El Langui: «Si aprendes a reírte de ti mismo, ya nadie puede hacerte daño»
El artista, que ha estrenado la comedia 'La familia Benetón', nos habla de su infancia, de la familia y de los valores que le han llevado al éxito
El Langui: «Quiero daros un bofetón para que no miréis para otro lado»
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Iniciar sesiónUna de las cosas que más valora El Langui es el sentido del humor: «yo desde siempre he trabajado mis complejos y mis miedos desde el humor para desdramatizar. Si aprendes a reírte de ti mismo, ya nadie puede hacerte daño, nadie puede ... burlarse de ti. Por eso me gusta la comedia, te ayuda a afrontar y normalizar cualquier situación».
Está encantado con el estreno de 'La familia Benetón', que protagoniza junto a Leo Harlem y a la que aporta, además, la canción principal de la banda sonora: «es una comedia que te remueve, está cargada de valores, juega con el choque cultural y permite, gracias a los cinco niños que encabezan el reparto, hablar de lo difícil que es afrontar la responsabilidad de la paternidad. Los niños muestran a los adultos cómo sacar la mejor versión de sí mismos». Aunque eso ocurre en la pantalla, la vida le ha deparado una sorpresa.
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El Langui ha sido padre hace cinco meses y se ha encontrado, gracias al amor, con una auténtica familia numerosa: «ahora somos siete en casa. Mi chica y nuestro pequeño, mis dos hijos y sus gemelas». Pero su ex mujer sigue estando presente en su vida: «su madre es mi mánager. Además, Rocío vive a tres calles y mantenemos la relación. Claro que hay roces, es normal, pero lo importante es que mis hijos vean que aunque no seamos un matrimonio seguimos siendo familia. Hemos normalizado la situación». Ambas mujeres son «después de mi madre, las más importantes de mi vida. Son muy distintas, pero comparten unos valores». Y es que familia es clave para El Langui: «es la columna vertebral que lo sostiene todo. De hecho, lo que a mí me da paz es verlos bien. Si es así, yo puedo salir a pelearme con el mundo porque estoy tranquilo».
Lo dice alguien que no para quieto, subido a su 'scooter', de gira con su disco 'Espasticidad', haciendo cortos y televisión, colaborando con distintas fundaciones, incluso abriendo un restaurante, La tasca El Langui, en San Pedro Alcántara, en la Costa del Sol, donde vive desde la pandemia: «forma parte del grupo hostelero Baluarte y es un punto de encuentro, con una cocina sin pretensiones pero que representa mi mundo. De hecho, los barriles tienen la forma de mis piernas, parece sacado de 'The walking dead'», bromea el rapero. La cocina es uno de sus 'hobbies' y espera abrir pronto un local en el centro de Málaga.
El Langui es uno de esos soñadores que «se lo curra para hacer los sueños realidad. Si me gusta una movida, voy a por ella». Es un tipo detallista, «aunque a veces voy a mil y se me pasa, pero me gusta cuidar a la gente que me rodea». No es un hombre de rutinas, es más dado a improvisar en el día a día: «no me gusta planificar, prefiero enterarme de lo que voy a hacer en el último momento y de lanzarme a la aventura». Se considera un padre que ha sabido «quitarse de encima la tendencia a dar sermones, porque al final era muy cansino, siempre diciendo cómo se tenían que hacer las cosas para ir por el buen camino. No me hacían ni caso. Ahora les escucho y les doy mi consejo sin hacer mucho hincapié. Lo suelto sin darle importancia y lo aceptan mejor».
El niño que soñaba con el fútbol
El pequeño Juan Manuel, El Langui, soñaba con ser futbolista: «El fútbol hacía que yo me moviese. Yo era un culo inquieto. Solo tenía ganas de sentirse uno más, así que salía al campo con unas ganas locas de meter goles, no veía límites en el día a día.» Aquí le vemos con la equipación de la Real Sociedad, pero aquel chaval jugaba en el Libertad de Pan Bendito, su barrio, al que ahora apoya desde una asociación cultural que patrocina al Atlético Pan Bendito y al San Pedro Alcántara: «educamos en valores a los niños cuyos padres no pueden permitirse tener a sus hijos en equipos federados. Damos becas y formación».
El Langui se recuerda muchas veces en el banquillo, sin poder jugar tras una operación: «yo sabía que no podía hacer lo mismo que los demás niños. A veces ibas escayolado, dolorido, tenía rehabilitación. Era consciente de mis limitaciones, pero al final era capaz de hacer lo que me proponía. Nunca sabré si hubiera hecho más cosas de no tener mi discapacidad, pero lo cierto esta lucha me ha hecho superarme. Soy lo que soy por mi situación, por mi experiencia».
Ese niño creció con esfuerzo, valor, paciencia, empatía: «desde pequeño, la gente me paraba y me contaba sus cosas. Me gusta escuchar». Si pudiera viajar en el tiempo y encontrarse con aquel crío, le diría «que siguiera luchando por lo que cree, que por muchas puertas que se cierren, por muchos prejuicios que haya, que no se rinda, que crea en sí mismo porque llegará». El Langui recuerda con amargura cómo le impidieron hacer un curso de ingeniero de sonido: «¿Pero tú te ha visto?», le dijeron como excusa para rechazarle. Ahora tiene dos estudios de grabación. Es su venganza. El que puede, puede.
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