de vida fueron los más altos de la historia. Así, hasta el siglo XVI en Holanda».
Pax
- Editorial Ático de los Libros
- Páginas 480
- Precio 28,95 euros
Además, Trajano ensanchó los límites de Roma en su obsesión por emular al gran Alejandro Magno. Con él, afirma Holland, las legiones pisaron territorios tan lejanos como Mesopotamia. La cara es que los ciudadanos palparon con sus dedos el poder de la 'urbs'; la cruz, que conquistó más de lo que podían proteger sus soldados. «Se suele decir que fue el mejor emperador, pero no es cierto. Fue demasiado lejos. A su muerte, en la zona oriental estallaron multitud de rebeliones», confirma.
Tuvo que ser su sucesor el que apuntalara aquel edificio que se desmoronaba. «Adriano sí que fue el mejor emperador. Retiró a las tropas de Irak, donde estaban acantonadas, para apagar las llamas de la rebelión en el resto del Imperio. Renunció a ese territorio, sí, pero estabilizó la zona y perpetuó el sistema».
Nacido también en Hispania, el nuevo emperador «estableció una serie de fronteras» que protegió con soldados, impulsó la cultura en todos los recovecos de la Ciudad Eterna y forjó, en definitiva, el «primer imperio universal». Qué mejor personaje para que el doctor en Historia termine su obra. «La 'pax' no acabó con él, pero sus similitudes con Nerón hacían que la estructura fuese perfecta. Además... ¡la historia continuará, pienso escribir más libros!».
Cinco preguntas a Tom Holland
–¿Cómo es posible que la 'pax', el periodo de gran estabilidad romana, arrancara con la batalla entre cuatro emperadores?
El período de la 'pax romana' se extendió durante dos siglos, desde la época de Augusto hasta principios del siglo IV. Pero el año 69 fue una excepción. Hasta ese momento, el emperador había sido una suerte de rey y nadie se había planteado quién debía suceder a Nerón. Al fin y al cabo, él era de la misma sangre que Augusto. Sin embargo, en el 68 se suicidó y entonces cundió la discordia. Al final, tras las luchas internas, Vespasiano salió ganador y la 'pax' se extendió un siglo más.
–¿Cómo eran de importantes las fronteras durante la 'pax'?
Los romanos no tenían un concepto de frontera similar al nuestro. Para ellos, los grandes campamentos y las imponentes construcciones como el Muro de Adriano no eran solo defensivas, eran una forma de representar su poder frente a los bárbaros que vivían en el entorno. Con ellos enviaban un mensaje claro al resto de pueblos: 'Este es nuestro jardín civilizado y vosotros estáis destinados a pudriros, no merece la pena que os conquistemos'. En estos puestos había vida urbana y residían algunos de los grandes millonarios de la época, los Zuckerberg y Bezos de entonces.
–Las legiones aseguraban la paz, pero también podían provocar una guerra civil...
Tras lo sucedido con César, la sociedad estaba convencida de que no quería una guerra civil. Por eso lo acontecido en el año 69 fue sorprendente; una anécdota en dos siglos de 'pax romana'. La clave es que, durante todo aquel tiempo, el ejército no se rebeló ni una sola vez, algo sorprendente para el momento.
–Afirma que Trajano fue un genio militar. A cambio, Adriano fomentó la cultura y fue un líder cercano.
Cuando no estaba batallando estaba en Atenas debatiendo con los filósofos o patrocinando la construcción de monumentos artísticos. Una característica que demuestra que era un gran hombre de armas y muy culto fue su barba: fue el primer emperador al que se representó con ella. Eso daba un doble mensaje a la sociedad: demostraba que era amigo de los soldados -los combatientes no tenían dinero para que se les afeitara– y un filósofo, ya que estos también la portaban.
–¿Por qué empezar con Nerón y terminar con Adriano?
Parte del motivo es que estoy escribiendo una serie de libros, y cada uno abarca aproximadamente 80 años. También porque, a nivel estructural, tenía coherencia empezar el ensayo con Nerón y acabarlo con Adriano. Son dos figuras similares. Eran filohelenos, tenían temperamento artístico, mantuvieron notorias relaciones con muchachos... A parte de esto, hay grandes diferencias. La propia esencia del poder romano durante la época de Nerón todavía arrastra mucho del sentido de los años de César. El imperio de Adriano fue universal; en él que se podía hablar en griego y latín.
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