Cuando los españoles vieron caer bombas de la IIGM desde sus ventanas: «Era un verdadero infierno»
Los civiles gaditanos presenciaron desde sus casas el bombardeo sobre Gibraltar que, en la Segunda Guerra Mundial, constató la entrada de la Francia de Vichy en el conflicto del lado de Hitler y las potencia del Eje. «Los aviones llegan en escuadrillas de cinco y, sin haber terminado su descarga, llegan otras que mantienen el bombardeo continuo. En la plaza se han originado muchos incendios», contaba el corresponsal de ABC el 25 de septiembre de 1940
Israel Viana
Un corresponsal de ABC se encontraba en Algeciras en la madrugada del 24 de septiembre de 1940. Situado entre los vecinos gaditanos, en sus balcones, a tan solo nueve kilómetros de donde se producían las descargas de las baterías antiaéreas durante la Segunda Guerra Mundial ... . «El ataque lleva ya dos horas de duración. Sobre esta localidad española caen con frecuencia trozos de metralla, aunque hasta ahora no se ha producido ninguna desgracia», podía leerse en la edición de este periódico al día siguiente .
El redactor, junto a decenas de miles de españoles –en suelo español– estaba siendo testigo de la venganza del mariscal Philippe Pétain , tras el ataque a traición ordenado por Winston Churchill sobre el puerto argelino de Mers el-Kebir , en junio de ese mismo año, donde murieron 1.300 franceses. Una acción que en la que también hundieron el buque «Terre Neuve» y dañaron seriamente otros cinco navíos en sucesivas oleadas y persecuciones en alta mar , pero que fue considerada rápidamente como uno de los mayores errores de Inglaterra durante el conflicto, puesto que supuso el fin de la neutralidad de la Francia de Vichy y su entrada «indirecta» en la guerra del lado de Hitler y las potencias del Eje.
Como consecuencia, los británicos veían ahora aparecer sobre el cielo de Gibraltar , y por sorpresa, a 83 bombarderos galos para lanzar toda su carga sobre la colonia británica. Los gaditanos estaban asistiendo desde sus balcones al último gran bombardeo sufrido por el Peñón hasta el día de hoy. «Continúan llegando aparatos sobre Gibraltar, que arrojan constantemente gran número de bombas. El ataque es incesante. Los aviones llegan en escuadrillas de cinco y, sin haber terminado su descarga, llegan nuevas formaciones que mantienen el bombardeo continuo. En la plaza se han originado muchos incendios. Uno de ellos, a juzgar por la gran columna de humo que despide, era de extraordinaria importancia», añadía este periódico.
«Solo se alumbra la parte de la población civil»
Franco se iba a mantener neutral en la guerra tras las famosas reuniones con Hitler que se celebraron en Hendaya justo un mes después, el 23 de octubre. Por eso, este bombardeo es el único que, por suerte, pudieron presenciar los civiles españoles en vivo y en directo de aquel devastador conflicto que acabó con la vida de 60 millones de personas en solo seis años. No necesitaron encender la radio para seguir los acontecimientos. Tan solo tuvieron que asomarse a la ventana de su salón y observar como las bombas caían a lo lejos.
«Desde Algeciras se aprecian perfectamente las explosiones de los proyectiles, algunos luminosos. El aspecto que ofrecía Gibraltar las pasadas noches, con su magnífico alumbrado visto desde esta ubicación, es hoy muy diferente, ya que solo está alumbrada la parte de la población civil», contaba también el corresponsal de EFE desde la localidad gaditana, que vio como los bombarderos Loiré y Olivier Leo 45 de los galos alcanzaban la colonia desde distintas bases de Marruecos. Según el relato de los distintos historiadores, no tardaron mucho en llegar desde que Pétain dio la orden, puesto que alcanzaban una velocidad de 420 km/h.
Una vez sobre el Peñón, estos lanzaron las primeras bombas, algunas de las cuales pesaban más de 1.500 kilogramos. Aquella primera jornada dejaron caer más de cien proyectiles que destrozaron casi por completo la colonia. Eso no impidió que Pétain continuara atacando la zona hasta el día siguiente por la tarde. «Las cortinas de fuego de los antiaéreos es espesísima, pero ello no impide que los aviones efectúen sus bombardeos con regularidad matemática», contaba ABC.Dos de aquellas bombas cayeron sobre La Línea de la Concepción, sin causar víctimas.
Un enclave estratégico
El mariscal sabía que aquel era uno de los puntos estratégicos de Gran Bretaña y pensaba que les causaría un gran perjuicio en el desarrollo de la guerra. De hecho, no era la primera vez que ordenaba bombardear el Peñón desde que se había producido el ataque sobre el puerto de Mers el-Kebir. El 18 de julio de 1940 ya mandó otra escuadrilla de 74 aviones que provocaron algunos incendios y daños menores.
Pétain pensó que con este primer ataque, Gran Bretaña se daría por enterada y decidiría volver a la vía de la diplomacia, tal y como habían prometido antes. Sin embargo, no fue así, ya que Churchill no se arrugó y en ordenó bombardear después una flota francesa en Dakar, algunos meses antes de que los Aliados intentaran conquistar este enclave en la conocida « Operación Menace ».
La diferencia es que en Gibraltar los británicos acababan construir una base aérea y una pista de aterrizaje, ubicado en la zona donde antes había un hipódromo. Y el daño iba a ser presumiblemente mayor. «Se presentó una escuadra formada por seis trimotores que descargaron las primeras bombas sobre la plaza, cayendo cuatro sobre el mar y ocho sobre la fortaleza. Los antiaéreos llegaron a formar una espesa cortina de fuego. Eso no impidió que la segunda escuadra de 16 trimotores dejara caer su carga. Uno de los aparatos fue tocado y se le vio alejarse perdiendo velocidad y altura. Otro cayó en el mar envuelto en llamas y sus ocupantes se lanzaron en paracaídas: uno cayó junto al aparato, mientras que el otro se sostuvo en el aire durante bastante tiempo, lo que indicaba que ya no llevaba peso. Se supone que el aviador cayó también al mar. Mientras tanto, nuevas escuadrillas se sucedían sin interrupción, bombardeando decididamente la plaza y lanzándose algunos aparatos en picado para precisar más los objetivos», subrayaba ABC.
«A las dos menos cuarto continúan cayendo las bombas sobre Gibraltar, pero con mucha más intensidad. A cada momento se presentan aviones que descargan y se marchan hacia el Marruecos francés. Hasta ahora solo se han contado once aparatos, que vienen distanciados y se retiran después de la descarga. Un poco más tarde aparecen otros nuevos. Se supone que son unos 22 los que han entrado en acción. Hay momentos en que los disparos de las baterías forman una nube tan intensa que impiden apreciar el resultado de los bombardeos y, aún, el mismo fuego de las baterías de Gibraltar. La población inglesa permanece en los refugios. Los aviones no cesan de ir y venir», añadía el relato de los hecho.
Cuatro muertos
Las diferentes crónicas hablaban de «numerosas víctimas», pero por suerte, alrededor de 16.700 gibraltareños acababan de ser evacuados a Casablanca (Marruecos), y de ahí habían sido trasladados a otros destinos como Londres (12.000), Madeira y Jamaica (3.000) y Tánger y España el resto. Solo una pequeña parte de ellos decidió quedarse en el Peñón y los muertos contabilizados ascendieron finalmente a cuatro, mientras que los heridos, a varias decenas sin especificar.
«El bombardeo convirtió ayer el Peñón en un verdadero infierno, pues las bombas caían por todas partes y las explosiones se oían sin interrupción», explica este periódicos, que finalizaba su crónica así : «La alarma duró cuatro horas y cinco minutos. Es el “raid” más largo que ha padecido Gibraltar, que se ha cubierto de nubes muy espesas. Las formaciones de aviones enemigos atacaron desde diversas direcciones, arrojando los proyectiles sin distinción de objetivos. Algunas estallaron en el mar y también en el campo neutral que separa la colonia de La Línea».
Lo más importante de aquel ataque presenciado por miles de gaditanos desde sus casas es que provocó importantes daños en las infraestructuras del Peñón. El muelle meridional, por ejemplo, fue destrozado por completo, al igual que diferentes edificios, barcos, depósitos de gasolina e instalaciones eléctricas.
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