De los cien cortes chinos al garrote vil: así ha evolucionado la tortura humana a lo largo de la historia
El libro 'A garrote vil' (Arzalia Ediciones) recorre de la mano de Eslava Galán y Isabel Castro con aire desmitificador la historia de las ejecuciones y dolor
Ni facha, ni brutal: las mentiras sobre la Reconquista que buscan dañar la historia de España
Martirio de San Felipe, cuadro de José de Ribera.
La forma en la que cada civilización mata y tortura a los propios y ajenos, a los compatriotas y a los enemigos, dice mucho más de ese pueblo que quinientos libros de sociología juntos. El límite para infligir dolor lo pone la imaginación del ser ... humano y su cultura. «Sin duda alguna los métodos más retorcido son los inventos orientales. Por ejemplo, eso de empalar a alguien encima del tallo de un bambú es absolutamente retorcido porque tarda varios días en atravesar el cuerpo...», señala Juan Eslava Galán, que acaba de publicar 'A garrote vil' (Arzalia Ediciones) junto a la antropóloga Isabel Castro Latorre. Una obra que recorre con aire desmitificador la historia de las ejecuciones y el dolor desde los inicios de la humanidad hasta la Guerra de Ucrania.
El viaje del terror va desde la crucifixión, el empalamiento o los cien cortes chinos hasta las técnicas más sofisticadas, pero igual de delirantes, de la CIA y los 'científicos' del siglo XXI. Un conjunto de atrocidades que fascinan tanto como asquean. La violencia atrae al ser humano y hace que aún tapándonos los ojos quiera mirar de reojo. «No hay más que ver que, cuando en la televisión advierten que las imágenes que van a poner son muy duras, automáticamente la gente se queda pegada al televisor. Hay un elemento morboso que todos llevamos dentro. Cualquier película de acción hace que, desde que somos pequeñitos, estemos asistiendo a ejecuciones, muerte, estrangulamiento y desastres de tipo físico. Asistimos cotidianamente con placer porque eso también pertenece al alma humana», advierte el coautor de 'A garrote vil' (Arzalia).
Entre los tópicos que combate el libro está el de la Inquisición española como una galería de horrores ilimitada. «Resulta que el gabinete de torturas de la Inquisición española era de lo más simple y no se aplicaba masivamente, como nos quieren hacer creer muchas veces en literatura y en cine. Los alemanes e incluso otras inquisiciones que existieron en esa época en Europa inventaron cosas mucho más sofisticadas», asegura Eslava Galán, quien recuerda que el Santo Oficio levantaba un acta de la sesión de tortura reflejando absolutamente todo. La improvisación no era aceptada.
El culpable de la afloración de tantos mitos sobre la tortura religiosa la tienen la imaginación y la literatura. Buena parte de los instrumentos que se consideran medievales, como el cinturón de castidad o la dama de hierro, pertenecen realmente a la imaginación pervertida de la sociedad victoriana (y puritana) del siglo XIX. Sexo y dolor se mezclan allí en una danza terrible. «El morbo victoriano inventa particularmente en lo que se refiere a la inquisición y a las torturas de los españoles. Se sacan datos de contexto y no se piensa lo que en otros países se hacía por la misma época. De los museos de la tortura, que son relativamente baratos de hacer y yo mismo he visitado por toda Europa, te diría que el 99% de los instrumentos que se exhiben allí son perfectamente falsos», explica.
Una leyenda española
De este tipo de turismo negro, al famoso escritor de la saga 'La historia contada para escépticos' lo que más le llama la atención de los museos extranjeros es que nunca falta un garrote vil marca española en sus vitrinas. «El garrote vil seguramente se inventó en su acepción mecánica en el siglo XVI, pero fue en el siglo XVIII cuando se planteó su uso de manera piadosa para aligerar las ejecuciones y que no fueran tan dolorosas, ni tan largas», considera uno de los autores de 'A garrote vil'.
Mientras los franceses inventaron la guillotina para una ejecución limpia, directa y sin fallos y los ingleses, la caída en la horca, el garrote fue la versión española de una muerte instantánea que, sin embargo por su gran cantidad de errores, ganó la peor leyenda posible. «Lo que ocurre es que, desgraciadamente, del mismo modo que la guillotina y la horca larga no tienen prácticamente fallos, el garrote tiene muchísimos porque depende de un elemento humano que es el verdugo y de las buenas condiciones del aparato. Pero no se estableció para torturar al reo, sino para todo lo contrario: aliviar su muerte», apunta.
Fotografía del cadalso de los cuatro ajusticiados tras los Sucesos de Jerez de 1892 por garrote vil.
Los verdugos estaban mal pagados (aproximadamente tenían el sueldo de un obrero sin cualificar), solían acudir en pésimo estado a realizar su trabajo y apenas recibían formación. Los más antiguos se encargaban de enseñar a los nuevos, lo cual generó un enorme problema con las últimas ejecuciones de Tarragona, en marzo de 1974, cuando ya habían pasado años desde la última. «La ejecución fue algo absolutamente terrible y los verdugos no sabían ni lo más elemantal. En España han sido verdugos cuatro desgraciados, normalmente delincuentes que llegaban borrachos y se acogían a eso para tener un sueldo. Gente muy tirada, muy del arroyo, en contraste, por ejemplo, con los ingleses, que intentaban pasar por personas elegantes y se daban cierto tono por ser ejecutores de su majestad», expone Eslava Galán, poniendo énfasis en la «gran diferencia que hay entre la mentalidad de los dos pueblos».
«En España han sido verdugos cuatro desgraciados, normalmente delincuentes que llegaban borrachos y se acogían a eso para tener un sueldo»
Verdugos o víctimas, los españoles arrastran, en general, fama de ser violentos por naturaleza e historia. Si se habla de la conquista de América, el relato se centra en su violencia; si se menciona el siglo XX, se piensa solo en la Guerra Civil y en la represión franquista, y si la conversación deriva en cualquier otro periodo, se habla del cainismo y la brutalidad rural de los españoles de todos los tiempos. «No somos un pueblo especialmente violentos. Lo que ocurre es que hemos tenido en contra la invención de la imprenta en los Países Bajos que extendió por toda Europa una publicidad muy negativa. Y luego también el hecho de que suprimimos el nombre de la Inquisición muy tarde. Eso nos ha dado muy mala imagen».
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La pena de muerte está erradicada en la Europa democrática, pero siempre existe el peligro de que la sociedad en vez de evolucionar pierda humanidad. ¿Podría volver las ejecuciones al Viejo Continente? «Espero que eso nunca vuelva a ocurrir. Está estadísticamente demostrado que la pena de muerte noconduce a una disminución de los delitos. Al fin y al cabo, la pena de muerte es una especie de venganza social. Y yo creo que los pueblos que la recuperan son simplemente pueblos que están más atrasados», defiendo el escritor sobre una violencia que solo alimenta más violencia.
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