Alienígenas, aludes y espías: la extraña matanza de 1959 que la URSS jamás aclaró
El famoso incidente de Diátlov implicó a un grupo de estudiantes que aparecieron descuartizados y sin ropa en los Urales y ha sido investigado por el Gobierno ruso hasta hace solo tres años
El día en que el cielo de Siberia ardió y se partió en dos
Tienda de campaña, según la encontró el equipo de rescate el 26 de febrero de 1959
Hace dos semanas les contamos la historia del 'Pozo superprofundo de Kola', que la URSS comenzó a perforar el 24 de mayo de 1970 en Pechenga, un distrito escasamente poblado de la región de Múrmansk, en la esquina noroccidental de Rusia. Los trabajos se ... prolongaron hasta 1989 y el gigantesco agujero alcanzó los 12.262 metros de profundidad hasta que, por un hallazgo inesperado, decidieron sellarlo rápidamente hasta el día de hoy. Nunca antes ni después el ser humano había llegado tan abajo, aunque en China lo ha intentado en varias ocasiones con una tecnología muy superior. La última, en junio.
Lo cierto es que la historia de Rusia y la Unión Soviética está repleta de sucesos insólitos, en ocasiones, inexplicables para la ciencia. Ahí están, ejemplo, el evento Tunguska en 1908, la misteriosa explosión que arrasó 80 millones de árboles en un área de más de 2.000 kilómetros cuadrados en Siberia. También la Gran Oleada de 1977 en la ciudad de Petrozavodsk, que muchos investigadores asocian todavía hoy al fenómeno ovni. Por no hablar de los ataques con microondas contra la embajada de Estados Unidos de Moscú a mediados de los 60, que originó una de las investigaciones secretas más importantes de la historia de la CIA, sin ninguna conclusión relevante.
Sin embargo, de entre todos los acontecimientos extraordinarios que se han producido en la URSS durante siete décadas, el más sorprendente de todos es el incidente del paso Diátlov en febrero de 1959, en plena Guerra Fría, que el Gobierno del Kremlin todavía investiga. ¿Qué ocurrió para que este evento siga interesando a los altos mandatarios de Moscú? ¿Por qué nunca se esclareció? En aquel entonces, los investigadores soviéticos concluyeron que la causa había sido «una fuerza natural insuperable».
Todo ocurrió entre el 1 y 2 de febrero de 1959, cuando un grupo de nueve excursionistas encabezado por el estudiante Ígor Diátlov murió en extrañas circunstancias en las montañas de los Urales. La causa del fallecimiento de aquellos jóvenes, todos ellos relacionados con el Instituto Politécnico de los Urales, quedó rápidamente envuelta en misterio hasta que se cerró el caso. Tiempo después, las autoridades comunistas bautizaron al paso de montaña donde ocurrió la tragedia como «paso Diátlov», en honor al líder de la expedición, que en aquel momento tenía 23 años.
Los diarios
En 2015, el Comité de Investigación de la Federación Rusa reabrió la investigación y finalizó con la avalancha como principal motivo del accidente, pero nadie quedó contento. En febrero de 2020, la Fiscalía rusa lo reabrió de nuevo. Una periodista de la BBC siguió la investigación y habló con los familiares de las víctimas. Tuvo acceso a sus cartas, a las fotos que sacaron y a sus diarios. El de Liudmila Dubinina, una de las fallecidas, alumna de Economía Industrial de la Construcción de 20 años, la noche del 27 de enero de 1959, cuatro días antes de su muerte, escribió: «Estamos sentados cantando canciones. Los chicos tocan la guitarra, Rustik toca 'Atrapa tu corazón' con la mandolina. Es el último lugar de la civilización. Parece que será la última vez que escuchemos canciones nuevas».
La premonición se cumplió para este grupo que aspiraba a alcanzar la montaña Jolat Siajl, conocida por los mansi, los pobladores locales, como la Montaña de la Muerte o la Montaña de los Muertos. Habían salido poco antes de la ciudad de Sverdlovsk y viajado en dos trenes distintos, un camión, un autobús y un trineo. En un momento de la excursión, Yuri Yudin, estudiante de Economía, al igual que Liudmila, se sintió enfermo y decidió volver. El resto se repartió sus provisiones y siguió el viaje. Para unos montañeros experimentados como ellos, en especial Diátlov, debía durar tres semanas.
Al terminar la caminata iban a recibir el certificado de clase III, el nivel más alto en montañismo de la URSS en aquel momento. La noche del 1 de febrero montaron su campamento en la ladera oriental de la Montaña de la Muerte. En realidad, el lugar que escogieron para descansar era bastante inusual para un grupo experimentado en estos paisajes tan accidentados. Se encontraban a 10 kilómetros de su destino, pero por desgracia nunca llegaron.
La llamada
Diátlov había prometido avisar por telegrama a la Universidad cuando el grupo regresara a Vizhai, lo que esperaban que ocurriera el 12 de febrero. Sin embargo, no hubo llamada. En un principio nadie se extrañó, pues en ese tipo de expediciones y con mal tiempo los retrasos era habituales. Sin embargo, cuando el día 20 seguían sin dar señales de vida, las familias de los estudiantes encendieron la alarma y el Instituto Politécnico envió un grupo de búsqueda a la zona formado por estudiantes voluntarios.
Los jóvenes solo hallaron una carpa enterrada en la nieve y en su interior vieron objetos, entre ellos varias botas de nieve y carne que había sido cortada y colocada en platos, como si los expedicionarios estuvieran a punto de comer. Pocos días después volvió un equipo de rescate del Ejército Soviético y encontró la tienda destrozada. En el bosque cercano hallaron, además, los restos de una fogata y dos cuerpos al lado vestidos solo con ropa interior, algo extraño por las temperaturas bajo cero.
Después vieron tres cuerpos más. Los otros cuatro restantes aparecieron dos meses más tarde, en el bosque. La autopsia dictaminó que cinco murieron de hipotermia, aunque uno de ellos tenía el cráneo fracturado. El resto presentaba diversos traumatismos por golpes «causados por una gran fuerza». A una de las estudiantes le faltaba la lengua. Según los forenses, fallecieron «aplastados bajo una gran presión» fruto de una fuerza de origen desconocido. Además, en la ropa de algunos de ellos encontraron dosis de radiación dos veces más altas de lo habitual. La investigación concluyó sin un final claro.
Acceso restringido
Durante los próximos tres años, el acceso a la zona fue prohibido, aumentando las teorías de la conspiración alrededor del caso, que iban desde un alud (hipótesis principal en la actualidad) a todo tipo de fenómenos naturales y criminales y otros inverosímiles como la aparición de yetis e, incluso, extraterrestres. Hace tres años, Andréi Kuriakov, subjefe de la oficina del fiscal regional, aseguró: «Lo que está claro es que lucharon por su vida hasta el final, hicieron todo lo posible para salvar a todo el grupo, pero en estas circunstancias no tenían ninguna posibilidad».
En otra información hecha pública en 2016 y sobre la que ya informó ABC sugería que algunos de los montañistas podrían tener alguna relación con el KGB, para la que estarían realizando una misión. No serían, por tanto, meros turistas. Según Yuri Kuntsévich, director del llamado 'Grupo de Diátlov', citado por la agencia TASS, al menos dos miembros del grupo eran agentes de esta Oficina de Seguridad Estatal soviética, lo que implicaría que estaban haciendo algo más que senderismo y guardaban instrucciones para supervisar un experimento secreto. A esto añadía que el equipaje que portaban, con un pesado equipo fotográfico, no es propio de un grupo de amigos que iban a disfrutar de la montaña.
Otra de las cuestiones más llamativas de estos montañistas era que, entre ellos, se hubieran impuesto una hora muy concreta para hacer cima en la Montaña de la Muerte. «Lo más probable es que los excursionistas llegaran a su destino y esperaran que ocurriera el fenómeno que, al parecer, tenían que captar. Pero el plan no salió tal y como esperaban, lo que probablemente fue la causa de la muerte del grupo», sostenía Kuntsévich. Además, continuaba, es extraño que solo sobrevivieron tres diarios. «Todo esto confirma la relación con el KGB: no eran simples turistas, fueron enviados intencionalmente al paso».
A lo largo de todas estas décadas, la historia se volvió tan popular que ha dado origen a libros, series de televisión y películas, sin que una sola explicación haya convencido por igual a todo el mundo.
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