La deuda de los vascos con el sobrino de Napoleón: el Príncipe Bonaparte que descifró algunos misterios del euskera
A mediados del siglo XIX, Luis Luciano Bonaparte no solo hablaba a la perfección el vasco, sino que estudió, recopiló y clasificó decenas de dialectos en una labor elogiada por los principales lingüistas de la época y que estuvo vigente hasta 1998
Madrid
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Iniciar sesión«Pocos hombres se han dedicado con más ahínco que Luis Luciano Bonaparte al estudio del euskera, y ninguno le ha igualado, si se exceptúa tal vez al señor Jesús María de Azkue, en la penosa e ingrata labor de recoger hechos y materiales ... lingüísticos que pudieran más tarde servir de base a ulteriores trabajos». Así se refería el lingüista vasco Julio de Urquijo, en 1908, al sobrino de Napoleón Bonaparte, Luis Luciano Bonaparte, que pasó su infancia en Inglaterra durante la época de máximo esplendor de su tío y que acabó convertido en uno de los máximos expertos en la lengua vasca.
Nacido en el condado de Worcestershire en enero de 1813 por estar cautivo en este país su padre Luciano, que era hermano de Napoleón y, hasta que cayó en desgracia, uno de sus hombres de mayor confianza. De hecho, el emperador le envió a España, en 1801, para firmar con Manuel Godoy el importante Convenio de Aranjuez. Este acuerdo establecía las condiciones en las que Francia y España unieron sus ejércitos y sus flotas para combatir a Gran Bretaña en el contexto de las guerras revolucionarias francesas.
Poco meses antes de nacer Luis Luciano, su tío Napoleón había reunido a 615.000 soldados y había cruzado el río Niemen con el objetivo de conquistar Rusia. En la década anterior, este había protagonizado también una serie de deslumbrantes hazañas militares en Italia, Francia y Egipto, había sido coronado en Notre Dame y había continuado su asombrosa cadena de victorias en Austerlitz, Jena y Friedland. Aunque la aventura rusa fue un fracaso estrepitoso, cuando nuestro protagonista vino al mundo, su familia dominaba una gran parte del continente.
Solo había un problema, que el padre de Luis Luciano ya se había distanciado de Napoleón, hasta el punto de convertirse en una especie de proscrito. La ruptura definitiva se había producido en junio de 1802, en casa de su amigo Alejandro Laborde, en Méréville, puesto que fue allí donde conoció a Alexandrine de Bleschamps, de 24 años, hija de un abogado en horas bajas desde la Revolución Francesa. El flechazo fue inmediato y tras arreglar la documentación a toda velocidad, se casó con ella, en contra de los deseos de su hermano, que tenía previsto para él otro matrimonio. En ese momento comenzó su huida.
Medio siglo de euskera
De esta unión nació Luis Luciano, que se vio inmerso en la peregrinación de la familia por toda Europa. Esa fue la razón, también, de que el futuro lingüista acabara hablando francés, inglés, italiano, castellano y euskera. Este último, un idioma cuyas raíces siguen envueltas todavía hoy en el misterio, con un buen número de leyendas y controversias alrededor que ningún filólogo termina de resolver, y que el sobrino de Napoleón dominó a la perfección. Se cree que la persona que despertó su interés por esta lengua del norte de España fue el intelectual Antoine d'Abbadie, cuyo primer contacto pudo tener lugar entre 1847 y 1855, en la época en que fue elegido senador y obtuvo de su primo Napoleón III el título de Príncipe.
A partir de ahí se lanzó a su estudio durante 50 años, realizando una labor tan importante que, además de ser reconocida por las instituciones vascas de día, fue elogiada en su tiempo por los principales lingüistas vascos. En 1960, el discípulo de Urquijo, Pedro de Yrizar, escribió un artículo sobre Luis Luciano en el 'Boletín de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País'. «Puede decirse con toda certeza que, gracias a la minuciosa exploración realizada por el Príncipe en todas las zonas del País Vasco, pudo obtenerse el material necesario para el estudio del vascuence hablado, en sus diversos dialectos y variedades, de forma verdaderamente científica. La labor de Bonaparte como coleccionador y ordenador de datos es sencillamente prodigiosa y, como tal, ha sido reconocida, incluso por quienes atacaron constantemente sus teorías», explicaba.
Y continuaba: «Si bien es cierto que dedicó la mayor parte de su tiempo y una buena porción de su fortuna a la recolección de datos relativos al vascuence, no es menos cierto que esta no es la única faceta de su personalidad en relación con los estudios vascológicos. El examen de los materiales recogidos le llevó a la formulación de teorías sobre diversos puntos de la gramática vasca, que defendió con firmeza repetidas veces, frente a las observaciones de que fue objeto por parte de otros vascólogos contemporáneos a los que en ocasiones respondió con verdadera violencia. Son inolvidables las polémicas que mantuvo con Willem Jan van Eys y Julien Vinson, entre otros. Al primero le reprochó 'su perfecta ignorancia de una lengua que nunca ha sido capaz ni de comprender prácticamente, ni de penetrar teóricamente'. En una carta de Bonaparte a Arturo Campión [fechada en 1880] llama a Van Eys 'intruso de la ciencia que lo que dice bien sobre el vascuence no le pertenece y todo lo que le pertenece es más que malo'».
Los dialectos vascos
El interés de Luis Luciano por el euskera le llevó a realizar cinco viajes al País Vasco entre 1856 y 1869, unas visitas en las que llevó a cabo su propio trabajo de campo sobre el idioma de los vascos, a la vez que organizaba las aportaciones facilitadas por su amplia red de colaboradores. Gracias a esta labor conjunta, Bonaparte publicó más de treinta obras sobre el euskera, entre las que destacan 'Carte des Sept Provinces Basques Montrant la Délimitation Actuelle de l'Euskara Eta Sa Division en Dialectes, Sous-dialectes et Variétés' (1866) y 'Le verbe basque en tableaux' (1869). La clasificación que llevó a cabo, con ocho dialectos, 25 subdialectos y hasta cincuenta variedades, se mantuvo en vigor hasta que fue actualizada, en 1998, por Koldo Zuazo, profesor de Dialectología y Sociolingüística del Euskera en la Universidad del País Vasco (UPV).
En agosto de 1856, el diario 'El Parlamento' publicaba la siguiente noticia: «El Príncipe Bonaparte estuvo hace poco en las vascongadas con el objetivo de recoger las noticias y documentos que necesita para concluir dos obras importantes que serán verdaderos monumentos levantados en honor del país vascongado, cuyo idioma e historia estudia hace tiempo. Luis Luciano se propone publicar a su vuelta a París el 'Evangelio de San Mateo' en todos los dialectos del vascuence y un mapa de los sitios en donde todavía se habla aquel idioma. Mientras estaba en el país, ha convidado todos los días a comer a varias personas que hablaban alguno de los diferentes dialectos vascos».
Diez años después se confirmaba en 'La Reforma': «Luis Luciano Bonaparte ha formado el mapa lingüístico de todo el país vascongado. No se duda de que será un trabajo notable y exactísimo, porque el Príncipe se ha cuidado con el mayor esmero hasta de los detalles más menudos». Y cuando falleció en 1891, en la ciudad italiana de Fano, tras haberse casado en segundas nupcias con Clemencia Richard Grandmontagne, la cuñada del poeta vasco Claudio Otaegui, se le describía así en 'La Opinión': «Permaneció alejado de las luchas políticas, prefiriendo dedicarse a los estadios filológicos, por los cuales sintió extraordinaria afición desde los primeros años de su juventud».
En 2018, el Archivo Real y General de Navarra publicó en su web Archivo Abierto, del portal del Gobierno de la Comunidad Foral, la colección de manuscritos sobre la lengua vasca y sus dialectos que Luis Luciano recopiló a mediados del siglo XIX. Eran un total de 134 manuscritos, de los que 118 son en euskera y el resto en otras lenguas como el francés, castellano, latín, provenzal, patois o poitevin.
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