Los tres tipos de porno a los que tiene acceso tu hijo y cómo afectan a su desarrollo afectivo
Los menores consumen cada vez más pornografía, desde más jóvenes y con menos supervisión
Lo que necesitas saber para que tu hijo no vea porno en internet
Madrid
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Iniciar sesiónLas 'citas a ciegas' entre adolescentes, el 'sexting', determinadas aplicaciones como 'vota mi cuerpo' o de venta de imágenes sexualizadas, entre otras cosas, no son prácticas inocuas que aparecen de la nada.
Muchos de los chicos ingresados en la red de centros residenciales relatan ... impactos visuales y percepciones que poco o nada tienen que ver con la práctica de unos comportamientos sexuales protegidos y saludables.
¿Están los adolescentes hipersexualizados ? Ese es el título del III encuentro profesional organizado por la Fundación Portal, de apoyo a chicos con patología dual y a sus familias y dirigido por Amalgama7, entidad pionera en España en la atención terapéutica y educativa para adolescentes, jóvenes y sus familias, en colaboración de la ONCE.
Para Jordi Royo, director clínico de Amalgama7, los motivos habría que buscarlos en el consumo de porno a edades cada vez más tempranas. «Los efectos y las disfunciones emocionales que pueden ocasionar los impactos sexuales que recibe la población infantojuvenil y muy en especial, las secuelas que pueden ocasionar en los y las adolescentes, son muy peligrosos».
A su juicio, el mundo se divide entre «antes» y «después» del smartphone. «Internet no ha inventado la pornografía pero la ha catapultado, eso es evidente. Lo que les lleva a esta hipersexualidad son los teléfonos inteligentes que permiten ese consumo sin ningún control, antes de su uso masivo a edades tempranas que esto ocurriera era imposible».
En esta tesitura, recuerda este psicólogo, «es alarmante que el conocimiento que tienen las madres y los padres en relación a este consumo es muy reducido, y solo uno de cada tres padres/madres supervisa la actividad de sus hijos en internet, las redes sociales y los videojuegos».
Así, entidades de reconocida solvencia como la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD) y Save the Children, advierten de que la visualización de pornografía se inicia entre los 8 y los 12 años, y en edades más avanzadas, entre los 13 y los 17 años, siete de cada diez adolescentes consumen pornografía.
La entidad Save the Children explicita en su informe «(Des) información sexual: pornografía y adolescencia», que más de la mitad (53,8%) de la población adolescente visiona pornografía por primera vez entre los 6 y los 12 años. Siete de cada diez adolescentes visionan pornografía frecuentemente, en este caso hay diferencias de género: los chicos casi el doble que las chicas.
Según describe la misma entidad en las conclusiones de su informe, «los chicos consumen pornografía porque «está diseñada para ellos» y las chicas se introducen en ella como método para «aprender» lo que se espera de ellas en sus relaciones sexuales» (gestos, posiciones, expresiones...).
Para el director de Amalgama7, hay una cuestión fundamental. Y es que, «aunque el visionado de pornografía está prohibido en España para los menores de edad, es notorio que desde los dispositivos electrónicos actuales es posible que los menores accedan a este tipo de contenidos con suma facilidad».
A Royo le llama la atención que «existiendo conocimientos tecnológicos para regular esto, no se haga nada, cuando es un tema de voluntad del Gobierno. Estamos hablando de salud mental». En Francia, señala, «se empieza a ensayar con una especie de pasaporte digital, que hay que introducir y que determina la edad del usuario, por ejemplo».
Tres tipos de porno, todos accesibles
La paradoja, insiste, «está en que los niños y adolescentes puedan acceder no solo a contenidos inadecuados, sino a los distintos niveles de pornografía. A la llamada 'blanca' (heterosuxual, bisexual, homosexual, de prácticas como sexo oral, coito o penetraciones; al segundo nivel, de exigencia, de dolor, del sadomasoquismo, donde se simulan (o no) las violaciones en grupo y todo lo que rodea el mundo de las manadas e, incluso, un tercer nivel, de porno de 'alta exigencia', donde participan colectivos de especial vulnerabilidad como menores o personas con alguna discapacidad e, incluso, se llega a la zoofilia, etc».
Al final, explica Royo, «si un niño ve este tipo de contenidos o determinadas imágenes, lo que va a tener tras el impacto es confusión primero y normalización de cosas que no son normales, no son prácticas inocuas porque tendrá alguna afectación en la formación afectivo sexual de estos niños. Por esto hay una tendencia a la banalización pero habría que hacer algunas reflexiones».
Una de ellas sería, prosigue este experto, «que tradicionalmente cuando hablamos de comportamientos de riesgo en el ámbito sexual nos referimos a evitar básicamente enfermedades o embarazos de riesgo. Esto es muy importante porque casi la mitad de los adolescentes en esas edades tienen comportamientos de riesgo, en cuanto a que no utilizan preservativos o medios profilácticos».
Pero, advierte el director clínico de Amalgama7, «pensamos que complementariamente a esto hay otros comportamientos de riesgo que quedan escondidos y de los que prácticamente no se habla. Nos referimos a las relaciones de poder, o de cosificación de las personas, la violencia entre parejas…».
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De entrada, propone, «deberíamos empezar por cambiar la norma. En el 82 fumaba todo el mundo y hoy se ha reducido significativamente el consumo de tabaco. Se ha producido un cambio cultural y eso hoy en día sería impensable si no hubiese existido una Ley». Por eso desde la Fundación Portal reclaman «una ley que regule el acceso de los menores a contenidos pornográficos o de violencia sexual».
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