El absurdo error que hizo a un desconocido alpinista descubrir un invento millonario
Aunque egipcios y griegos ya utilizaban el protector solar, fue en los años treinta del siglo XX cuando se generalizaron, y gracias a un alpinista
¿Cómo pudo un atleta de la Antigua Grecia ganar una medalla de oro justo después de morir?
El protector solar se ha convertido en una buena forma de socializar, como demuestra esta foto de Álvaro Falcó e Isabelle Junot
No, querido lector, no crea que la costumbre de embadurnarse con la crema factor 50 para esquivar las quemaduras es cosa de la era moderna. Los historiadores confirman que esta práctica hunde sus raíces en las civilizaciones alumbradas a la vera del Nilo, Según ... explica la egiptóloga Helen Strudwick en 'The Encyclopedia of Ancient Egypt', hace tres mil años ya utilizaban 'kohl', una sustancia que se obtenía al mezclar galena y malaquita molida con diferentes aceites y grasas de animales, para proteger los ojos de las infecciones causadas por la luz solar.
Además, se valían de ungüentos con salvado de arroz, flores de lupino y jazmín para prevenir el bronceado de la piel, pues entendían que el tono oscuro era poco atractivo. ¡Igualito que ahora!
Aceite y coco
Mucho tiempo después, en el siglo V a. C., los griegos utilizaron una crema solar muy peculiar... En sus tratados, el médico Hipócrates de Cos prescribía friegas de aceite de oliva caliente y vino para poner a punto los músculos, evitar las lesiones y proteger la piel de los rayos del astro rey. En palabras del galeno, «durante el invierno ayuda al desarrollo porque impide que el frío arrebate nada al cuerpo», y, en verano, evita los efectos del sol. A su vez, señalaba que el «frotamiento de aceite mezclado con agua reblandece e impide un peligroso recalentamiento». De hecho, los atletas de la época solían embadurnarse el cuerpo con él para evitar quemaduras durante sus largos entrenamientos.
Hubo que esperar muchos siglos, muchísimos, para que la sociedad empezara a ver el moreno como un distintivo de ocio y, por lo tanto, se popularizara el uso de cremas protectoras durante el verano. Fue en 1920 cuando las cámaras de la prensa captaron a la diseñadora Coco Chanel bronceándose en un yate. Aquello fue un antes y un después; el color oscuro, hasta entonces asociado a las clases más bajas de la sociedad, esas que se tostaban por sus horas de trabajo bajo el astro rey, pasó a estar de moda. La piel de caramelo de la bailarina Josephine Baker fue el impulso definitivo para ello.
Y de ahí, a los ungüentos. Aunque a finales del siglo XIX ya se habían probado algunos preparados muy básicos para evitar las quemaduras, los expertos atribuyen a un tal Franz Greiter la invención de la primera loción específica para protegerse del sol allá por 1938. Y todo, por mera casualidad. Cuenta el profesor William H. Sharfman en el ensayo 'Melanoma' que este químico suizo andaba de escalada por el monte Piz Buin, en la frontera con Austria, cuando se percató de que había sufrido una quemadura. Aquello le llevó a crear una crema a base de vaselina y óxido de zinc que sentó las bases de los compuestos actuales En los años sesenta, este curioso personaje introdujo también el concepto de Factor de Protección Solar (FPS). A la larga, se enriqueció gracias a todo ello.
Más avances
En la misma década en la que aquel suizo se tostó de más en Austria, otro genio, Eugène Schueller, fundador de L'Oréal, presentó el bronceador formulado con un filtro. Los expertos debaten quién de los dos fue el primero; vaya usted a saber. Lo que está claro es que 'Ambre Solaire', como lo denominó el químico galo, se convirtió en uno de los protectores más conocidos gracias a su buen arte para la publicidad. Su atractivo nombre, su presentación en una botella de color ámbar y su novedoso eslogan –«broncea cinco veces más rápido, y sin quemaduras»– lo convirtieron en uno de los más vendidos entre los veraneantes de la Costa Azul. Esta campaña ayudó también a popularizar la idea de que era necesario luchar contra los peligros del astro rey.
El otro gran avance en los protectores solares llego de la mano del aviador y farmacéutico Benjamin Green. Durante la Segunda Guerra Mundial, este norteamericano se percató de los daños en la piel que sufrían los marinos desplazados al Pacífico y desarrolló una crema rojiza que denominó 'Red pet'. Y, por si fuera poco, a la postre mejoró la mezcla con manteca de cacao y aceite de coco.
Durante las dos décadas siguientes, fabricantes como Coppertone vendieron sus productos como potenciadores del bronceado, en lugar de como protectores solares. La idea de que la piel de caramelo era un símbolo de estatus superaba al argumento de la protección.
Los ochenta fueron renovadores en ese sentido. A lo largo de esta década se produjo un aumento en la incidencia del cáncer de piel. Para intentar paliar esta tendencia, la Academia Americana de Dermatología arrancó una serie de campañas con las que intentó concienciar a la sociedad del uso correcto de los filtros solares. Si hasta entonces los protectores tan solo protegían de los rayos UVB –ultravioleta–, a partir de ese momento los laboratorios ampliaron la protección a los rayos UVA, los más abundantes.
Y así, hasta los tiempos modernos, años en los que no solo las cremas salvaguardan de las quemaduras, sino que también existen compuestos de carácter oral. Aunque eso, como se suele decir, es otra historia.