Los cinco pasos para lograr que tu hijo haga tareas del hogar, y no las acabes haciendo tú
Víctor Arufe, profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de A Coruña, asegura que cada vez protegemos más a los niños y que «consiguiendo que desde muy pequeños que hagan tareas domésticas lograremos desde el propio hogar el fin del machismo»
«Hay que pedir 800 veces a los hijos que ayuden en casa para conseguir que un día lo hagan»
Madrid
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Iniciar sesiónEl fin del machismo podría tener lugar en el propio hogar. Al menos así de rotundo lo asegura Víctor Arufe, profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de A Coruña y autor del libro 'La educación por escenarios. 83 claves para la buena educación'. ... Y es que en su opinión «ni una coreografía realizada de forma puntual en el colegio ni hacer un dibujo cada semana sobre la igualdad consiguen acabar con el machismo».
Considera que cada vez protegemos más a los niños sin darnos cuenta de que esa protección puede tener unas consecuencias negativas para ellos y especialmente para la sociedad. «Subestimamos sus capacidades y habilidades, infravalorando todo lo que son capaces de hacer, y haciéndolo nosotros por ellos asumiendo más carga de trabajo. Los estudios científicos siguen confirmando la baja participación de los niños en las tareas domésticas. Un informe confirma que en 2013 la participación de los niños de 12 a 17 años en tareas del hogar había descendido con respecto a datos de 1990. Este problema no es solo en España, sino también de países como Alemania, Irlanda o Estados Unidos».
En las charlas que imparte Víctor Arufe sobre educación de niños para familias y docentes siempre señala que un niño de 3-4 años debe hacer su cama, ante el asombro de todos los progenitores. «Y cuando comento que mis hijos friegan todas las noches los platos y recogen la cocina desde los 8-9 años me miran todavía con mayor atención. Por supuesto, el niño de 3 años no hará bien la cama, pero es el proceso lo que cuenta y no tanto el resultado».
Insiste que en otras culturas hay niños de 6 años que cocinan, cuidan de hermanos menores y hacen múltiples tareas en el hogar. «No somos conscientes de lo que pueden hacer los menores, ni de los beneficios que tendría para su desarrollo y la descarga de trabajo que tendríamos nosotros. La realización de las tareas del hogar es una asignatura pendiente de las familias y la escuela». Añade que apostar por una educación memorística «no es la mejor opción para poder vivir en el mundo adulto. Por eso, la mejor educación es la que prepara para la adultez y la vida en la sociedad».
Este docente considera que afortunadamente todos los niños tendrán en el futuro un hogar donde vivir, piso, casa, apartamento… ya sea en alquiler, propiedad o a través de servicios sociales, «y esto implica ciertas responsabilidades que debe asumir en el propio hogar. Desde saber cocinar, a realizar tareas de limpieza, orden, lavado de ropa, planchado, o conocimientos básicos de electricidad o fontanería. El actual sistema educativo español no contempla entre las materias a enseñar al alumnado las tareas domésticas, por lo que son las familias quienes deben asumir esa responsabilidad para poder educar en igualdad y mostrar que cualquier miembro de la familia debe implicarse en las tareas domésticas».
Matiza que en Japón y Noruega existen programas educativos que incluyen tareas domésticas y habilidades prácticas del hogar como parte del plan de estudios escolar. Estas habilidades se enseñan como parte de una materia más amplia que se enfoca en la educación para la vida diaria. La realización de tareas domésticas por parte de los niños puede fomentar la igualdad en el hogar y en la sociedad en general. Al enseñar a los niños a asumir esta responsabilidad se les está enseñando a valorar el trabajo de las actividades cotidianas necesarias para mantener un hogar en funcionamiento y concienciarles de que no son exclusivas de las mujeres. Actualmente diversos estudios siguen confirmando que las mujeres dedican más tiempo a las tareas del hogar y estas se relacionan con síntomas depresivos. A partir de los 9 años ya se detecta la desigualdad de género asumiendo las niñas más tareas domésticas y a partir de los 13 la diferencia aumenta todavía más».
Por todo ello considera que es importante destacar que las tareas domésticas han sido históricamente consideradas trabajo femenino y han sido menospreciadas e infravaloradas. Al involucrar a los niños en estas tareas, se les enseña a entender que la responsabilidad del hogar no recae únicamente en las mujeres. «Además, la mayoría de las tareas que pueden realizar los niños mejorarán su competencia motriz al trabajar diferentes habilidades motrices y componentes de la psicomotricidad».
¿Por qué no solemos educarles para que hagan estas labores y preferimos hacerlas los padres?
Pese a que a los niños de 3-6 años les guste participar en las tareas domésticas, dado que es una etapa donde predomina el juego de imitación y el juego simbólico, un tipo de juego que desde el ámbito de la psicología evolutiva los anima a imitar las tareas que hacen sus progenitores, los estudios confirman que su participación es limitada.
El principal motivo es la falta de paciencia por parte de los progenitores que buscan una inmediatez en la tarea. El desarrollo de las habilidades del trabajo doméstico lleva tiempo, pero si los progenitores son impacientes y no pueden dejar que sus hijos aprendan gradualmente, de acuerdo con su propio tiempo de desarrollo, esto afectará a la participación en dichas tareas.
Lo ideal es aprovechar estas edades para establecer sinergias con este tipo de juego que tiene éxito en esta etapa mientras le vamos enseñando diferentes tareas.
¿Qué tareas puede hacer un niño a partir de los 3 años?
Los niños a partir de los 3 años ya pueden hacer tareas como: hacer la cama, ordenar la habitación, ayudar a limpiar la casa, cuidar las mascotas, tender, doblar y guardar la ropa, poner y recoger la mesa, ayudar a cocinar, etc. Básicamente pueden hacer de todo, pero siempre con supervisión de los progenitores y utilizando el juego.
Si conseguimos afianzar estos hábitos en la etapa de Infantil, y continuamos con ellos en la de Primaria, llegaremos a la adolescencia con jóvenes que asumen su responsabilidad en la participación en las tareas del hogar, que saben valorarlas y con la mejor educación para la igualdad y erradicación del machismo. Además de haberles dotado de habilidades para la vida adulta.
¿Cómo tenemos qué enseñar las tareas?
1º. Enseñar la tarea y cómo realizarla. Debemos pasar tiempo con nuestro hijo para mostrarle cómo se realiza. Su ritmo de aprendizaje es más lento y necesitamos reforzar los pasos que debe seguir para adquirir esa determinada competencia que exige cada tarea.
2º. Reforzarle positivamente y con mensajes que lo ha hecho solo y muy bien. Es importante darle refuerzo positivo, ya que son edades en las que buscan el reconocimiento de sus progenitores. Y siempre insistiéndole en que lo ha hecho él solo. Esto reforzará mucho su autoestima y autoconfianza.
3º. Tener paciencia e introducir de forma progresiva la colaboración en diferentes tareas. No intentemos enseñar todo a la vez. Es preferible primero trabajar una tarea y luego cuando ya esté adquirida otra. O esperar a que él tenga curiosidad y nos pregunte cómo hacer lo mismo que estamos haciendo nosotros.
4º. Hacerlo siempre como juego y permitirle tiempo de otro tipo de juego. El juego es su mejor medio de aprendizaje. Aprovecharemos que a estas edades prima el juego de imitación exacta y diferida, así como el juego simbólico, para que esta imaginación y creatividad sobrepase la línea imaginaria y se convierta en realidad.
5º. Respetar su propio ritmo, maduración y aprendizaje. Cada niño tiene un ritmo diferente de desarrollo y maduración, debemos respetarlo.
Si conseguimos que los niños participen en las tareas domésticas desde edades tempranas, estaremos provocando un pequeño cambio en nuestra sociedad en materia de igualdad de género.
¿Cómo pueden apoyar esta motivación hacia las tareas del hogar los profesores de Educación Infantil?
Aunque la máxima responsabilidad de la educación de los niños recae en las familias, la escuela puede ser un coadyuvante y, para ello, el profesorado de Educación Infantil puede habilitar un pequeño espacio en su aula incorporando una caja de cartón de una nevera o lavadora que simule una cama y que cada día un niño sea el encargado de hacer la cama incorporando las sábanas, almohada, peluches, etc. Podemos hacer lo mismo con una mesa que tenga que poner cada día un niño colocando los cubiertos, vajilla de plástico o madera, etc. De esta forma le estaremos inculcando que estas tareas son cosas de todos y cuando lleguen al hogar querrán mostrar a sus padres lo habilidosos que son haciendo dichas tareas.
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También podemos tener diferentes piezas de ropa y que los niños tengan que colgarla, doblarla, etc., siempre a través de juegos. Muchos centros ya tienen huerto o gallinas que permiten seguir trabajando con tareas no propiamente domésticas, pero que también exigen de la igualdad de género.
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