Maestro Joao «Me gustaría que Rocío Flores me devolviese el pañuelo de su abuela que le regalé»
Excéntrico y colorista, el astrólogo abre su corazón para recordar a su gran amor y el verano que sufrió el mayor cambio físico de su vida
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEl maestro Joao es un hombre hecho a sí mismo. Literalmente: «Evidentemente, no es mi nombre de nacimiento. Siempre supe que lograría mi sueño, por eso no paré hasta encontrar un nombre que encajara conmigo y ese mismo día fui al registro civil ... para cambiármelo». Luego vino el resto: «Creé un personaje llamativo para dejar huella en la gente que conocía, pero cuando quise ser normal me di cuenta que eso no iba conmigo. ¿Qué es la normalidad? Yo he conseguido mi propia normalidad. Yo, si salgo por televisión con un florero en la cabeza, la gente lo ve normal». Es lo que tiene ser un auténtico superviviente: «Yo me crié en una chabola sin baño y he llegado a recibir en mi consulta a Beatriz de Borbón. Nadie me ha regalado nada«, señala orgulloso de un viaje vital que describe con una frase lapidaria: »Estoy aquí porque antes estuve allí«. No es suya, es de María Teresa Campos, pero se la ha tatuado en un brazo.
Tarotista, transformista, concursante de reality, agitador de platós, el maestro Joao se ha metido en el mundo del podcast aunque, como a los de su generación, le cuesta pronunciar la palabra de marras: «Es que poscat suena más bonito, la verdad». Por 'Boom Boom Boomer', que presenta junto a Abel Arana, un comunicador que domina las redes sociales en las que ha sido community manager de los grandes formatos de TVE, desfila lo más granado del famoseo patrio, desde Nagore Robles a Cristina Cifuentes, para hablar a calzón quitado de sus secretos inconfesables: «Hemos conseguido que Bárbara Rey reconociera por fin que mantuvo relaciones sexuales con Alain Delon«.
Al mundo del transformismo llegó por casualidad. Iba por la calle con un amigo y dos desconocidos les preguntaron si querrían actuar: «Eran más videntes que yo o nos vieron con toda la pluma del mundo. El caso es que nos ofrecieron una peluca y un tacón, y dijimos que sí».
Mitómano
Su repertorio arrancó con Isabel Pantoja, pero su carrera alcanzó el cenit con Rocío Jurado: «Lo mío con ella era devoción». Su mitomanía y su atrevimiento le llevaron a llamar a 'La Más Grande' sin conocerla de nada: «Cuando contestó al teléfono, la primera frase que le escuché fue '¡Cállate, Rociíto!', cuando debía ser un bebé. Rocío me habló con una naturalidad increíble. Luego yo le fui mandando fotos de mis actuaciones y ella me llamaba artista». Le regaló un pañuelo, pero años después se lo daría a su nieta. «No me arrepiento, porque lo hice de corazón, pero me gustaría que me lo devolviera. No está en la manos de quien lo merece. Yo defenderé a Rocío Carrasco hasta el final«.
El verano antes de volver a ser transformista
Verano del 86, o del 87, o del 88. El año está tan poco claro como su verdadera edad: «Yo quería huir de la realidad, ser un tipo duro. El bigote, el pelo en el pecho, todo eso era la coraza que necesitaba para aparentar ser fuerte», confiesa el maestro Joao: «He tenido cambios físicos brutales, engordando y adelgazando mucho. Tras ese verano, pillé la maquinilla, me afeité todo, me vestí de Betty Missiego y volví a los escenarios«. Había dejado el transformismo por amor. En la sala 'Ghost' conoció al amor de su vida, Balbino, el Dj que amenizaba las noches: «Fue tan maravilloso como duro, porque sabíamos que él no podía vivir mucho. Era seropositivo y en aquellos años veíamos morir a todos. Empezar una relación sabiendo que estaba condenada era tremendo. Yo tomaba precauciones, pero se sabía poco de la enfermedad y muchos creían que se contagiaba con las lágrimas, con las caricias. Yo vivía con el miedo encima. Y el miedo, como el amor, es algo que te llega sin que tú puedas decidir si lo quieres o no. Lo que me alegra es haber conseguido que el amor venciera al miedo y pudiéramos estar cinco años juntos, sabiendo que cada día podía ser el último».
Ahora vuelve a tener el corazón contento. El culpable, Santi Rubio, un chico que conoció el mismo día que a su ex, Pol Badía: «Ha sido una carambola del destino. Ha sido complicado, porque él se definía como heterosexual, como mis anteriores parejas, y eso provocó varias crisis. La primera fue la peor, pero Toñi Moreno me insistió en que debíamos volver. Ahora tenemos una relación abierta, pero no hago uso de ella, pero ahí está. No está el problema de los celos, que es algo que me ha atormentado toda la vida por mi inseguridad. Ahora no sufro porque es una relación honesta, sincera y verdadera. La jugarreta del engaño y la traición es lo malo en una pareja, pero aquí no se trata de que seas suyo o de que él sea tuyo, nada de posesiones, los dos somos libres«.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete