Cómo conectar estas navidades, o no, con familiares que nos han hecho daño en el pasado
Maïté Issa, coach y experta en desarrollo personal asegura que «fingir para intentar ocultar tus verdaderas emociones creará un estado de malestar y ansiedad peor que el problema original»
¿Se debe recordar en voz alta a los familiares que ya no están esta Navidad?
Según Issa hay que darse permiso para sentir emociones encontradas
Cuando se acerca el momento de acudir a las cenas y comidas de Navidad en familia, a veces no todos acuden a la cita con la misma ilusión. Hay ocasiones en las que pequeñas riñas o sucesos desagradables del pasado hacen que estos encuentros sean ... dolorosos. Respetar nuestras emociones verdaderas y evitar las presiones de la positividad tóxica durante estas fechas navideñas, es lo que recomienda Maïté Issa, coach de desarrollo personal y autora del best-seller «Tu éxito es inevitable». También advierte que esta recomendación no siempre es tan sencilla de llevar a cabo y, por ello, explica cómo sobrellevar mejor la adversidad en nuestras relaciones de cara a esta época de celebraciones.
¿Por qué cuesta tanto coincidir en estos encuentros familiares con personas que nos han hecho daño en el pasado?
Lo primero es advertir la presión que tenemos sobre nosotros mismo durante las fiestas. Si no tuviéramos estas ocasiones familiares como la Navidad, probablemente no coincidiremos con las personas que nos han hecho daño, y podríamos continuar un proceso respetando nuestras emociones y nuestros tiempos para sanar.
Tanto en la publicidad como en las redes sociales persiste el mensaje de lo maravilloso que es estar en familia, o estar en casa y reencontrarse con esta gente que amas. Es común sentirnos como la pieza que no encaja cuando no estás en línea con ese espíritu, y esto lo hace más difícil para todos.
¿De qué manera cerrar esas heridas a pesar de no haber entendimiento entre ambos?
Es mejor quitar la urgencia por cerrar la herida solo para que la familia pase bien las fiestas, sobre todo si no hay entendimiento. Dependiendo del nivel del daño que hay entre las personas, a veces no es algo que se puede sanar de manera precipitada, solo por priorizar el bienestar familiar. Es muy importante entender que el espíritu navideño no consiste solamente en dar a los demás, sino también en darte a ti lo que necesitas.
Cerrar la herida de manera apresurada es como suturar sin haberla desinfectado antes: el resultado inmediato va a ser mucho peor. Cuando no reconocemos lo que de verdad sentimos podemos caer en un sentimiento de traición a nosotros mismos, para quedar bien o para poner a los demás antes que nosotros mismos.
Así que lo mejor es darte permiso para sentir esas emociones encontradas. Incluso puedes sentir un cierto duelo porque tal vez este año ha habido un desencuentro o una discusión familiar, y soltar el apego a esa Navidad perfecta, a esa familia perfecta.
A pesar de que no es lo que se espera, va a ser mucho más positivo que intentar forzar emociones de alegría y de gratitud. Fingir para intentar ocultar tus verdaderas emociones creará un estado de malestar y ansiedad peor que el problema original.
¿Por qué pesa más el orgullo que la relajación y calma que ofrece el perdón?
Ese estado de desencuentro, disgusto y rencor es un patrón en nuestras relaciones que muy probablemente estemos repitiendo sin hacernos conscientes de ello.
El perdón es algo que hacemos para nosotros mismos, porque el rencor es beber un veneno esperando que el otro se muera. En realidad todas esas emociones negativas que ya activan todos los sistemas de estrés del cuerpo, como el cortisol, nos hacen más daño a nosotros por vivir en un estado de angustia.
Cuando no hemos perdonado, todavía tenemos una atadura inconsciente a ese acontecimiento, a eso que ha pasado. En el plano subconsciente esto nos deja siempre repitiendo la misma situación hasta que la podamos sanar. Porque el subconsciente lo que busca siempre es el balance, el equilibrio, es poder sanar lo que nos bloquea en alguna manera, y lo va a repetir hasta que tú lo puedas enfrentar y sanar.
Es por esta razón que, cuando no hemos perdonado aún a esa persona en el pasado, que por ejemplo nos ha engañado, nos ha traicionado o nos ha ignorado, vamos a ir manifestando en nuestra vida las mismas situaciones. Esa es la información que se ha quedado en nuestro subconsciente.
Entonces, a pesar de que el perdón proporciona mayores beneficios, es más difícil cortar con el patrón que ya conocemos y que forma parte de nuestro aprendizaje en relaciones.
¿Cómo dar el paso para perdonar y olvidar? ¿Qué nos aporta?
Lo primero es reconocer las emociones genuinas y no forzar a pasar la página. Pero, una vez pasadas las emociones de ira y dolor, lo mejor es tratar de sanar.
Un ejercicio útil es hacer una carta de perdón con todo lo que le queremos decir a esa persona. Si tomamos en cuenta que el perdón es un beneficio para nosotros mismos, más que algo que pueda cambiar la situación, lo mejor es quemarla después en un ritual personal de purificación.
Es importante diferenciar que perdonar a una persona no es lo mismo que estar con la persona. En algunos casos, a quien queremos perdonar es a alguien que puede seguir haciéndonos daño. Entonces queremos perdonar para sanar, quitarnos ese peso de encima y seguir adelante en la vida. Pero esto no quiere decir que la persona tiene que seguir existiendo en nuestra vida.
No tenemos que estar en la misma sala, porque puede que sean personas peligrosas o tóxicas para nosotras y que realmente no es bueno estar en contacto con ellos.
Si se trata de casos menos extremos, es posible relativizar un poco más. Cuando nos enfadamos solemos ponernos a nosotros mismos como víctimas, pero es importante también ponernos en el lugar del otro. Ensayar cómo la otra persona puede estar viendo la misma situación, que también está seguro de que es una víctima tanto como lo estamos nosotros.
Hay meditaciones que ayudan en el proceso del perdón. Una en particular es regresar en los años hasta que esa persona que nos ha herido llegue a ser un niño o niña, y puedes ver todo lo que ha pasado, todo lo que le han dicho sus padres, todos los miedos que ha tenido, toda la vergüenza que ha tenido que pasar mientras la visualizamos creciendo hasta ser la persona que es hoy. Sin disculpar su conducta, permite entender un poco más, tener un poco más de compasión, lo que permite alejarme del ego y el orgullo, y más en la aceptación del otro
¿De qué manera podemos enfrentarnos a una celebración navideña con esa persona que tanto nos desagrada?
Una buena idea es hablarlo con el resto de la familia, informarles que asistirás a las fiestas por el cariño que los une, pero que con esa persona no queremos estar ahora mismo. Pedirles que no los fuercen a conversar, ni sentarlos juntos en la mesa, ni presionar para hacerle regalos. Es importante mantenerse firme en esto y observarse qué tan difícil resulta poner límites en el entorno familiar. Este es un ejercicio que realmente vale oro y podemos aprender mucho de nosotros mismos, incluso aprender que podemos seguir disfrutando aunque no amemos a todo el mundo en la familia.
Si aún no estamos preparados para el perdón, pero aún queremos estar con esos familiares que nos han hecho daño, ayudará recordar que al final todo el mundo actúa desde lo que piensa es su mayor bien, y que nadie es malo en su propia película. Natalie Portman hablaba de sus clases de actuación, que para entrar en el papel del villano de la película tenía que entender su psicología, y entonces podía llegar a aceptar sus razones. Siguiendo este ejemplo, no necesitamos disculpar lo que la persona ha hecho, pero podemos estar en la misma sala durante una fiesta sin que signifique un daño mayor.
¿Por qué hay ocasiones en la que se prima no ir a una comida navideña para evitar a esa persona sin tener en cuenta que el resto de nuestra familia nuclear tampoco asistirá? ¿Cómo hacerlo entender a nuestra pareja e hijos?
Es importante que sea una decisión que se tome en familia, y que no se viva como un castigo para los hijos, porque realmente podemos crearles un trauma en Navidad y nadie quiere esto. En general, no queremos pasar nuestros traumas a las siguientes generaciones y que ellos paguen el precio de discusiones de adultos.
Para cada situación, y cada familia, debe haber una decisión que se adecúe, no existe un lineamiento general. En algunas ocasiones realmente son discusiones en las que no vale la pena llevarlo a mayores, y en otras puede ser una manera incluso de enseñar a los hijos, por ejemplo en el caso de un engaño o algo fuerte, cómo respetar sus propios límites, respetarse a ellos mismos a pesar de la presión externa, e incluso la presión familiar.
Se puede volver una hermosa lección de empoderamiento y lo pueden estar viendo incluso desde el aprendizaje. Luego, hacer lo posible para que la Navidad en casa sea la mejor del mundo, y que vean que se celebra el ponerte a ti primero, poner la salud mental primero. Es un poderoso mensaje de autocuidado.
A veces las personas no saben poner límites, y por eso también muy a menudo las relaciones se destruyen. Incluso las personas abandonan sus sueños por esta falta de límites, porque dan todo y luego están cansados y abandonan. Es el mismo patrón que tenemos en diferentes áreas de nuestra vida, y que en las relaciones se ve como un desequilibrio, tensión y ruptura.
Saber estar en esa familia, con nuestros propios límites, en vez de escapar, puede ser una hermosa toma de conciencia y un maravilloso aprendizaje. Escapar es un reflejo de nuestro cerebro arcaico y la mente de supervivencia que heredamos de nuestros antepasados. Pero en la vida no siempre vamos a tener la oportunidad de zafarnos de la situaciones tensas o difíciles, entonces lo podemos aprovechar como un maravilloso aprendizaje y una oportunidad para saber cómo tenemos que poner límites.
¿Merece la pena?
Hay más razones de peso para perdonar, por ejemplo lo que llamamos las «memorias del corazón». Así como tenemos neuronas a lo largo y ancho de nuestro cuerpo, que almacenan recuerdos, nuestras emociones también tienen memoria. Existen testimonios que la ciencia estudia acerca de personas que, con trasplante de corazón u otros órganos, comienzan a tener recuerdos que no les pertenecen. Esto se debe a que las neuronas registran lo que experimentamos, y en esa escala las emociones son de las más impactantes.
Incluso, hay una enfermedad que se llama la enfermedad del corazón roto y enfermedades cardiacas asociadas con una gran tristeza o mucho rencor. Por esto es muy importante liberarnos de esa sensaciones y emociones, el perdón nos sirve a nosotros para elevar nuestra salud y calidad de vida.
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El perdón es liberación, también, porque tomamos responsabilidad de que somos capaces de crear lo que queremos a pesar de lo que nos ha pasado. De otro modo, nos quedamos en esa identidad de víctima, y las víctimas no tienen control sobre sus vidas. Las víctimas están guiadas por los demás. Al contrario, perdonar es dejar atrás el pasado y crear un futuro nuevo.